(Por Christian Skrilec)
Para los que no están familiarizados con el juego del póker en su variante Texas Holdem, la expresión “All In”, cuya traducción literal es “todo adentro”, significa que un jugador apuesta toda las fichas que posee en una jugada. Dependiendo la cantidad de fichas que tenga el oponente, el jugador que apuesta “All In” y gana puede aumentar sensiblemente su capital y hasta duplicarlo, y si pierde la mano podrá seguir jugando con el resto de sus fichas o quedar completamente eliminado.
Explicar que la Intendenta de Quilmes juega todas sus fichas en las acciones políticas sin importar que cartas tenga en la mano es casi redundante. El impactante tatuaje de Néstor Kirchner que exhibe en su brazo es más que simbólico. Mayra no tiene matices y aplica el discurso kirchnerista sin dobleces ni especulaciones. Si hay que apoyar una mediada nacional o provincial, si hay que militar una idea, marchar por una consigna, o inmolarse con parte de su potencial electorado para defender una posición política, lo hace naturalmente. Hasta aquí, sin sorpresas.
La situación es que esta actitud militante que se impone sobre la dirigente, también empieza a envolver a la gestión. Mayra está jugando “All In” con la administración municipal y el riesgo se torna más evidente y más concreto.
La instalación de la alcaidía, las modificaciones de las ordenanzas que regulan las construcciones y la instalación de antenas, y las jubilaciones compulsivas son algunas de las heterodoxas acciones de gobierno que exhiben su vocación de ir a fondo. La corrección o el acierto de estas decisiones son menos discutibles que su aplicación y consecuencias.
Tengo para mí que la Intendenta se niega a aceptar la reciente historia quilmeña que prescribe la fatalidad. Si algo tiene el riesgo de salir mal, en Quilmes saldrá peor.
Es posible que la construcción de una alcaidía en el ribera interior sea en la teoría una solución para una infinidad de problemas referidos a la seguridad local, como el hacinamiento en comisarías, la falta de personal policial en las calles de la ciudad, el incumplimiento de los regímenes existentes para los detenidos, etcétera. Es más, el funcionamiento de alcaidías presuntamente similares en Lomas de Zamora y Avellaneda no han traído consecuencias negativas. Pero esto es Quilmes, y la sospecha del crecimiento de los asentamientos en la zona, la proliferación del delito y el narcomenudeo, y la degradación inmobiliaria, sumado a darle el golpe final a la ilusión de desarrollar la ribera con otros fines, son fantasmas que se corporizan en la ciudad y su historia de desaciertos.
Lo mismo ocurre con las ordenanzas que se pretenden modificar. La ordenanza que obliga a las construcciones superiores a los 5 mil metros a tener la aprobación del Concejo Deliberante, se concibió hace unos 15 años frente al desarrollo indiscriminado y descontrolado de las viviendas multifamiliares y los comercios de grandes dimensiones. En teoría, esta ordenanza limita el desarrollo urbano, las inversiones y la creación de puestos de trabajo. En la práctica, esta ordenanza no le impidió a Quilmes convertirse junto a Lomas de Zamora y Lanús, en uno de los distritos con mayor desarrollo inmobiliario del conurbano. La razón es simple, su aplicación es laxa. Además, el riesgo, y volvemos a la historia reciente, es que la falta de controles municipales y de planificación urbana, hagan del distrito un paraíso para constructores e inversores inescrupulosos, que suelen sentirse cómodos por estos lugares. Hoy en día, pueden observarse construcciones en pleno desarrollo que desconocen las actuales ordenanzas que las regulan y la Ley provincial de para el uso del suelo.
Un caso más claro es la ordenanza que regula la instalación de antenas. Todos coinciden en que hay que modificarla. La rigidez de sus principios precautorios y sus duras limitaciones tiene a Quilmes con un pésimo nivel de comunicación y con una bajísima calidad en servicios de telefonía e internet. Pero la ordenanza no fue producto de la locura o de cierta vocación local de retroceder a la edad de piedra, si no que se votó en función de los abusos incalificables que cometían las empresas. Antenas en los techos de las escuelas y jardines de infantes, en medio de espacios públicos, al lado de los centros de salud, y en cualquier lugar donde alguien estaba dispuesto a rentar un espacio. La tecnología cambio y las necesidades son otras, pero la ética, o mejor dicho, la falta de ética empresarial, sigue teniendo las mismas necesidades y la misma falta de escrúpulos. Otra vez el historial de desaciertos pesa, ¿se puede garantizar que esta modificación necesaria no implique que se instalen antenas en la cabeza de los quilmeños?
Otra cuestión que vale la pena abordar, es la decisión de la administración de jubilar a todos los trabajadores municipales que estén en condiciones de retirarse. La medida está, política, económica y administrativamente justificada. La renovación de personal y el redimensionamiento de la planta municipal es otra acción cuya necesidad se acepta desde hace años. Sin embargo, esto trae consecuencias indeseables si se hace de manera inconsulta e indiscriminada. La expresión más visible del problema es la Escuela Municipal de Bellas Artes (EMBA), la jubilación compulsiva de algunos docentes, en algún caso más que justificada, trajo aparejada una serie de reclamos que fueron creciendo en el correr de los días, y en la última semana se corporizó en una protesta que sumó un fuerte apoyo gremial y fundamentalmente del centro de estudiantes, que se pareció bastante a una declaración de guerra. La EMBA tiene un historial de conflicto que abarca en mayor o menor medida a las últimas tres administraciones, y el resultado siempre fue negativo para los que gobernaban. Más allá de este asunto puntual, también hay que referir que el alcance de las jubilaciones compulsivas llega a todas las áreas, con la particularidad que hay empleados a jubilar que carecen de reemplazo, si bien nadie es imprescindible, es necesario preparar al personal que lo reemplace adecuadamente en las tareas y no recienta el funcionamiento del área.
Conclusión
Volviendo a la afirmación inicial, Mayra juega “All In”, va a fondo con cambios y correcciones sin importarle la historia de desaciertos y los costos políticos que condicionaron y condenaron a gestiones anteriores. Su ventaja sea quizás, que tiene resto, y puede permitirse perder algunas manos frente a contrincantes cuyo capital político ha mermado. Lo estratégicamente recomendable, tanto en el póker como en la política, es no desnudar el estilo de juego para que los oponentes no se aprovechen de las debilidades y los errores, pero en este caso, es difícil que Mayra tenga otra forma de jugar que no sea la de apostar todas sus fichas en cada mano.
Gracias por leer.
yo hasta hoy no apruebo la gestion me parece calamitosa desfavorable para los que pagamos es triste ver como quilmes va cayendo de nivel cada vez mas bajo esta intendente ama las villas ama hacer quilombo solo con verla saltar en marchas olvidando el cargo que ocupa, pero es totalmente coherente con lo que representa un gobierno decadente con intendentes identicos
si seguimos asi vamos a ser una sucursal de venezuela o cuba donde prevalece la gente pobre la delincuencia las villas pero politicos ricos
La soberbia a veces no tiene cartas. Para jugar sin estrategia, es posible que no ligue mas que votos en contra. Empezó perdiendo. Tuvo una oportunidad y la dejó pasar. Lo q puede hacer para no seguir lastimando a su militancia y vecinos, es cambiar varias cartas de este juego, quizas con ello se sienta mas segura? limpia e iluminada, como Quilmes???