Axel Kicillof sufrió este viernes su primera derrota política. El tratamiento de la Ley Impositiva se fue tornando con el correr de las horas en una novela de fuerte impacto público de la que no se pudo salir y dejó al descubierto acuerdos, desacuerdos, improvisación e internas.
Había un acuerdo de cúpulas, antes de su viaje a París, Vidal le había garantizado al gobernador el apoyo a la ley, confiado de que ese acuerdo iba a concretarse y se iba a obtener la aprobación sin demasiados inconvenientes, como ocurrió con el paquete de emergencias, Kicillof no reparó en poner en marcha algunas estrategias que desde su entorno recomendaban.
El jueves las negociaciones se empantanaron con la discusión de cargos para la oposición sobre la mesa, la fuerte exposición mediática del “impuestazo” y una Vidal que en pleno conflicto estaba subiéndose a un avión. Para entonces, en la oposición había molestia por la exposición de los funcionarios de Kicillof respecto a la discusión de cargos y necesitaba, además, modificaciones en la Ley para poder justificarse públicamente.
Algunos entusiastas creyeron que el viernes estos dilemas podían resolverse, en varias reuniones se discutieron las posibles modificaciones a la Ley, particularmente bajar el 75% de impuesto inmobiliario rural, la oposición quería acordar. Desde Juntos por el Cambio pedían llevarlo a un 55% o 60%, pero Kicillof no cedió y la sesión se cayó. Tras eso conferencias de prensa y comunicados por doquier, desde la oposición plantearon que quieren ayudar pero “un aumento por encima de la inflación no es ético” y el gobernador, ante la sorpresa de propios y ajenos, arremetió duro “este gobernador no va a aceptar extorsiones para aprobar leyes” aseguró.
En medio de toda esta situación quedaron expuestas las internas en ambos bandos. Los intendentes del peronismo no hicieron mucho por colaborar, tampoco la mayoría de los legisladores, salvo alguna excepción; no se los vio defendiendo la ley ni operando para lograr su aprobación, la foto del jueves fue eso, sólo una foto y la repetición ridícula de tweets al unísono diciendo lo mismo es una puesta en escena. Los intendentes están enojados.
En Juntos por el Cambio también se dejaron al descubierto las internas y la disputa por la conducción en el espacio. Es cierto lo planteado por Kicillof, no había interlocutores válidos, o había demasiados. Ante la ausencia de Vidal y de Salvai, Jorge Macri vio la puerta abierta y entró, estuvo activo durante toda la jornada llamando, enviando mensajes y encabezando reuniones. Finalmente se puso a la cabeza de la conferencia de prensa opositora.
La última perlita de la jornada de viernes, inexplicable para muchos. El oficialismo intentó por la noche, haciendo una interpretación forzada del reglamento, sacar la ley en diputados. No lo logró tampoco porque no llegaba al quórum. Salieron, tarde, a buscar a diputados opositores del bloque Cambio Federal, que responde a Posse y Monzó pero no tuvieron éxito. Desde el espacio cuestionan el ninguneo previo y la elección del oficialismo de “jugar” con Vidal.
Quedan dos opciones ahora, algunos empujan para que el tratamiento de la Ley se posponga a marzo y otros buscan que el 7 o el 9 de enero se trate la norma ya con un acuerdo previo al que será difícil de llegar después de los dardos entre unos y otros. Alguien tendrá que ceder.