(Por Christian Skrilec)
Los grandes medios de comunicación con epicentro en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sumados a las voces más ásperas de la oposición nacional y a un puñado de padres caceroleros en busca de la presencialidad, lograron que el Presidente no escuchara y anunciara poco y nada. Lo único que generó algo de sorpresa en esta nueva cuarentena, es que en vez de dos semanas, se extendiera por tres, un dato menor.
Ese es un primer análisis. Pero quizás Alberto Fernández escuchó, pero está cansado de que lo tilden de empleado de Cristina y vocero de Kicillof, que lo acusen de interventor del AMBA, y se hartó de ser blanco de todo columnista amarillo con ganas de limar su imagen. Tal vez, sólo tal vez, el Presidente pretenda que sea el propio Gobernador de Buenos Aires el que pague el costo de limitar y restringir actividades.
También podría pensarse en una rosca más torcida, donde el propio presidente pidió que le gritaran para disimular una extensión de las restricciones preexistentes sin que los cucos mediáticos y opositores los hostigaran por la prórroga, aunque esto parece demasiado costoso para la política bonaerense, donde realmente se apalanca la potencia política del Frente de todos.
En fin, lo cierto es que Alberto se hizo el sordo y desentrañar las razones exigirá tiempo, lo mismo ocurrirá con las repercusiones de su sordera, si estas restricciones prorrogadas no consiguen disminuir los casos además de amesetarlos en un volumen que sigue poniendo al sistema sanitario a un paso del colapso.
Los habitantes del conurbano que consumimos información estábamos convencidos que las restricciones serían mayores. Las pidieron todos, incluso, con sutileza, muchos opositores. Las pidió Daniel Gollán, ministro de Salud, y el resto de su gabinete en cuanto micrófono les abrieran. Las pidió Sergio Berni, ministro de Seguridad, sin anestesia y con contundencia. También pidieron más restricciones y controles los Intendentes de la Tercera Sección, el corazón político de la Provincia, a través de un clarísimo comunicado. Lo propio hicieron los sindicatos relacionados a la salud, los directores de los hospitales provinciales, los médicos y nuestros inefables infectólogos.
La lista de políticos, instituciones y organismos que solicitaron que se tomaran medidas de mayor control y restricción en el conurbano durante quince días, es enorme, y desembocó en el propio Gobernador Kicillof, que en varios momentos de las últimas dos semanas dio a entender que se efectivizarían. Pero no sucedió.
Entonces el Gobernador se limitó a someterse al “DNU del Presidente, que es Ley y lo vamos a cumplir”. El problema es que hasta el anuncio de ese Decreto de Necesidad y Urgencia, continuar con las mismas medidas no alcanzaba para aplanar la segunda ola de Covid, y ahora nos sometemos al mismo esperando que alcance.
En este marco, voceros oficiosos aseguran que en estos días la gobernación y los municipios podrían sumar restricciones a las que el decreto presidencial establece, porque a todas luces esas medidas no son suficientes para combatir la pandemia en el conurbano.
Lo cierto es que si al 21 de mayo, cuando termine la validez del DNU, las cosas están relativamente mejor, se expondrá que el Gobernador, sus ministros, los intendentes, los gremios y los médicos, entre otros tantos que pidieron a los gritos mayores restricciones, sólo lo hacían (como suele repetir la oposición), por razones equivocadas y totalitarias más que sanitarias. Pero si las cosas no mejoran y empeoran, la sordera presidencial habrá complicado sensiblemente la situación sanitaria en la Provincia.
Gracias por leer.