El desacuerdo es programático, estratégico y político. La única justificación para que los “Kirchneristas” duros y blandos, el Frente Renovador y el Presidente y sus acólitos, sean parte de un mismo frente (Frente de Todos), es mantenerse en el poder. Es un vicio de origen, el Frente se conformó para ganar las elecciones y llegar al poder, tal vez, imaginando inocentemente que las ambiciones, las necesidades y los anhelos podían cohesionarse y respetarse hasta superar las diferencias al ritmo de los éxitos. Pero no hubo éxito, y el gobierno Nacional, así como varios gobiernos provinciales e incluso municipales, fracasaron.
¿Por qué no se fractura cuando todas las condiciones están dadas para ello? Por el terror a una masacre electoral.
Ni los desdoblamientos provinciales, ni la suspensión de las PASO (Primarias Abiertas Simultaneas y Obligatorias), ni ninguna otra maniobra electoral pueden torcer el destino que preanuncia este escenario, que como se publicó en este mismo espacio un año atrás, la elección nacional está perdida. Hoy, no se conoce un dirigente que crea que el Frente de Todos pueda gobernar el país después del 2023.
El refugio bonaerense
La idea “kirchnerista” de refugiarse en la Provincia y enfrentar desde allí un nuevo gobierno de Cambiemos, Juntos, o como se llame el armado opositor, se descascara al ritmo de la inflación, la pobreza y la inseguridad. Tres enfermedades para las que el gobierno no encuentra paliativos. Si bien la expectativa electoral del oficialismo en la Provincia no cayó en el pesimismo nacional, las señales no son buenas. El humor social es negativo, la situación económica es peor y no hay futuro que prometer. El “peronismo unido” viene de caer derrotado en las elecciones legislativas del año pasado, una derrota tan espesa como la de Aníbal Fernández en el 2019. Los Intendentes peronistas de los grandes distritos bonaerenses ven como su margen de victoria se achica al ritmo de la frustración vecinal ante la realidad económica y social.
En este contexto no sólo se pierde la Nación, además está en serio riesgo la continuidad del oficialismo en la Provincia de Buenos Aires y se pone en peligro la reelección en algunos distritos.
Lo único que despega es la ruptura
Pareciera que hay sectores del Frente de Todos que ya no pueden convivir en la diferencia. La cuestión Mapuche y la represión en el partido de fútbol entre Gimnasia y Boca, exhibieron las diferencias a niveles de fractura expuesta.
La renuncia de tres ministros nacionales; Zabaleta (Desarrollo Social), Moroni (Trabajo) Gómez Alcorta (Género), y sus posibles reemplazantes, hablan, igual que las renuncias anteriores, de un gobierno que se desvanece. El hecho político, en este contexto, es anecdótico.
Lo que para muchos integrantes del Frente de Todos, es difícil de aceptar, es que son responsables del gobierno mientras sean parte del frente que lo integra. Solo los propios, sus militantes o votantes cautivos, pueden despegarlos. Pero para el ciudadano medio, el votante común, Alberto Fernández, Cristina Kirchner, Sergio Massa y todas sus derivaciones, son parte de un mismo espacio.
La única forma real de despegar de las decisiones del gobierno es romper con el gobierno, esto es, irse del frente. El problema de esa ruptura es que traería como consecuencia una derrota electoral de proporciones catastróficas.
Un año para la resurrección
Al Frente de Todos no le queda mucho tiempo, a apenas un año de la elección general necesita revertir el escenario. Reprogramarse o reiniciarse. Construir una épica o plasmar una estrategia común que le permita seducir a la sociedad de alguna manera creíble.
Cuentan con la ventaja que las opciones no entusiasman, y sólo conquistan voluntades ante la desesperanza y la frustración actuales.
Una lectura superficial de lo ocurrido la última semana demostraría que es imposible, que el desacuerdo programático, estratégico y político parece dispuesto a ampliarse y profundizarse. No obstante, esa frase que justifica las alianzas menos imaginadas y los acuerdos menos pensados: no nos une el amor si no el espanto, puede ser un punto de partida.
Nada espanta tanto al peronismo en cualquiera de sus formas como la pérdida del poder, y tal vez sea eso, lo que termine operando el milagro de la resurrección del Frente de Todos.