(Por Christian Skrilec)
El ex presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, ex Intendente, y ex presidente de la Nación por un día, Eduardo Camaño, está muy cerca de la gestión Molina, y por ende, de Cambiemos. La cercanía no sorprende por muchas razones, Camaño quedó afuera del armado peronista, sea electoral o partidario, tiene una relación histórica con Jorge Molina (padre del Intendente) con quien compartieron gestión en los años 80, y es un “duhaldista” de pura cepa. Si Macri y Vidal se sientan a escuchar a Duhalde, en la lógica de Cambiemos es natural que los Molina escuchen a Camaño.
Camaño conoce como nadie el entramado del poder, tiene un doctorado en “rosca” política, si bien es posible que el paso del tiempo le haya quitado percepción social, tiene una claridad meridiana de las ambiciones y motivaciones de los actores de la política. Camaño es una persona para consultar y para aprender. Pero para gestionar y administrar, es un hombre del siglo pasado.
Una sensación similar entrega Jorge Molina, a quien respeto y escucho con suma atención cuando tengo la oportunidad de entrevistarlo o conversar con él en off de record, su experiencia es invaluable. Pero a la hora de gestionar en los tiempos actuales su influencia fue negativa. El sólo ejemplo de la designación por su voluntad de Gastón Linsalata en las áreas de Medio Ambiente y la recolección de residuos, un personaje ignoto que apenas duró unos meses en el cargo, dejó una situación de desorden administrativo y culto a la ineficacia que el gobierno todavía no puede o no sabe cómo solucionar.
Los Molina también escuchan a Ángel Abasto, y sin dudas se someterían con gusto a la verborragia del ex jefe de gabinete Aníbal Fernández (varios integrantes de la gestión lo ha hecho), si la posible difusión de las hipotéticas charlas con el ex ministro no los perjudicase políticamente. Todo esto es atendible y racional, estos son junto a los ex intendentes Federico Scarabino y Francisco Gutiérrez los nombres más importantes de los últimos 30 años de la política local, con momentos de influencia decisiva en la política bonaerense y nacional.
El problema es uno sólo: ese distrito destruido y abandonado que Martiniano Molina describió durante toda la campaña electoral, ese “municipio devastado” según sus propias palabras, que encontró cuando asumió su mandato como Intendente, es el que por acción u omisión, construyeron todos los anteriormente nombrados. Sea por disputas internas, ambiciones personales, indiferencia o quién sabe qué cosa, todos fueron oportunamente cómplices de la decadencia quilmeña.
A la hora de escucharlos, los Molina no deben olvidar ese dato irrefutable. Seguramente algunos son más responsables que otros, pero sí de cambio hablamos, hay que tomar recaudos. También es cierto que si hay algo en que no fallaron nuestros dirigentes históricos, es en la construcción de poder personal. En algún momento, y pido me dispensen por la metáfora obscena, todos la tuvieron realmente grande.
Martiniano Molina tiene hasta hoy una ventaja original en la historia de la ciudad, no tiene en el horizonte que enfrentar ninguna interna. Nadie dentro de Cambiemos tiene los padrinos o los avales para obstruirle su camino reeleccionista. Y que ninguno tenga las condiciones dadas para disputarle el sillón de Alberdi 500, le da un enorme rango de maniobra política. No necesita como otros, rodearse de obsecuentes incapaces ni de voluntaristas sumisos. Puede evitar el camino de construir un gobierno de empleados obedientes, de leales ineficientes, o de un puñado de cómplices. Normalmente los tipos que en política hacen bien su trabajo aspiran a más, y siempre es más difícil conducir esas ambiciones que eliminarlas.
Como el mantra de Cambiemos que diferencia lo viejo de lo nuevo está demasiado arraigado como para rescatar los valores de lo anterior, digamos que hay que refundar la vieja política. Porque en realidad lo que importa de la política no es su antigüedad, sino que sea beneficiosa para los que la ejecutan y para las mayorías. Hay que escuchar, pero prestando atención. No se gobierna una ciudad como esta en este tiempo, despertándose a media mañana, yendo a tomar café, y mirando que foto puso en tapa algún diario oficialista.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición Nro. 870 del semanario “El Suburbano”.
MUY BUENA LA NOTA Y MUY CIERTA,UN ABRAZO.-
dos viejos prostaticos,obvio camaño menos gaga que ese viejo hijo de puta de jorge molina.