Por Macarena Ramírez
La convocatoria de la Marcha Federal Universitaria, que fue masiva como pocas veces, no dejó margen para que el gobierno, ni los medios de comunicación afines, pudieran tapar o tergiversar lo que fue un límite claro, el primero, que gran parte de la sociedad le puso al presidente Javier Milei: con las universidades no.
Desde las dos de la tarde cientos de columnas comenzaron a llegar a la plaza del Congreso estudiantes de diferentes universidades, especialmente de la Ciudad de Buenos Aires y la provincia, sectores políticos – estuvieron presentes todos menos el PRO – y sindicatos. Pero entre todos ellos resaltó especialmente una multitud que fue de forma independiente a ponerle un límite al gobierno nacional en un tema en el que hay gran consenso: la universidades públicas son fundamentales para el progreso, es uno de los orgullos nacionales y no se puede permitir su desfinanciamiento.
El discurso de Milei ataca todas y cada una de las cosas administradas por el Estado apoyado en la falta de resultados para dar respuestas a las demandas de la sociedad hace años. En esas críticas feroces y su posterior ataque a través de recorte de recursos, cierres, o vaciamiento, el presidente encuentra el apoyo de ciertos actores o al menos la indiferencia de una parte de la sociedad.
Pero el gobierno no vio que ese mecanismo no funciona con las universidades nacionales. Ni el discurso del adoctrinamiento, ni el de los curros entró en la población, tampoco la excusa de la auditorías. No logró manchar el prestigio que las casas de altos estudios tienen en la Argentina. Básicamente porque funcionan, y funcionan bien. No hay un reclamo o un hartazgo social en ese tema.
Milei no la vio, insistió aunque tuvo decenas de advertencias y posibilidades de apaciguar la situación. No lo hizo, o intentó hacerlo tarde y mal. La calle le dio una respuesta contundente aunque quiera minimizarlo públicamente y de manera infantil. En el gobierno algunos tomaron nota. Qué harán con eso es una incógnita.
Lo cierto es que Milei ayer encontró un límite, el primero.