Por Christian Castillo (Sociólogo y docente universitario, dirigente del PTS y del Frente de Izquierda)
Redactamos estas líneas en las horas previas a que este lunes el pueblo trabajador protagonice un paro nacional contundente, el tercero realizado desde la llegada de Mauricio Macri al gobierno. A los dirigentes del triunvirato de la CGT, luego del veto a la ley que limitaba los aumentos tarifarios de servicios públicos y del acuerdo con el FMI, no les quedó otra que realizar la convocatoria, aunque se cuidaron de darle un carácter pasivo, “dominguero”, que solo será alterado por los piquetes y concentraciones que impulsamos desde el sindicalismo combativo y la izquierda.
Razones para parar sobran. Estamos viviendo un nuevo saqueo de envergadura contra el pueblo trabajador, el cuarto de la dictadura para acá, que de conjunto explican por qué hoy los trabajadores tienen un ingreso promedio que es poco más de la mitad de lo que recibían en 1974. Hasta ahora, en cada gran crisis nacional fue la clase dominante la que dio una salida favorable a sus intereses.
Hoy el salario de los trabajadores no para de perder frente a la inflación mientras el endeudamiento externo no deja de crecer. El acuerdo con el FMI corona un crecimiento impactante de la deuda externa bajo el gobierno de Cambiemos, de unos 30.000 millones de dólares por año, muy superior a todo lo visto anteriormente. Cuando el precio del dólar había llegado a los 25 pesos, tras el primer momento de la corrida financiera, tanto la deuda pública total como la deuda externa ya estaban en porcentajes superiores respecto del PBI del que tenían en 2001: 67,4% y 35,6% frente al 49,6% y 32,7% de hace diecisiete años. Con el dólar a 28 pesos la deuda pública llega casi al 80% del PBI. El acuerdo con el Fondo no hace más que profundizar el panorama estanflacionario (estancamiento económico más suba de la inflación) que se avizora para el segundo semestre con pérdida de empleo y caída del poder adquisitivo del salario. Vista la vasta tradición de lucha y movilización que caracteriza a la clase obrera argentina, es muy probable que esta situación empuje a un aumento de la resistencia en las calles de los trabajadores y los sectores populares, de la que el paro de este lunes será un primer botón de muestra.
El gobierno, sin embargo, cuenta con dos puntos de apoyo. Uno, la propia burocracia sindical que quiere utilizar el paro para “descomprimir” y no como inicio de un plan de lucha que derrote el ajuste. Dos, el auxilio que ha recibido durante todo su mandato de gran parte del peronismo, como expresa el apoyo recibido en el Congreso (donde el oficialismo es minoría en ambas cámaras) para leyes como la de pago a los “fondos buitre”, el blanqueo de capitales, la (contra) reforma jubilatoria, o el aval al endeudamiento que figura en el Presupuesto nacional. Ya distintos medios están informando que la política de los gobernadores del PJ (que fueron parte de los 23 de 24 que firmaron el pacto fiscal que permitió el golpe a los jubilados, incluida Alicia Kirchner) y el peronismo “dialoguista” es dejar que avance el acuerdo con el FMI, negándose a que sea tratado en el Congreso o a llamar a una consulta popular que se pronuncie sobre este tema y negociando la aprobación de un claro presupuesto de ajuste para 2019. Ellos temen ante todo a que el descontento con el gobierno se transforme en una resistencia activa al ajuste.
¿Podrá llevar adelante su cometido el “gobierno de los ricos”? No podemos saberlo con certeza pero es seguro que no lo hará sin tener que derrotar una fuerte movilización obrera y popular. Quienes se apuraron a anunciar que Cambiemos había logrado una “nueva hegemonía” luego de las elecciones de octubre de 2017 tuvieron que retroceder después del límite que las calles pusieron al gobierno el 14 y 18 de diciembre. Desde entonces la imagen presidencial no para de caer.
Terminar con la dependencia y el atraso
Desde el gobierno, los economistas de la derecha y las corporaciones mediáticas se intenta convencer a la población de la inevitabilidad del ajuste con el cuento de que la Argentina es en realidad un país pobre que gasta más riqueza de la que genera. Y que, como el crédito para compensar el déficit con deuda se ha vuelta más caro, no queda otra que combinar la ida al FMI con una serie de recortes del gasto público. Es un diagnóstico desde el cual quieren justificar la baja en jubilaciones y salarios de estatales y docentes, así como despidos en el sector público. Pero lo cierto es que hay alrededor de 500.000 millones de dólares de los ricos de este país fugados al exterior. Y desde que subió Macri lo que se hizo fue transferir recursos que iban al financiamiento del Estado hacia las patronales, con la quita y/o baja de retenciones a las patronales agrarias y a la minería y con la baja de contribuciones patronales y en el impuesto a las ganancias que pagan las empresas. En los próximos meses se jugará en las calles cuánto de su programa puede aplicar el gobierno de los ricos. Junto con rodear de solidaridad y apoyar cada conflicto, tenemos que exigir a las centrales sindicales que rompan la tregua y convoquen a un paro activo nacional como parte de un plan de lucha que termine en una huelga general política para derrotar el plan de ajuste.
Los problemas estructurales que tiene la economía argentina no son los que afirman el gobierno y los economistas neoliberales. Sus políticas solo preparan una nueva catástrofe. El peso de los pagos de una deuda “eterna” ilegal y fraudulenta; la fuga endémica de recursos al exterior, predominantemente realizada en forma ilegal; el saqueo de los recursos energéticos; la apropiación de la renta agraria por un puñado de terratenientes, capitalistas agrarios y monopolios exportadores: ahí están los puntos que hay que atacar para revertir la situación. Es solo la clase trabajadora, encabezando al conjunto de los explotados y oprimidos, la que puede sostener una política para que esta vez sean los capitalistas los que paguen la crisis y no se consume un nuevo saqueo al pueblo trabajador. El no pago de una deuda ilegítima y fraudulenta, de la cual pagamos 546.000 millones de dólares pese a lo cual debemos hoy casi 400 mil millones de la misma moneda; la nacionalización bajo gestión de los trabajadores y control de los usuarios populares de las empresas de servicios públicos privatizadas y de todo el complejo energético; el monopolio del comercio exterior y la nacionalización de la banca para evitar la fuga de capitales que succiona hacia el exterior gran parte de la riqueza nacional; son puntos centrales de un programa que, como parte de la lucha por un gobierno de los trabajadores en ruptura con el capitalismo, permita salir del espiral de decadencia, atraso y dependencia al que nos han llevado la clase dominante y sus representantes políticos. Esta es la salida de fondo por la cual luchamos desde el PTS y el Frente de Izquierda.