(Por Christian Skrilec)
La vicepresidenta Cristina Kirchner está indefensa o mal defendida. Sus tres flancos vulnerables son evidentes: el físico, el judicial y el político.
La vulnerabilidad física quedó expuesta con el intento de asesinato del pasado jueves, la judicial quedó evidenciada con el alegato feroz del fiscal Diego Luciani, y la vulnerabilidad política queda al descubierto por la hasta ahora muy mala gestión del gobierno nacional.
Proteger el cuerpo
“A Cristina la tiene que cuidar el pueblo” es una frase que se repitió con cierto orgullo en los últimos días. La verdad es que suena lindo pero se demostró ineficaz. Entre miles que fueron a llevarle su amor, su fervoroso apoyo, su cariño o su fanatismo, se filtró uno (que todavía no sabemos porque aunque abundamos en sospechas), intentó matarla. Los milagros no se repiten.
Al cuerpo de Cristina deben cuidarlo profesionales de la seguridad. Basta de improvisaciones y de justificaciones tales como que a Cristina le gusta estar en contacto con su gente. Obviamente que puede hacerlo, pero después de la reciente experiencia que puso en riesgo su vida debe hacerlo en las condiciones que su seguridad lo requiera. Si la Vice hace y deshace a su gusto y nadie puede decirle nada, bueno, búsquense otro trabajo o sean responsables de una tragedia en caso de que ocurra.
Enfrentar a la Justicia
Respecto a la cuestión judicial, hubo demasiados actores que se ocuparon de destrozar su primera línea de defensa. Porque el “lawfare” puede ser real, y la Justicia puede tener los valores de sus propios intereses o estar compuesta por “enemigos del pueblo”, pero el alimento de las causas se lo entregaron los que en algún momento juraron lealtad a Cristina.
La imagen insoportable del exsecretario José López descargando bolsos repletos de dólares, muñido de un fusil automático, en un convento en plena noche, es un argumento tan flagrante para cuestionar la integridad de un gobierno que se necesitan esfuerzos ciclópeos para contrarrestarlo.
Lo mismo ocurre con el enriquecimiento explícito de determinados exfuncionarios, el pago improcedente de obras inconclusas o la exhibición ofensiva de patrimonio de algunos empresarios.
Pero la responsabilidad de Cristina por estos hechos debe probarse, y allí es donde debe enarbolarse una defensa jurídica y técnica. Hablar de persecución y de jueces “macristas” no es tan eficiente como demostrar que los fiscales y magistrados intervinientes cometieron una innumerable cantidad de errores e irregularidades, que tanto abogados rasos como especialistas en derecho han puesto en evidencia.
La primera defensa que no hay que olvidar es la que se debe dar en Tribunales, más cuando abundan los elementos para hacerlo.
Gobernar adecuadamente
El PJ, los sindicatos, las agrupaciones, los movimientos sociales, gobernadores e intendentes, y el mismísimo gobierno nacional se manifiestan en defensa de Cristina. Pero la política económica, social, distributiva, de desarrollo y de seguridad, entre otras políticas que llevan adelante, no están funcionando.
¿Qué mejor defensa tendría Cristina ante los ataques de todo tipo a los que está expuesta que un buen gobierno?
Que el odio existe, existe, pero que el bienestar de las mayorías lo relativizaría y el éxito del gobierno lo llevaría a su mínima expresión, no cabe ninguna duda.
Gracias por leer.