(Por Christian Skrilec)
Escribo estas líneas 24 horas antes de la eficazmente denominada por el gobierno y sus voceros: “marcha de Moyano”. La aclaración vale porque en lo que quede de la semana la situación sindical quedará contaminada por la marcha, y esa contaminación elude el problema real al que podríamos llamar encerrona sindical.
Pero inicialmente entretengámonos un poco con las lecturas coyunturales que se harán de la marcha, a saber: Una multitud, 500 mil personas; un fracaso, 50 mil; apoyo del kirchnerismo, el Pj, la izquierda, los gremios combativos, los docentes, los estatales; falta de apoyo de los gremios serios, de “los gordos”, de la gente, de los trabajadores independientes. Una marcha que terminó en vandalismo, violencia, infiltrados; la marcha se desarrolló en Paz. Marchan para no ir presos, movilizan contra la Justicia, contra el Gobierno, contra el Presidente. Un marcha en defensa del salario y del trabajo. Todo esto puede pasar e interpretarse.
El gobierno de Cambiemos es un hábil elector de sus enemigos, y una vez tomada la elección articula su discurso con la precisión necesaria para ganar la batalla ante la mayoría de la sociedad. Algunos casos son notorios. La medida de la gobernadora María Eugenia Vidal de cambiar el sistema jubilatorio del Banco Provincia puede traerle serios inconvenientes de funcionamiento económico a la entidad, desfinanciar el Banco y relegarlo a ser un Banco endeudado y subsidiado por el Banco Nación, pero de eso no se habla. El gobierno se limita a plantear que un grupo de trabajadores con un salario promedio privilegiado se jubila a los 50 años y además brinda una deficiente atención al público. El argumento contrario a la medida es nebuloso y discutible, el argumento oficial entra en el ciudadano de a pie sin ningún esfuerzo.
Ahora volvamos a Hugo Moyano, nadie lo defiende, solo los más fanáticos hinchas de Independiente y los trabajadores camioneros. Se puede acusar de muchas cosas a Moyano, y probablemente la mayoría de ellas se puedan probar en la Justicia. Moyano ejerce su poder con el vicio y la irregularidad de la mayoría de los sindicalistas. La diferencia es, que el salario de los camioneros fue el más apreciado de la última década, eso, para los afiliados a su sindicato es un valor incuestionable.
Esto es lo que nos mete en la encerrona, si mi representante sindical es corrupto, patotero, se enriqueció ilícitamente, abusó del poder y todo lo que se te ocurra, pero es el único camino que tengo para defender mi trabajo y mi salario, ¿qué hago? Sé que el planteo es una opción injusta, pero el cambio en la forma de hacer sindicalismo y proteger el salario y el trabajo lleva mucho más tiempo del que el afiliado sindical puede soportar en un país como este, y eso es lo que aprovechan los gremios y los gobiernos.
A pesar de lo que muchos creen, el sindicalismo se ha vuelto una presa fácil para el gobierno de Macri, atemorizados por el avance judicial, condicionados por los fondos de las obras sociales, y con temor a perder los privilegios que acumularon durante décadas, sólo aquellos gremios que no tienen salida ante la presión de los afiliados, o los que construyeron un sindicato honestamente estarán dispuestos a enfrentar al gobierno en el corto plazo. El retroceso de Barrionuevo, la timidez de los “gordos”, la obsecuencia de las “62”, y la cárcel para Balcedo y el “Pata” Medina son ejemplo suficiente.
En su momento la ex presidente Cristina Kirchner se sintió con el poder suficiente para enfrentar a Moyano y para muchos fue uno de los errores clave que la llevaron a la derrota. Pero Cristina se divorció de Moyano para casarse con los “gordos” encabezados por Gerardo Martínez, líder de la UOCRA y actual aliado del Presidente Macri. No hubo reforma sindical, ni libre agremiación, ni protagonismo de lo CTA. Cristina actuó políticamente en lo que creyó le sería conveniente y se equivocó.
Para Cambiemos, un gobierno repleto de funcionarios con experiencia empresarial, los sindicatos siempre son un problema a resolver con la misma receta: acuerdo, limitaciones, prebendas y acciones legales. El gobierno tiene la facultad de aplicar cualquiera de esos ingredientes. El término político del enfrentamiento no está entre ellos.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición Nro. 878 del semanario “El Suburbano”.