(Por Christian Skrilec)
Con las urnas todavía calientes por el fragor de la elecciones nacionales, podemos aventurarnos a afirmar que las dos principales consecuencias políticas de la votación en Quilmes, además del obvio cambio de gobierno, son la consagración como Jefa política e institucional del distrito de Mayra Mendoza, y la conformación de una oposición cuyo liderazgo quedará en manos del intendente saliente Martiniano Molina.
La Jefa
La jefatura de Mendoza se confirma por múltiples razones: Es la primera intendenta mujer del distrito, hecho que se realimenta en tiempos de luchas feministas. Es la candidata más votada de la historia, rompiendo el record que había establecido Molina en el 2015. Llega al gobierno después de haber superado en una interna al resto del peronismo-kirchnerismo de la ciudad por mayoría absoluta. Tiene vínculos directos con muchas de las figuras que ocuparán cargos de poder real en los gobiernos de la Nación y la Provincia. Y además de las mencionadas circunstancias, su elección salvó al “kirchnerismo duro” y a La Cámpora de una debacle electoral en la Provincia, hecho en el que debemos detenernos.
El Frente de Todos tuvo como objetivos principales en la Provincia recuperar la gobernación y un puñado de distritos clave donde había serias chances de triunfo: La Plata, Mar del Plata, Quilmes, Lanús, 3 de Febrero y Morón. Este último volvió a manos de Nuevo Encuentro con la candidatura del ex intendente Lucas Ghi, y Quilmes fue recuperado de la mano de Mendoza.
Mayra tuvo un claro apoyo de Máximo y Cristina Kirchner, quienes impulsaron su candidatura. El problema es que Mayra fue el único acierto. En un clásico error K, se asumió que la ola opositora y el arrastre demoledor de Cristina en la distritos más poblados de la provincia, les daba margen para impulsar a candidatos poco calificados u omitir acuerdos con otros actores del peronismo. Los fracasos de Saintout, Depetri, Debandi y Raverta, son de un alto costo político para el sector.
En este marco, el triunfo de Mayra multiplica su valor puertas adentro del kirchnerismo, y le tira un salvavidas al proyecto territorial de La Cámpora que se enfrentó inesperadamente al naufragio. Si bien Mayra ya era parte de la conducción Nacional de La Cámpora, las actuales circunstancias le aportan nuevos pergaminos, además del poder natural que da el territorio.
Molinismo tardío
En su derrota del domingo, Martiniano obtuvo más votos que todos los candidatos ganadores a lo largo de la historia de Quilmes. Las condiciones objetivas del resultado, seguramente le sacan las ganas de volver a la cocina y lo dejan bien parado en la arena política.
La derrota, mucho más ajustada de lo que se preveía, también lanzó cuestionamientos internos. Hay quienes sostienen que si la campaña hubiera comenzado tres semanas antes y no a principios de octubre, el resultado hubiese sido otro. Demasiado tarde para arrepentirse, durante años la gestión Molina descuidó el oeste del distrito, y fundamentalmente, menospreció la política.
A Molina lo mantiene a flote el “molinismo”, después de aproximadamente 30 meses de gobierno, cayó en la cuenta que la política era parte esencial de la gestión. De ahí en adelante, comenzaron a reposicionarse Guillermo Galetto, hoy Jefe de Gabinete; Maru Sotolano, actual Secretaria de Gobierno; y el presidente del Concejo Deliberante Juan Bernasconi. Pero ni ellos, ni el diputado Sánchez Sterli, lograron que el Intendente liderara un espacio con objetivos políticos, esto es, que se constituyera el “molinismo”.
El discurso PRO de la no-política, la argumentación enclenque que afirmaba que la gestión era la única política posible, un entorno nocivo, y otros perjuicios propios de ser un advenedizo en la política, le impidieron tomar las decisiones adecuadas a tiempo. Paradójicamente, la política ganó el espacio que le correspondía a partir del 11 de agosto, con la apabullante derrota en las PASO, y terminó de consolidar su posición el 27 de octubre, con otra derrota, que esta vez eyectó a Molina del gobierno municipal.
No obstante, aproximadamente 150 mil votos, un bloque de 11 concejales (que seguramente presidirá Juan Bernasconi), y una alta imagen positiva, le permiten a Molina erigirse como titular de un espacio político propio, el “molinismo”, y ser el incuestionable líder de la oposición.
Conclusión
El escenario político está dado, resta que los actores acepten el papel que le toca en el reparto. Para Mayra, aceptar el papel de Jefa no sólo implicará gestionar un municipio muy complejo y repleto de problemas, además, tendrá que liderar un peronismo/kirchnerismo que en Quilmes siempre está dispuesto al conflicto y la ruptura. Para Martiniano, implicará meterse en la discusión desde el llano, tomar un compromiso militante, y agudizar el sentido de la rosca, entre otras inversiones de riesgo que implica la política.
Gracias por leer.