(Por Christian Skrilec)
Calificar de audaz al presidente Milei resulta insuficiente, la definición de “temerario” parece ajustarse más a las medidas que está anunciando en apenas diez días de gobierno. Ayer por la noche, acompañado por sus ministros y a través de la cadena nacional, anunció un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) sin precedentes, que resetea el funcionamiento de la economía argentina.
El DNU es un mecanismo institucional previsto para que el gobierno pueda reaccionar ante una emergencia. La emergencia está a la vista, el problema es el volumen, 366 artículos, repletos de derogaciones de leyes y modificaciones de artículos, cuyo alcance real todavía no pudo medirse con certeza, ya que incluye desde la derogación de la ley de alquileres, hasta una modificación sustancial del régimen laboral, pasando por una reformulación absoluta de la industria farmacéutica y la habilitación para que los clubes de fútbol se puedan convertir en sociedades anónimas, entre tantas otras cosas.
Pero la clave de todo son dos ideas centrales que Milei se cansó de repetir a lo largo de toda su campaña, la desregulación y liberación de la economía y la reducción del rol del estado a su mínima expresión. Milei está haciendo lo que dijo que iba a hacer, hecho que comienza a sorprender a muchos de sus votantes, que repetían para justificar su voto que “no, eso no lo va a hacer”.
El DNU está en vigencia desde hoy. Una comisión bicameral integrada por cuatro senadores y cuatro diputados nacionales, debe darle vista, pero a no confundirse, para rechazarlo, se necesitará la mayoría de ambas cámaras, mientras que para aprobarlo la mayoría de sólo una.
Por otra parte está la Justicia. Las presentaciones, amparos y cuestionamientos a la constitucionalidad del decreto pueden multiplicarse, y es de prever que todo termine en los escritorios de la Corte Suprema.
Mientras tanto, La Libertad Avanza al ritmo de un ajuste sin contemplaciones. Porque a las consecuencias económicas y sociales que tendrá el DNU, hay que sumarle los anuncios que dio la semana pasada el ministro de Economía, que como puntos salientes y de directa afectación deben mencionarse la devaluación de un 118 por ciento, la quita de subsidios y el aumento de las tarifas.
El propio Milei declaró hoy, que es inminente un paquete de leyes que profundizará las reformas sobre el estado y la economía.
El paquete total se exhibe como demoledor.
Muchos compararon el anuncio de ayer con aquel que realizó Carlos Menem en los 90, cuando anunció la reforma del Estado. La diferencia es sustancial, Menem contaba en sus filas con las mayorías en el Congreso, los gobernadores, la anuencia de los sindicatos y el siempre apreciable aparato peronista unificado. Milei, El Temerario, sólo cuenta con el apoyo del 56 por ciento de los votos obtenidos en el balotaje. Ese apoyo, el de los ciudadanos, puede aumentar o decrecer a velocidades peligrosas dependiendo de las realidades individuales.
La ferocidad de los anuncios opacó el otro hecho central de la jornada de ayer, que tuvo como protagonista a la ministra Patricia Bullrich. Desde la mañana, como en una escena de una película distópica, en los parlantes de las estaciones de tren se repetían las principales consignas del protocolo “anti piquete”, mientras los carteles de horarios fijaban la leyenda “el que corta no cobra”, en referencia al plan social.
La imaginación totalitaria se desplegó en las calles y un número obsceno de personal de seguridad; policías, gendarmes, prefectos, filmaban y controlaban a los manifestantes. Es cierto que la abrumadora mayoría de la gente no tolera más los cortes de calles y los piquetes, pero de allí a la búsqueda de la eliminación de la protesta, hay un abismo que no puede cerrarse exclusivamente con mecanismo represivos.
Para concluir, recordemos que ayer fue 20 de diciembre. La fecha es determinante. Veintidós años atrás, caía el gobierno de Fernando De la Rúa después de años que las políticas neoliberales de la década precedente concluyeran en una crisis económica y social muy dolorosa para las mayorías.
Esta es la fecha en la que el presidente Javier Milei, 20 de diciembre, dio su primer mensaje a una población que permanece expectante. Lo hizo exactamente 22 años después de una crisis histórica. En la jerga de las apuestas, el 22, es el loco. No creo que el presidente este loco, pero no me caben dudas que es temerario.
Gracias por leer.