Por Christian Skrilec
Hace unos cuantos años, en medio de los aprestos para una contienda electoral, un importante dirigente del peronismo bonaerense me dijo: “vamos a trabajar con los leales”. Inmediatamente le pregunté quiénes eran los leales, a lo que respondió sin inmutarse: “un grupo de cumbia”.
Los leales a Perón, al Justicialismo, a Néstor, a Néstor y Cristina, a las convicciones, a las jefaturas circunstanciales, los leales a la doctrina, al cargo, al Presidente, al Jefe Comunal, al Gobernador, los leales a la caja, al movimiento, a la conducción sindical, al pueblo, a la Jefa, y creo que ya entendieron lo que estoy queriendo decir.
El periodista y escritor Jorge Asís escribió que “el peronismo es el único movimiento que hace un culto a la lealtad pero en el que sólo se avanza traicionando”. La frase es especiosa y gusta, aunque genera malestar en el militante peronista, sobre todo cuando recuerda sus propias traiciones, o las de sus referentes.
Así como la lealtad es un concepto esencial del peronismo, se refuerza y ennoblece con la dicotomía de la traición. No hay virtud en la lealtad si no existiese el pecado de la traición.
Los periodistas, gente de lealtades sutiles, a veces enmascaramos traiciones como cambio de ideas, conductas y pensamientos que en la política sólo tiene la valorización del liderazgo. Es esclarecedora la mecánica del doctor Juan José Mussi, un peronista por antonomasia. Quien haya participado de los actos por el aniversario de los caídos en los fusilamientos del 56, de cuya comisión homenaje Mussi es presidente honorario, pudo escuchar en el cierre de dicho evento durante los últimos 15 años, al Doctor pidiendo las expulsiones del partido Justicialista de: Néstor Kirchner, Cristina Kirchner y Sergio Massa entre otros referentes de peso. Cuando le pareció una exageración, como en el caso del expresidente Eduardo Duhalde y sus seguidores, sugirió que si no eran más peronistas debían irse del Partido. ¿Por qué había que expulsarlos de las filas del peronismo?, sí, claro, por traidores. Mussi es peronista por donde se lo mire, es ontológicamente peronista, y es leal al único concepto que el peronismo jamás traiciona: el pragmatismo.
Por suerte para todos, las traiciones peronistas dejaron de resolverse a los balazos en la década del 70, y los “muchaches” aprendieron a masticarse los rencores y los odios, y a tragarse las diferencias ante la posibilidad de tener, obtener o mantener el poder.
Ningún ejemplo más claro de esto que la propia Cristina Kirchner, que en este marco de lealtades manifiestas en caravanas, y mal que le pese a muchos e incluso a ella misma, es la líder indiscutible del peronismo. Cristina conduce con la rigidez del primer peronismo y demostró tener el pragmatismo plástico que caracteriza a un partido que no sabe vivir sin el poder.
No importan los intentos de transversalidad ni los frentes electorales, o el eufemismo de “Unidad Ciudadana”, hay un conjunto peronista, un colectivo “peronizado” que puede incluir desde comunistas a ex radicales y toda la gama de peronistas que se nos ocurran. “Peronistas son todos”, verbigracia del General.
El “kirchnerismo” no es la evolución del “peronismo”, es otra de las facetas de un “movimiento” que supo admirar a Mussolini y al Che Guevara, e integrar en una misma lista de candidatos a neoliberales de derecha y progresistas de izquierda.
Volviendo a lo terrenal, la lealtad y la traición en política, y mucho más en el peronismo, dependen de la oportunidad, la necesidad y las circunstancias. Los ejemplos abundan. El riesgo es que vivimos en un tiempo, pandemia y crisis socioeconómica mediante, donde una disputa frontal en el interior del peronismo puede depositarnos en un destino aciago.
Esa disputa está latente y todos se miran de reojo: los acólitos del presidente Fernández con el kirchnerismo duro, el gobernador bonaerense con los intendentes del conurbano, los movimientos sociales con los sindicatos, y demás grupos que se te ocurran.
Por ahora, prima la lealtad, y sobre todo la lealtad al pragmatismo, la cariñosa alianza de Sergio Massa y Máximo Kirchner en la Cámara de Diputados lo demuestra con creces. Pese a que hace apenas unos años, los militantes de La Cámpora marchaban cantando: “no pasa nada, si todos los traidores se van con Massa….”, hoy, salen juntos de caravana.
Gracias por leer.