(Por Christian Skrilec)
La semana pasada el Intendente Martiniano Molina salió de sus escenarios habituales y comenzó a recorrer caminos inesperados. Es difícil asegurar que este cambio sea producto de la casualidad, la necesidad, o un nuevo rumbo frente a los tiempos electorales.
Como se advirtiera oportunamente, la estrategia política del gobierno comunal fue sencilla y practica desde el primer día: potenciar la buena imagen y la empatía de Molina con los vecinos, e inaugurar obra pública. No había, ni por ahora hay, mucho más. Después se dependerá del contexto nacional-provincial, y que los otros avatares de la gestión no vuelen por los aires ineficacia de por medio.
La estrategia es lícita, y en estas líneas no se analiza el gobierno ideal o deseado, si no la construcción de poder político y electoral. La discusión si la estrategia diseñada por CAMBIEMOS en Quilmes con el aval de la Nación alcanza o no alcanza, se agotará en unos meses urnas de por medio.
Pero esa sencillez y pragmatismo se desdibujaron la semana pasada, cuando el Jefe Comunal y parte de su gabinete se subieron al escenario montado por el partido Fe en el Club El Porvenir. Allí Molina terminó en el centro de una foto con lo más rancio de la vieja política. Un promedio de edad generoso de los referentes presentes no baja de los setenta años, y la juventud de FE, encarnada en el gremialista Alejandro Poli y el concejal Darío Miguel, peina canas hace tiempo.
Es cierto que Gerónimo “Momo” Venegas, el titular del partido, es parte de la mesa nacional de Cambiemos y el sindicalista favorito de Macri, pero una cosa es el Presidente y sus acuerdos, y otra muy diferente que un Intendente que apalanca su discurso en el “cambio” y transformar la realidad del distrito, se rodee de figuras que fueron claves para destrozar la provincia de Buenos Aires durante los últimos 30 años.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, el gobierno apostó con fuerza a un evento cuyo éxito es difícil de ponderar, aunque sin dudas impulsó su desarrollo con entusiasmo. Más allá de las ingenuidades propias de la inexperiencia o mejor dicho, de la persistencia de habitar en una burbuja, inaugurando el evento en medio de un convocante paro internacional de mujeres y superponiéndolo con el festival para “las compañeras municipales” organizado por Raúl “el Ronco” Méndez, el evento salió adelante. Respecto a la conferencia de prensa no voy a explayarme, y recomiendo a los funcionarios pedirle una opinión en riguroso off de record a los periodistas que estuvieron presentes.
Pero lo importante es que en ese marco de festejo feminista, Martiniano visitó el festejo del Ronco en Santa Cruz, y obtuvo otra foto digna del National Geographic, junto al propio Méndez, el ex intendente Eduardo Camaño, y Cacho Reale. El único cambio que propone esa foto es el regreso a la década del 80. Además, el festejo en Santa Cruz, con la presencia de el cantante “El Polaco”, se da de bruces con las nuevas corrientes feministas y la mismísima propuesta encarada por el gobierno Municipal para ese día. Paradojas de la política.
Este paquete de eventualidades nos deposita en un territorio extraño, donde la cuidada imagen de Martiniano se arruga por contacto directo con la vieja política. La pregunta que hay que hacerse es si ese contacto es una casualidad, un descuido, o un cambio de estrategia por razones electorales.
Durante el primer año de gestión, el gobierno limitó al radicalismo a su mínima expresión, sus figuras en el gobierno, el diputado Fernando Pérez y el ex concejal Oscar García, se fueron por la ventana y será difícil entusiasmarlos para la campaña si no obtienen cargos electivos de importancia. Los peronistas en Cambiemos que se referencian en el senador provincial Eduardo Schiavo, hace tiempo que no se sienten identificados con la gestión.
En este marco es posible pensar que Molina busque una sobredosis de experiencia para que lo acompañe en la pelea electoral, aunque dicha especulación se contrapone a la pérdida de influencia del padre Jorge (Molina) en el gobierno. En fin, no nos quedemos con las fotos color sepia, y aceptemos que tal vez todo sea un error de ceremonial.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición N 835 del semanario “El Suburbano”.