Cristina Kirchner habló este jueves durante más de una hora en el Teatro Argentino de La Plata para inaugurar la Escuela Justicialista Néstor Kirchner. A diferencia de lo que se creía en la previa, la vicepresidenta no habló de la coyuntura electoral, ni bajó línea para ordenar al peronismo. Sin embargo, sí dejó la sensación en gran parte de la militancia y la dirigencia de que definitivamente no será ella quién encabece la próxima boleta del Frente de Todos. Lo que hizo fue pedir que se trabaje en un programa de gobierno, y apuntó, sin nombrarlo, al dirigente libertario Javier Milei y su propuesta de dolarización de la economía.
“Yo ya di todo”, “no se hagan los rulos”, “presidenta no”, fueron algunas de las frases que quedaron resonando en el Coliseo platense tras el discurso de CFK: La vicepresidenta no reaccionó positivamente a ninguno de los cánticos, ni gritos que pidieron por su candidatura, la bandera bajo la cual se movilizaron miles de militantes hasta la ciudad de La Plata.
A contramano, lo que hizo fue hablar largamente de la situación económica y estructural de la Argentina y plantear que es necesario trabajar en un programa de gobierno y a diferencia de otras veces en su discurso no apuntó contra la oposición encarnada en Juntos por el Cambio, sino en el sector que lidera Javier Milei y dio varias señales de apoyo a la gestión que lidera Sergio Massa en Economía.
La vicepresidenta se refirió varias veces a Milei, sin nombrarlo directamente aunque aludió a él con la palabra «mamarracho», por decir que «la casta (política) tiene miedo», y se preguntó al respecto «a quién le van a hacer creer» desde ese sector que «van a poder controlar lo que hace el poder económico concentrado».
La exmandataria apuntó además contra el economista Emilio Ocampo, elogiado por Milei, por proponer la transferencia fuera del país de «activos y pasivos del Banco Central y del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la Anses» para implementar la dolarización, y recordó que muchas de las «principales empresas argentinas» tienen acciones en ese fondo.
CFK planteó que «la historia de la Convertibilidad es la historia de la dolarización» y evocó que la paridad del dólar y el peso «empezó con Plan Bonex y terminó con la captura de todos los depósitos» con el corralito del Gobierno de Fernando De la Rúa en 2001.
«Estamos todos discutiendo lo que fracasó hace 20 años. La bomba explotó en la cara de 40 millones de argentinos, en las plazas, en la desocupación y en la captación. Nos dijeron que un peso era igual a un dólar. Significa que primero hubo que capturar todos los plazos fijos en los bancos. Y en virtud de eso, con el Plan Bonex, se pudo anunciar la convertibilidad que fue sostenida con los dólares de las privatizaciones y el endeudamiento que la Nación tomaba para que la base monetaria estuviera respaldada», reseñó.
Como parte de su discurso, sostuvo que el acuerdo firmado con el FMI es «inflacionario» y añadió que ese efecto reviste el «gran problema que tiene la sociedad argentina». Tras advertir que el convenio rubricado consiste en una «política enlatada que se aplica como una receta monotemática a todos los países», llamó a «revisar las cláusulas».
De todos modos, aclaró que «nadie dice que no haya que pagarle» al FMI, «más allá de la discusión de las sobretasas», aunque sí abogó por que «se revisen las condicionalidades» del acuerdo y afirmó que en el futuro «va a haber que discutir que las sumas que se paguen al Fondo estén atadas con un porcentaje al superávit comercial».
Llegada a ese punto convocó a «sentarse» a todas las fuerzas políticas «no a ver si va a haber flexibilización laboral o educación pública gratuita o no gratuita», dijo, sino para avanzar en un «acuerdo» en materia económica para que «el país funcione normalmente y no sea un parto cada elección y un drama cada movimiento cambiario». En ese aspecto, convocó a construir «programas de gobierno» porque, dijo, «no se trata de personas».
Como otro de sus mensajes, aclaró también que cuando convocó a la militancia a «tomar el bastón de mariscal» no era para «dárselo por la cabeza a otro compañero», sino para «poder ayudar a pensar una sociedad y un país diferente y ver cómo podemos contribuir a un futuro mejor».
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