(Por Christian Skrilec)
¿Cómo se hace campaña sabiendo que no vas a ganar, que la elección está perdida? Se lo debe preguntar Vidal, la gobernadora que hasta el 12 de agosto era la estrella de Juntos por el Cambio, la herencia viva del PRO, el rostro de la transparencia, el dolor por los pobres, la lucha contra las mafias. Vidal era la cara del slogan, la imagen de la campaña.
La Gobernadora siempre tuvo un argumento cuya solidez era inapelable. El peronismo en cualquiera de sus formas asumió el gobierno de la provincia en 1987 y lo ejerció hasta el 2015, en esos 28 años transcurrieron Antonio Cafiero (1987-1991), Eduardo Duhalde (1991-1999), Carlos Ruckauf (1999-2001), Felipe Solá (2002-2007) y Daniel Scioli (2007-2015). En esas tres décadas la Provincia empeoró sin excusas.
En el 2015, cuando Vidal asumió, la educación, la salud, la seguridad y la infraestructura en general se habían degradado. La responsabilidad de los gobernadores pasados puede ser mensurada dependiendo de la tendencia del análisis y de las coyunturas nacionales que les tocaron vivir, pero en general, nadie se salva.
Los tiempos políticos resaltan la figura de algunos en detrimento de otros. Por dar un solo ejemplo, en los últimos años se pudo escuchar a Felipe Solá criticando las políticas de seguridad de Scioli primero y de Vidal después, omitiendo que la policía bonaerense que él supo conducir asesinó a Maximiliano Kostecki y Darío Santillán, hecho que al menos debería inhabilitarlo para hablar del tema.
Pero volvamos al argumento que sostuvo a Vidal en su origen, la degradación 1987-2015: la infraestructura educativa, sanitaria y vial se desmoronó. La atención sanitaria empeoró por falta de recursos, insumos y personal médico. La calidad educativa disminuyó a índices preocupantes, y pese a la creación de las universidades del conurbano, los niveles de deserción indican que sólo la mitad de los chicos bonaerenses termina el ciclo secundario. Y por supuesto, la inseguridad fue la mayor preocupación de los vecinos bonaerenses según cualquier encuesta efectuada en los últimos 25 años, sólo superada por la economía en los años 2001-2002 y 2018-2019. A esta herencia que recibió Vidal del peronismo, debe agregarse la pobreza estructural, que es el mal mayor, o la urgencia permanente que condiciona el resto de las políticas del estado bonaerense.
En este escenario y con un contrincante como Aníbal Fernández, cuya imagen negativa se había consolidado en valores preocupantes después de un ataque mediático constante, Vidal llegó a la gobernación, y la herencia recibida se transformó en argumentos para fortalecer el discurso del cambio. Dos años y una elección después, blindaje mediático y encuestas de por medio, María Eugenia era el futuro de Cambiemos, la alternativa indiscutida a Macri, el anhelo de las suegras.
Crisis mediante todo se derrumbó, y Vidal quedó al desnudo. No es arriesgado decir que todo lo que estaba mal, la gestión Vidal lo empeoró. Las obras viales, la purga policial, y el servicio de emergencias (SAME), no implicaron una mejora sustancial en la infraestructura, ni en la seguridad, ni en la salud de la Provincia. No hubo política de hábitat ni de viviendas que pudiera ejecutarse. La educación, otra bandera que pareció agitar al inicio de su gestión, se desgastó entre luchas gremiales y decisiones equivocadas, Sánchez Zinny es el peor ministro de Educación de los que la Provincia tenga memoria.
Pero lo más preocupante, es que la política económica del gobierno nacional desgarró el tejido social bonaerense. El cierre de pequeñas y medianas industrias, la caída del consumo, el desempleo y la pérdida del poder adquisitivo pegaron más duro en el conurbano que en cualquier otra parte. El informe de la Universidad Católica que indica que más de la mitad los niños y adolescentes son pobres, es un golpe imposible de esquivar.
Vidal es Macri. Lo es aunque haya pensado distinto y haya dejado trascender su inconformismo a través de voceros oficiosos. Lo es porque acató las políticas que la llevaron al fracaso.
Por innumerables razones Vidal sigue siendo una gran candidata para la política, pero un examen de su gestión desnudará que no fue una buena gobernadora, por eso se quedó sin campaña.
Gracias por leer.
Publicado en la edición Nro. 945 del semanario “El Suburbano”.