(Por Christian Skrilec) La Iglesia, como institución, hace política hace unos dos mil años, no hay que sorprenderse. Obviamente que en cada tiempo y cada lugar, la intervención religiosa es diferente, de la Santa Inquisición a la Teología de la Liberación, hay abismos que no los podría cruzar ni el propio Cristo.
Como era de esperarse, la llegada del Cardenal Bergoglio al Vaticano iba a generar más temprano que tarde efectos en la política Argentina, mucho se ha escrito sobre ello, desde los tiempos cronometrados que le dedica a sus compatriotas en las audiencias, hasta su posible visita en un año electoral. Cualquier gesto del Papa mirando a la Argentina genera especulación política.
La exageración se promueve en temas menores y los comentarios sobre la influencia divina se aplacan en temas decisivos, como la reforma del Código Civil que llevó adelante el “kirchnerismo”, y nos retrotrajo al siglo 19 en cuestiones de concepción y fertilización asistida. O como ocurriera días atrás, cuando la gobernadora Vidal dio marcha atrás con la adhesión al protocolo de aborto no punible.
El Papa es compañero
En los disimulados campamentos electorales del PRO, donde ya se trabaja fervorosamente para el 2017, la preocupación sobre los movimientos políticos del Papa no se esconde. Operadores de CAMBIEMOS dejan trascender alegremente que el factor más importante para que el peronismo-kirchnerismo-pejotismo no se termine de romper es la influencia de Francisco, y que es el principal promotor de una fórmula de unidad para enfrentar el gobierno.
Tal vez exageren, pero el rol de los Curas de Acción por los Pobres, y su afinidad manifiesta con el “kirchnerismo”, y las críticas cada vez menos sutiles de los obispos son señales a atender. Es cierto que la Iglesia no hace más que repetir las letanías papales contra la pobreza, la desigualdad, la desocupación, las drogas, y demás cuestiones sociales; y también es cierto que los datos duros de la realidad nacional no ayudan al gobierno en estos temas.
Los curas y el territorio
Sin ironía ni blasfemia, recordemos que Dios está en todas partes, y la iglesia también. La distribución territorial de la iglesia como institución compite con el Estado y a veces lo supera. Además, a diferencia de los funcionarios públicos, los curas tienen acceso ilimitado a los barrios periféricos más complejos con un buen grado de libertad, privilegio que perdieron las fuerzas de seguridad primero, y los maestros y los médicos después.
Quilmes, un distrito siempre generoso en ejemplificaciones políticas, nos ha regalado dos hechos claros sobre la incidencia política y territorial de la iglesia. Un par de meses atrás, el Padre Diego (Morinigo) de la parroquia del Barrio La Paz, le espetó al Intendente Molina que “él sabía y todos sabían el nombre y apellido del responsable del narcotráfico en el barrio” y le exigió que hiciera algo. La bravata del religioso tuvo consecuencias más políticas que ejecutivas, Molina y parte de su gabinete se reunieron con el Padre Diego en diferentes ocasiones, y prometieron ayudarlo. Un par de semanas después de su alocución pública, el Padre Diego recibió a la gobernadora Vidal y a la primera dama Juliana Awada en su parroquia.
El fin de semana pasado, el Padre Jorge (Cloro), del barrio IAPI en Bernal Oeste, encabezó una marcha reclamando la intervención del estado en el barrio para combatir el avance de las drogas y mejorar con urgencia la calidad de vida de los vecinos. La movida fue importante, y el Padre Jorge no anduvo con vueltas, expresó que los “ignoran” y los “descartan”, y que “las políticas del gobierno no nos tienen en cuenta”.
Ambos párrocos cuentan con el apoyo de Monseñor Tissera, el Obispo de la diócesis de Quilmes-Varela-Berazategui, que tiene un rol muy activo en lo que a cuestiones territoriales se refiere, y desde su asunción volvió a sacar a la Iglesia a la calle, con eventos solidarios para los más necesitados, obras de caridad, presencia en los barrios, lucha contra la trata de personas, y combate contra el narcotráfico. Una actitud militante de la Iglesia en la zona que no se observaba desde los tiempos del Obispo Novak.
Conclusión
Desde un análisis estricto de la estadística, al Padre Jorge de la IAPI no le falta razón en sus afirmaciones. Es por eso, que desde la cúpula de CAMBIEMOS trasciende la voluntad que las mujeres más emblemáticas del sector (Vidal, Michetti y Carrió) trabajen los próximos meses para convencer al Papa Francisco de que la gestión Macri trabajará de verdad para erradicar la pobreza y la marginación (Pobreza Cero era el lema). Mientras tanto, entre los operadores políticos del gobierno persiste el temor que los curas se transformen en los mejores punteros del peronismo.
Gracias por leer.
*Publicada en la edición N° 821 del semanario “El Suburbano”.