(Por Christian Skrilec) Lo agarraron, y lo agarraron vivo. Después de 13 días de fuga sólo explicables por la degradación general de las instituciones o un guion cinematográfico tragicómico, Martín Lanatta terminó en la cárcel. Algo para no olvidar cuando sobrevenga el fárrago de operaciones políticas y de prensa de los próximos días: la camioneta en la que escapaba volcó, y un policía de pueblo retirado lo retuvo hasta que tres vigilantes de la comisaría de Cayastá, un pueblo santafesino de 5 mil habitantes, llegaron a caballo y se lo llevaron. No fue la bonaerense, ni la federal, ni gendarmería, ni el mega operativo circense que montaron para su traslado, todas las fuerzas nombradas están sospechadas, en mayor o menor medida, de estar asociadas al narcotráfico y responder a voluntades políticas sectoriales.
Pero con el fin del cabecilla de la fuga, comienza la investigación, y como desafortunadamente mencionara el ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Cristian Ritondo, “el submundo de Quilmes”, que según los allanamientos e investigaciones incluye a los distritos vecinos de Berazategui y Florencio Varela, está seriamente involucrado.
La Justicia va a actuar, esta vez no tendrá chances de jugar al distraído, la indagatoria de Lanatta no tendrá desperdicio, y es una caja de pandora, de esas actuaciones puede salir cualquier cosa. Lanatta es hablador, ya lo demostró con el otro Lanata (Jorge, el periodista), que más o menos para la misma época fugó a Miami.
Los sobrenombres más utilizados por los medios en estos días como “La Morsa”, “El Faraón”, “El Árabe”, todos vinculados a la ciudad, pueden reaparecer en los primeros planos, y con ellos el revuelo político. El único que salió ileso de los más de 30 allanamientos que se hicieron en la zona, fue Marcelo Mallo, la más publicitada de las detenciones junto a la de Marcelo Melnyk (El Faraón). Lo guardaron un par de días por encontrarle tres armas de guerra y una picana, recorrió todos los canales de noticias y buena parte de las radios, y terminó siendo un militante del proyecto popular amante de la piscicultura. Todo es una joda pero le damos rigor de seriedad.
Para la “Poli”, el sacudón fue más duro, se disolvió la Delegación Departamental de Investigaciones de Quilmes con el reemplazo del comisario Roberto Di Rosa, y sus actividades serán absorbidas por la DDI de La Plata. Algún día habrá que mencionar, que por la nefasta sede de Alison Bell y Garibaldi (El Pozo de Quilmes durante los 70), pasaron desde fines de los 80 hasta principios de este siglo, las máximas figuras de la maldita policía, y referentes indiscutidos de los “botas negras”. Por otra parte, Néstor Larrauri, más conocido en toda la ciudad como “Popi”, que había logrado trepar en la escala de la bonaerense hasta la Jefatura de Investigaciones de la Provincia, fue relevado y quedó a disposición de Asuntos Internos.
Así las cosas, lo que venga de la boca del detenido Lanatta, condenado a perpetua por el triple crimen de General Rodríguez por sicario de los narcos, transformado en honesta víctima arrepentida en el proceso electoral, y reconvertido en una mezcla del “Chapo” Guzmán y Jason Bourne, tendrá inevitables consecuencias en la ciudad y los alrededores, donde el juego de la política no estará exento.
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