(por Ezequiel González)
“No hay lugar para el populismo light o institucional. Esto hay que dinamitarlo”. Con esa frase, desde un acto organizado por la Bolsa de Comercio de Córdoba, Mauricio Macri planteaba la real interna que hoy en existe en el PRO es la que él, fundador y dueño, tiene con Horacio Rodríguez Larreta, continuador y aspirante a jefe. En un contexto de un Gobierno de espíritu derrotado las aspiraciones creen y lo que verdaderamente está en juego es quien tendrá la lapicera para tomar las decisiones en el partido amarillo, hoy el más poderoso dentro de la alianza Juntos por el Cambio.
Envalentonado, entusiasmado, Mauricio ve como sus acciones crecieron ante los desaciertos del gobierno del Frente de Todos. El préstamo con el FMI ya no es un tema relevante para la sociedad, la inflación que en su gestión superó el 50 por ciento quedó corta ante los records que está marcando en la administración kirchnerista. Sus debilidades electorales se ubican detrás de un velo y hoy varios encuestadores lo dan ganador en un hipotético ballotage ante cualquier candidato peronista. El segundo tiempo, ese que escribió en su libro, está cerca.
Este jueves, desde Córdoba, Macri agitó el fantasma de su vuelta como nunca. Si bien, al ser consultado aclaró que “hoy” no esta “en el lugar de una candidatura”, agradeció “lo que sucedió en estos meses crecientes” y consideró que contribuye “más desde este lugar junto a los dirigentes que están poniendo su esfuerzo y vocación de conducir”, pero aclaró “o somos el cambio o no somos nada”.
«Hay que elegir candidatos que sepan hacer lo más difícil. Es un debate que se está empezando a dar. No hay lugar para hacer populismo light”, el ‘populismo light’ es Horacio Rodríguez Larreta.
El Jefe de Gobierno Porteño quiere ser quien retome el sendero del cambio como fue el continuador en la Ciudad. Se aferra a su “plan”, algo que lo distingue de Mauricio, que ni en 2015 ni ahora sostiene un plan de gestión claro y mucho menos uno económico. Hasta hoy tampoco se sabe mucho sobre qué quiere hacer Horacio si llega el Gobierno.
En directa oposición a la necesidad de Macri de “dinamitar” todo, hace unos días en Lomas de Zamora, Larreta planteaba: “Necesitamos tener un plan que mantengamos en el tiempo. No puede ser que cada presidente nuevo parezca un fundador y que todo lo que hizo el anterior es una basura y haya que tirarlo, así no se construye. Cuando cambie el Presidente puede cambiar alguna cosa, pero el rumbo debe ser el mismo, no podemos ir de un lado a otro. Estamos en un péndulo que con cada ida y vuelta estamos más bajos. Esa es la historia de la Argentina”.
Los dos máximo referentes del PRO parecen sostener un discurso antagónico. La postura medida del actual Jefe de Gobierno Porteño lo lleva, en espasmos, a la necesidad de buscar un discurso derechizado en temas generales para no perder la carrera en las encuestas. El debate por planes sociales y la situación en la educación pasan por ahí.
Pero también la interna entre Macri y Larreta se traduce al territorio. En la Provincia de Buenos Aires no hay tantas opciones como aparecen, están quienes se alinea detrás del ex presidente, hoy Néstor Grindetti y Cristian Ritondo; y la opción colorada, con Diego Santilli.
En los últimos días los socios en la lista opositora a Moyano en Independiente blanquearon que buscarán que sus referentes en los distritos comiencen a trabajar juntos. «Hay que sumar, después vamos a terminar todos juntos», es la frase que se repite. No hay que dejar afuera a Patricia Bullrich pero gran parte de su armado ya venía trabajando a la par con los otros dirigentes, en la tercera varios están bajo el ala del Intendente de Lanús.
El otro lado el financiamiento porteño envalentona a los que empujan al «Colo». Sostienen un argumento poco rebatible cuando se plantean las diferencias «Santilli es el único que le ganó a todo el peronismo unido en la Provincia», en referencia a las legislativas del año pasado.
Las diferencias son por espacios de decisión y poder. Por tener la lapicera, por no dejarse mandar por quien hasta hace un tiempo era un par y hoy quiere ser el Jefe. «Se va a order, como se hizo siempre», aseguran desde Uspallata.
Pero cuando se mira a la tercera sección electora, la más difícil para los amarillos y la más poderosa del peronismo, muchos se preguntan cómo hace Grindetti, ocho años ministro de Macri, tantos otros al frente de las cuentas de sus empresas, amigo personal de fundador del PRO aceptar ordenes de quien era su compañero en el gabinete. Cuentan que unas de las diferencias que sostienen hace años es que el lanusense hincha de Independiente era de los pocos funcionarios que no reportaba jefe de Gabinete hincha de Racing y hablaba directamente con ‘el verdadero’ jefe. Por eso se refugió bajo el ala del ex Presidente. Fue el primero en pedir un «segundo tiempo» y entienden que el ascenso del líder del PRO lo empuja en la batalla provincial.
La interna es una sola. Macri presiona porque se entiende dueño y Larreta aspira a ser CEO de esta empresa llamada PRO. Para eso el Jefe tiene que cederle el poder, pero antes garantizarse no extinguirse en el proceso. La política no es el sector privado, y será muy difícil buscar una nueva inversión como se intentó con Javier Milei. Para que los accionistas logren dividendos en 2023 la apuesta tiene que ser segura. Eso fue lo que siempre caracterizó a la fuerza, su pragmatismo. El candidato será el que mejor mida.