(Por Christian Skrilec)
El oficialismo local está entusiasmado y motivado, abundan los convencidos de que Mayra Mendoza ganará las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), no que será la candidata más votada, consagración cuya utilidad es nula pese a la visión de algunos políticos diluvianos, si no que se impondrá a la suma de votos de sus principales opositores, Martiniano Molina y Walter Queijeiro.
Si la elección fuese exclusivamente municipal, los fundamentos para sostener la idea de un triunfo en las PASO tendría muchas menos objeciones que en el contexto real. Mayra no se somete a un plebiscito de su administración municipal, su gestión como Intendenta o su actitud política. Se somete a una elección general donde se eligen autoridades nacionales y provinciales, esta explicación parece innecesaria si no fuera porque hay una legión de distraídos que la omite.
Observemos algunas cuestiones que a este contexto real. Lo primero que hay que señalar es que ni el candidato presidencial del oficialismo Sergio Massa, ni el candidato a la reelección por la gobernación bonaerense Axel Kicillof, le aportan un voto a la candidatura comunal. Cero. Massa (y menos Grabois) traccionan votos, es más, hay que remolcarlos. Kicillof no aporta, la Intendenta no sumará ningún voto a consecuencia de los vecinos que ensobren la boleta de Axel. Sería una verdadera sorpresa que en Quilmes cualquier parte del cuerpo de la boleta oficialista obtenga un voto más que Mayra.
La segunda observación es un tema que ha tomado volumen en la conversación a partir las elecciones que se llevaron adelante en distintas provincias y los antecedentes de la elección anterior: la participación. No es momento de abrumar con datos, pero recordemos que en las PASO del 2019 fue a votar el 76,6 por ciento del padrón, mientras que en las PASO del 2021 participó sólo el 65, 8 por ciento, una baja sustancial. El fenómeno tiene consecución y reincidencia en las elecciones generales, en el 2019 votó el 79,4 del padrón mientras que el 2021 lo hizo el 70,3 por ciento de los electores. Vota menos gente, las razones, para otro momento.
Como se observa, entre la PASO y la general, en el 2019 se sumó casi un 3 por ciento de votantes, mientras que en el 2021 se sumó el 4,5 por ciento. Otro dato que hay que necesariamente observar, sobre todo para entender aquella impactante recuperación de Mayra en el 2021, cuando perdió la PASO por casi 7 puntos y se impuso en la general por 2, es el voto en Blanco. Mientras que en la elección del 2019 el voto en blanco creció más de un punto porcentual entre la PASO y la general, de 5,3 a 6,5, en el 2021 cayó de un 5 al 2,4 por ciento, menos de la mitad.
No se puede ser taxativo, pero es presumible que la mayoría de las ausencias y las abstenciones en las primarias, en la general tienen una orientación oficialista.
El otro punto que debemos anotar, es que Mayra, en un hecho de escasos antecedentes en este municipio, apuntala su reelección en la gestión local, en su administración. Recordemos que el único antecedente reeleccionista lo tuvimos con Francisco Gutiérrez en el 2011, cuando el oficialismo y las políticas nacionales y bonaerenses obtuvieron un triunfo apabullante de Cristina Kirchner y Daniel Scioli. El “barba” fue reelecto montado hábilmente en esa ola mientras su gestión gozaba de precariedad y errores.
Mayra no tiene ola donde montarse, pero si una gestión extraordinaria en la denominada “herradura” de la ciudad o periferia y un buena gestión en los centros. Calificar de extraordinaria la gestión en la periferia, es decir que salió objetivamente de lo ordinario con un nivel de obras de infraestructura nunca ejecutado en esos sectores de la ciudad. Mientras que hablar de buena gestión en los centros es hablar de mejoras de lo ya existente y buena prestación de los servicios.
Es obvio que la Intendenta esta presa del contexto. La periferia puede disfrutar de los asfaltos y los nuevos espacios públicos, pero inevitablemente sufre la crisis económica y la inseguridad, mientras que los vecinos de los centros tienen en su ADN un rechazo natural al peronismo-kirchnerismo que sólo omite cuando la economía es pujante.
Pero el dato que no debemos soslayar es que las elecciones en Quilmes no se definen ni en la periferia ni en los centros, si no en los gruesos circuitos de su centro geográfico, compuestos técnicamente por Quilmes Oeste, un sector de Ezpeleta Oeste y un sector de Bernal. Una larga franja paralela a las vías del tren Roca que se extiende tocando cada borde la mencionada “herradura” y limitando con los centros. Es interesante ver como los políticos bebedores de café de Quilmes centro y los autodenominados referentes barriales de la periferia, omiten esta situación hasta el día en que tiene que buscar una explicación para el resultado electoral. Tal vez, lo hagan porque antiguamente esta franja dividía sus votos en forma pareja entre oficialismo y oposición, hoy en día, como puede observarse cotejando los datos de este siglo, tiene una volatilidad importante.
En esta franja la gestión de Mayra no es mala, pero tampoco se destaca. Hasta ahora, el oficialismo no tiene una campaña de seducción o convencimiento a este sector y posiblemente no lo tenga hasta después de las PASO.
Así las cosas, demos paso a algunas conclusiones. Pese al contexto nacional, Mayra tiene chances de ser reelecta. Y aquí, otra observación indispensable. Usualmente se dice que el resultado de Quilmes refleja el resultado nacional o viceversa, Alfonsín-Vides 83, De la Rúa-Geronés 99, Molina-Macri 2015, que nos lleva la ola, pero por ahora, por lo menos hasta que sucedan las primarias, no hay ola. Asimismo, Quilmes no es el mismo de los 80 ni del 90, ni tan siquiera se parece al de principio de este siglo. La configuración del distrito viene sufriendo fuertes cambios en su constitución poblacional, económica, social y cultural, producto de los desaciertos políticos locales. De ese cambio todavía no se han expuesto ni aclarado los resultados.
Volviendo a lo inminente, Mayra no necesita ganarle a la suma de los competidores internos de Juntos por el Cambio en la PASO. Si lo hace, la elección de octubre está teóricamente definida. Si la Intendenta pierde por un resultado exiguo, presumiblemente siga siendo la favorita de cara octubre. Si por el contrario, la derrota es amplia, la reelección será cuesta arriba.
La participación electoral y los votos en blanco, sumado a la ya imposible de pronosticar elección de los libertarios de Milei, serán factores a tener en cuenta de cara octubre. La militancia y la tarea colectiva e individual de municipalizar la elección por parte del oficialismo, tendrá resultados que se evidenciarán como nunca a la hora de contar los votos en agosto.
Gracias por leer.