(Por Christian Skrilec)
Vamos a comenzar con una alegoría virósica para estar a tono con la época y recordar una verdad consolidada a través del tiempo: si el país se resfría, la provincia de Buenos Aires se engripa y a Quilmes le diagnostican pulmonía. En Quilmes siempre se está más complicado que en la enorme mayoría de los distritos, y esto ha sido así desde el retorno de la democracia. Cuando viene la buena no es tan buena y cuando viene la mala es peor.
Puede argumentarse que el impacto de lo bueno y lo malo también se potencia en otros distritos con problemáticas estructurales, como Florencio Varela por citar alguno, pero allí, las crisis cíclicas y constantes la mayoría de las veces se encontraron con la impermeabilidad de la política. En cambio, la política de Quilmes sufrió durante treinta años, más allá de las circunstancias económicas y sociales, una desgastante disputa por el poder que ha marginado al distrito de la prosperidad.
Hoy, pese a que el contexto general puede sumir a Quilmes en su abismo particular, y a pesar de algunos fuegos de artificio que se humedecen antes de encenderse, Quilmes no está políticamente en crisis, aunque nuestra afección al empeoramiento se mantenga.
Tomemos como primer ejemplo la pandemia. Quilmes acumula 23.700 contagios de Covid 19 mientras escribo esta nota, lo que lo ubica segundo en cantidad de casos totales entre los distritos del conurbano, y segundo también en cantidad de casos cada 100 mil habitantes. Además, fue el primer distrito, junto a Avellaneda, en tener un brote de circulación viral comunitaria en un barrio periférico (Villa Azul). Si enfrentar la pandemia es difícil, acá es más difícil.
Otro ejemplo es la inseguridad. La estadística circunstancial puede llevar a Quilmes a entreverarse con muchos otros distritos entre los que más sufren el crecimiento del delito: La Matanza, Lomas de Zamora, Almirante Brown, Lanús, etcétera. Pero lamentablemente, si se buscan los casos referenciales de la inseguridad en la Provincia, Quilmes se encontrará con el jubilado que fue asaltado y mató al delincuente o con la policía federal que fue ultimada por asaltantes, hechos que hacen emerger al distrito por sobre el resto.
El último ejemplo, que además nos sirve para meternos de lleno en la política, es el que nos da la marcha de ayer o algunas de las que la precedieron. Mientras en el país, CABA, otras provincias u otros distritos, se marcha por cualquiera de las consignas opositoras, sea en nombre de “la república”, la “no intervención sobre el poder judicial”, “por el respeto a la libertad”, porque “se vaya Cristina”, o cualquier cosa que se le ocurra a los que convocan a través de las redes sociales, en Quilmes, un grupo de inadaptados políticos (no adaptados al funcionamiento del sistema democrático), pide la renuncia de la Intendenta.
No importa cuántos hayan sido los que marcharon ayer o en la convocatoria anterior con esa consigna, el hecho del pedido de renuncia se instala lentamente a través de las redes y el boca a boca de los vecinos, cuando es un despropósito sin asidero ni correlato con la realidad. En diez meses de gestión no se conocen ni denuncias judiciales, ni pedidos de interpelación, ni críticas profundas de la oposición constituida, ni hechos de mala praxis política que hayan llevado al distrito a situaciones críticas de trascendencia, es más, en este último punto se podría sostener lo opuesto.
Volviendo a nuestra alegoría inicial, podríamos afirmar que al contrario de lo que marcan la historia reciente y nuestros preocupantes antecedentes como distrito, la Intendenta Mayra Mendoza está políticamente resfriada. Mientras que al presidente Alberto Fernández podría diagnosticársele un estado gripal intenso y al gobernador Axel Kiciloff síntomas de neumonía, Mayra apenas estornuda.
Obviamente que afirmar que gozará de buena salud en el futuro es imprudente. La realidad objetiva de Quilmes es gravísima, y los índices de pobreza, desocupación, deserción escolar y otros espantos que nos esperan en los próximos meses pueden minar la salud política de cualquier gobierno.
Gracias por leer.
es una pena ver como el pais y nuestra ciudad se va marchitando hay una casta de politicos inutiles que dejan morir a un país rico , lindo , que alguna vez fue prospero , pero la gula , la mezquindad ,el egoísmo se apropiaron de los politicos ese poder que los seduce los hace olvidar el verdadero rol de su funcion y asi vamos camino a un pais totalmente pobre , sin recursos , sin educacion pero con muchos politicos inutiles que se van llevando lo poquito que queda