La vicepresidenta, Cristina Kirchner, habló finalmente ante una multitud que colmó la Plaza de Mayo y los alrededores. Aunque se preveía que no daría nombres para ocupar las candidaturas que aún están en suspenso en el Frente de Todos tampoco dio definiciones electorales, ni guiños sobre cómo piensa la estrategia electoral. El discurso se basó en los conceptos que viene repitiendo en sus últimas apariciones públicas y aseguró que siempre estará del lado del pueblo.
Más allá del discurso, la imagen que montó CFK fue lo más fuerte del acto. El plano televisivo mostraba a su izquierda a Wado de Pedro y a Sergio Massa, y al derecho a Axel Kicillof, tres presidenciables del Frente de Todos. Además de ellos, la imagen se completó con la familia. Máximo Kirchner, y Alicia Kirchner, quienes suelen participar de los actos políticos, pero también los nietos de la vicepresidenta que exhibieron una imagen inédita hasta ahora.
«Nunca fui de ellos ni lo voy a ser. Hagan lo que hagan, me quieran matar, meter presa, yo soy del pueblo y de ahí no me muevo», exclamó la exmandataria en uno de los momentos más álgidos del discurso mientras miles de militantes coreaban ‘Cristina Presidenta’ bajo la lluvia.
La vicepresidenta instó nuevamente a la «renovación del pacto democrático» que, dijo, se fundó el 10 de diciembre de 1983 en Plaza de Mayo.»Hay que volver a renovar ese pacto. Cuando escucho y dicen hay que acabar con el peronismo o con el kirchnerismo…; por favor, si con ganar me alcanza, ¿por qué tenemos que llegar al exterminio del otro?», preguntó Fernández de Kirchner.
Luego marcó «tres ejes» para la etapa que viene, aunque se privó de designar precandidatos para las elecciones.
El primero de los ejes propuestos fue rediscutir el acuerdo con el FMI porque, advirtió, «si no logramos que sea dejado de lado y nos permita elaborar un programa propio de crecimiento, industrialización e innovación tecnológica va a ser imposible pagarlo, por más que digan lo que digan». Remarcó que el préstamo de ese organismo al Gobierno de Mauricio Macri otorgado en 2018 fue de carácter «político», por lo que «política tiene que ser la solución», y citó a Néstor Kirchner cuando «decía que los muertos no pagan la deuda». Y luego completó el planteo con una propuesta: «En todo caso que lo aten a un porcentaje de las exportaciones pero que dejen de querer dirigir la política y clausurarnos la industrialización del país y convertirnos únicamente en proveedores de materia prima», profundizó.
En segundo término, planteó repensar la administración de los recursos naturales, al advertir que el país «no puede seguir atado a una economía primarizada y los precios internacionales aunque llueva o salga el sol», razón por la que se impone, subrayó, un «salto cualitativo, articular lo público y lo privado».
En el tercer eje de su discurso, habló de la necesidad de refundar el «pacto democrático» que la Argentina vivió al salir de la dictadura en diciembre de 1983, y consideró «necesario» volver a «darle al país un Poder Judicial que se ha evaporado entre las tramoyas de una camarilla indigna para la historia argentina».
Planteó en ese sentido que la Corte Suprema es un «mamarracho indigno» y que «los argentinos se merecen» un máximo tribunal que «sea llamado como tal sin ponerse colorado; a todos los partidos se los pido», añadió.
Cristina se ocupó además de no volver a confrontar contra el Presidente, Alberto Fernández: «Todas las diferencias que he tenido y que tengo y que no es necesario explicitarlas» y recordó que ella misma las planteó «un 20 de diciembre en La Plata», cuando dijo que «después de la pandemia va a haber crecimiento pero, ojo, cuiden los precios de la economía porque sino se lo van a llevar cuatro vivos, y eso pasó».
Pero a continuación destacó que en este período de Gobierno «Argentina volvió a crecer, a pesar de los errores, equivocaciones y diferencias», pero «es infinitamente mejor gobierno que hubiera sido de Mauricio Macri».