(Por Christian Skrilec)
Envalentonados por el resultado de las elecciones primarias, alentados por la insensatez mediática y una parte de la sociedad erizada, la oposición en todas sus formas se ilusiona con la rendición oficiliasta, una especia de abdicación al poder del peronismo-kirchnerismo condenado de antemano por la magra cosecha electoral.
En estos días se pueden escuchar a referentes de la oposición responder preguntas tales como “¿Cómo van a ordenar la transición si el gobierno no quiere dialogar?” o “¿Qué va a pasar los próximos dos años hasta que cambie el gobierno?”, infiriendo que el gobierno del Frente de Todos está terminado. Incluso el ex presidente Macri se permitió un largo raid mediático anunciando el fin del populismo-kirchnerismo, olvidándose que en el conurbano bonaerense, la concentración mayoritaria de electores en el país, su imagen es despreciada.
La ilusión de la rendición confunde a algunos opositores. Imaginemos el peor de los escenarios, que por supuesto, se viene construyendo desde hace meses con una economía en una crisis agónica que arrastra ya varios años, un humor social irritable y temas graves sin atisbo de resolución como la inseguridad que golpea cotidianamente. Imaginemos también que el resultado electoral de las PASO se repite, o aún peor, que el oficialismo pierde por mayor diferencia, y que con esa derrota se queda sin quorum propio en el Senado nacional, sigue sin el control del Senado bonaerense, quedan en discusión las presidencias de la Cámara de Diputados de la Nación y la Legislatura bonaerenses, y como si esto fuera poco, pierden al conducción de varios Concejos Deliberantes en los municipios.
Un escenario de apocalipsis electoral con graves consecuencias legislativas que seguramente condicionarían al gobierno en todos sus estamentos. Si eso ocurriese, ¿entonces qué?, ¿se van?, ¿abandonan?, ¿en una decisión sin precedentes ni antecedentes el peronismo-kirchnerismo se resigna y cede el poder? Obviamente que no, alejarse del poder no está en el ADN peronista, y mucho menos entregarlo por una malograda elección de medio término.
El Frente de Todos, o su nueva versión post elecciones, contará con poco menos de dos años para revertir la historia, y no caben dudas que sus integrantes intentarán hacerlo.
La renovada alianza de Cambiemos, ahora denominada Juntos, está en condiciones de propinarle al peronismo la peor derrota de su historia en la provincia de Buenos Aires, dejándolo cosechar menos votos aún de los que consiguió la candidatura a gobernador de Aníbal Fernández. Con el agravante que todos los sectores del peronismo, a excepción de la fuerza marginal que encabeza Florencio Randazzo, están unificados.
Las derrotas, sean por un margen escaso o por una diferencia contundente, tienen consecuencias, pero ninguna de ellas será entregarse mansamente a la oposición para transitar una dilatada despedida del gobierno.
El peor error de la oposición es creer que el oficialismo va a rendirse, porque esa rendición implicaría admitir que no son capaces de gobernar y que no tienen respuesta para las demandas de las mayorías.
El peor error del oficialismo es excusarse, culpar a la pandemia y a la desastrosa herencia recibida. Si el gobierno no admite también la incertidumbre de su rumbo, sus equivocaciones y sus pecados de soberbia, la profecía opositora de fin de ciclo podría volverse una certidumbre.
Mientras tanto hay que votar, y con el resultado a la vista constatar si las predicciones opositoras de un triunfo nacional y bonaerense acaban por cumplirse. Lo que sí puede asegurarse, es que la ilusión opositora de la rendición oficialista no se concretará.
Gracias por leer.