( Por Christian Skrilec)
El ejercicio del poder no sólo se obtiene con el mandato y los cargos, también exige vocación y decisión. A esta altura, nadie duda que el kirchnerismo ejercita el poder sin dudarlo. Primero Néstor, después Cristina y ahora Máximo continúan imponiendo condiciones. El sostenimiento de ese poder cuenta con un elemento esencial, los votos, y los votos son de Cristina.
El epicentro de esos votos está en la populosa y castigada Tercera Sección electoral y se expande con fuerza por toda la Provincia de Buenos Aires para irse diluyendo en el territorio nacional con más o menos fuerza.
Paradójicamente, en el conurbano bonaerense, convive el núcleo duro del votante kirchnerista y los intendentes peronistas, conocidos a través de los años como “Barones del Conurbano”. La relación parece natural, pero la realidad política demuestra lo contrario. Los intendentes volvieron a perder en el cierre de listas frente al poder K.
La razón es simple, desde que asumieron Macri y Vidal, los intendentes se dedicaron durante unos treinta meses a especular sobre la forma en que debían sacase de encima el yugo kirchnerista, pero al final tuvieron que hocicar ante la realidad. Fue el propio Martín Insaurralde, el que en un acto terminó reconociendo que “tienen que venir a nuestro barrios y escuchar lo que nos dice la gente de Cristina”.
Por más predicamento, territorio y gestión que tengan los intendentes, desde hace años una ruptura con Cristina significa poner en riesgo su continuidad en el poder. Partir el voto peronista en los distritos, sobre todo donde hay una fuerza expectante como Cambiemos, es exponerse a una derrota.
El último dato que hay que consignar, es que la reelección indefinida de intendentes culmina en el 2023, y la sucesión está en juego en varios de los principales distritos del conurbano.
La estrategia
Este es el mapa que permite la estrategia que busca darle al kirchnerismo duro o puro, lo que nunca tuvo en su epicentro de votantes, la territorialidad. Las listas de diputados nacionales y senadores por la tercera sección electoral dejan esta estrategia al desnudo. De la mano de Máximo Kirchner y La Cámpora, el poder K va por el territorio.
Para entender esta situación, nada mejor que Berazategui. Con más de 30 años en el poder, nuevamente candidato para reemplazar a su hijo Patricio, el doctor Juan José Mussi fue el que mantuvo la posición más dura hacia el kirchnerismo los últimos meses. Frases como “no se metan en Berazategui” o “primero la militancia, estar junto a los vecinos, y después el cargo”, suelen ser sus tiros por elevación a Luana Volnovich, la diputada nacional que irá por su reelección en el segundo lugar de las lista del Frente de Todos. Mussi siempre sintió que Volnovich era una intervención sobre “su distrito”. El doctor ya anunció que este será su último mandato, y nadie sabe cual será el futuro de Juan Patricio. La sospecha que Volnovich, recorra en Berazategui el mismo camino que transitó Mayra Mendoza en Quilmes preocupa al mussismo.
Por su parte, Mendoza tuvo dos mandatos como diputada nacional, y fundamentalmente en el segundo profundizó su militancia territorial, para terminar hoy siendo la favorita para quedarse con la interna de “Todos” en Quilmes.
De acceder al gobierno de Quilmes, el quinto distrito de la provincia de Buenos Aires, le otorgaría a La Cámpora un pie territorial incomparable, con el que podría expandirse hacia otros distritos.
Pero estos no son los únicos nombres en danza. La concejal de Lomas de Zamora Daniela Vilar, ocupa el duodécimo lugar en la lista de diputados nacionales, es una referente de La Cámpora en la región y su base se asienta en un distrito donde Insaurralde no tiene reelección ni un sucesor claro.
Otro nombre al que hay que prestarle atención es José Lepere, el actual Jefe de Bloque de concejales en Almirante Brown, quien ocupa un lugar expectante en la lista de senadores provinciales. Recordando también que Mariano Cascallares no tiene reelección.
Una incógnita es Florencio Varela, el único distrito del sur donde Nuevo Encuentro tiene relevancia, La Cámpora tenía un referente de peso como Jorge “El Loco” Romero, al que muchos auguraban un futuro de candidato a intendente, pero quedó marginado por las denuncias de violencia de género. No obstante, el fantasma de Héctor Salatino, el eterno candidato de Nuevo Encuentro, seguirá sobrevolando.
La única excepción en zona sur es Jorge Ferraresi, posiblemente, el último y más firme puente entre los ex barones del conurbano y el kirchnerismo duro.
Conclusión
El poder K se expande a la sombra de los votos de Cristina. Un triunfo de Kicillof en la Provincia y la ubicación estratégica de sus referentes ponen fecha para el desembarco K en el 2023.
Los intendentes imaginan un plan de resistencia, pretenden que Alberto Fernández los proteja en caso de ser electo Presidente, que Sergio Massa se arme desde adentro, o cualquier esquema que les permita detener el avance.
El resultado electoral del 2019 no cambiará la historia. Si Cambiemos reelige, a lo sumo, retrasará la pelea. La otrora “minoría intensa” pero sin territorio, está haciendo pie en el conurbano, quiere gobernar la Provincia, quiere gobernar los municipios, y se prepara para impulsar la candidatura de Máximo Kirchner a la presidencia.
Gracias por leer.
¿Lo que falta preguntarse es para qué es esta «construcción de poder»? Teniendo presente que la cuestión de la Deuda Pública es más o menos la prioridad 608, me atrevo a decir que esta construcción de poder a lo único que conduce a¿es a ser un aparato político, sin otro objetivo que el de disfrutar del pequeño espacio de poder que le dejaran disponible los que saquean a nuestro país. Son jóvenes, pero me parece nada distintos a las viejas estructuras partidocráticas.