(Por Christian Skrilec)
La tendencia a calificar, o mejor dicho, descalificar el lanzamiento de la agrupación “Las fuerzas del cielo” como a una simple puesta en escena fascista envuelta en mensajes mesiánicos, parece insuficiente para comprendes el suceso.
Admito que es natural que cuando se cuelgan banderas verticales con palabras como “familia”, “patria”, “Dios”, “propiedad”, y además la agrupación se autodenomina como “el brazo armado” de la Libertad Avanza y la “guardia Pretoriana” del Presidente, inclinan los análisis a la sombra de una ultraderecha peligrosa.
El problema es que la descalificación tiende a la subestimación, y la Libertad Avanza y fundamentalmente Javier Milei, nació y creció políticamente con el combustible de la subestimación. Es importante recordar que después de que el ahora Presidente consiguiera el 17 por ciento de los votos en la elección del 2021, muchos lo calificaron como un fenómeno absurdo de la Ciudad de Buenos Aires. No la vieron.
Hay un armado. Karina Milei, secundada por el presidente de la Cámara de diputados Martín Menem en lo nacional, y el subsecretario de Integración Socio Urbana Sebastián Pareja en la Provincia de Buenos Aires, vienen trajinando territorios para darle forma partidaria a La Libertad Avanza. Ese armado, si bien necesario como estructura electoral, huele a política, a casta, y a decir de los propios libertarios, a viejo.
Las Fuerzas del Cielo son algo diferente, aunque podría definirse como una de las alas, seguramente la derecha, del avión libertario. Esta agrupación tiene un correlato directo con el también reciente lanzamiento de la Fundación Faro, que dirige Agustín Laje. La relación no es sólo ideológico política, donde la “evangelización” libertaria es un objetivo fundamental, además está claro que la Fundación se convertirá en una fuente de financiamiento fluido para la “batalla cultural” que se proponen.
La construcción política tradicional de Karina, el sustento intelectual y económico de la Fundación y el lanzamiento radicalizado de Las Fuerzas del Cielo, no es azaroso. Se enmarca en un contexto donde el gobierno se siente fortalecido por su particular aritmética económica: la inflación y el riesgo país bajan con firmeza, suben las acciones de empresas argentinas, la producción y el consumo crecen a cuenta gotas, el dólar se mantiene quieto y el crédito florece en las necesidades. Los números interanuales siguen siendo un espanto, pero el oficialismo sólo necesita que pasen los meses para compararlos con el ajuste inicial y también les den positivos.
La aclaración económica es válida porque (parafraseando al General), toda la construcción libertaria depende de la sensibilidad orgánica de las mayorías, cuyo centro unívoco es el bolsillo.
El propio Laje admitió en una entrevista reciente que “el éxito económico no alcanza” y por ello debe darse una “batalla cultural y de valores”. Lo que ni Laje ni el think tank libertario admitirá jamás, es que el éxito económico de un sistema encabezado por el ministro Luis Caputo y sustentado por los grandes empresarios, los dueños de la commodities y la patria financiera, difícilmente beneficie a las mayorías. Aunque tal vez, simplemente no la veamos.
En este contexto es donde Las Fuerzas del Cielo se vuelven decisivas. Una agrupación fanatizada con lo que podríamos denominar la particular teología libertaria nacional, es una fuerza militante no sólo pensada para convertir a ateos y sumar adeptos, sino también para amedrentar, condicionar y “domar’ opositores. Pero fundamentalmente para convencer y blindar de conformismo y tolerancia a la mayoría de una sociedad que seguirá atravesando privaciones.
El “brazo armado”, como apuntó con sensatez el diputado bonaerense Agustín Romo, ‘”es digital” y está dispuesto a combatir sin escrúpulos y sin reglas para defender al Presidente. La analogía de la “Guardia Pretoriana” es aún más inequívoca, porque su lealtad es independiente de los pronunciamientos del Presidente, si Milei yerra feo, no importa, su defensa estará garantizada.
A modo de chicana, vale decir que la lealtad de la guardia pretoriana de los emperadores romanos se compraba a fuerza de sestercios. Un pretoriano ganaba entre tres y diez veces más que un legionario, según el historiador y novelista Massimo Manfredi. De cumplirse esta regla, la guardia “mileista” estará garantizada.
Lo mismo ocurre con el fanatismo, la recitación del credo libertario de Milei por los participantes del acto lanzamiento de la agrupación: “El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio….”, retumbó como un rezo laico y sacrificial.
Aunque parezca contradictorio con el origen en los Macabeos, que afirma que “en una batalla, la victoria no depende del número de soldados, sino del poder que viene del cielo”, la libertad avanza comenzó a buscar militantes y soldados para dar batalla. Subestimar o descalificar la convicción y el volumen al que puede ascender esa tropa, es un error político estratégico que la oposición no puede permitirse.
Gracias por leer.