por Jorge D’Onofrio (Diputado provincial Frente Renovador)
Robos, asesinatos, entraderas, salideras, secuestros. Son algunas de las modalidades delictivas que sufrimos a diario los argentinos. En todas hay un alto porcentaje de incidencia de la droga en la comisión del hecho, lo que hace imperioso trabajar en una política que apunte directamente a declararle la guerra al narcotráfico. Los países que han batallado seriamente contra los narcos, han bajado sus índices de inseguridad en porcentajes altísimos.
Tal vez suene una obviedad lo mencionado en el primer párrafo, pero parece que para el Gobierno no lo es tanto. Hemos escuchado discursos grandilocuentes de la gobernadora Vidal, hablando sobre la lucha contra las mafias que envenenan a nuestros hijos con la droga, o al presidente Macri, que junto a la ministra Bullrich inauguraban la instalación de scanners para detectar el paso de cualquier tipo de estupefaciente por las fronteras argentinas. Sin embargo nada ha cambiado.
Desde hace un año que estoy realizando una tarea de investigación sobre los pasos fronterizos. Estuve en los pasos de La Quiaca, en Orán, en los ríos Paraná, recorriendo los Puertos de Zárate, Mar del Plata, y en todos detectamos una desidia por parte del Estado que preocupa. No hay controles, los scanners que compró el Gobierno están envueltos en papeles. El único avance que vimos fue el del marketing político para anunciar controles que no se realizan. Y sabemos que la ausencia de controles le abre las puertas al narcotráfico y a todo tipo de contrabando.
Estamos frente a la frontera del delito. Parece un juego de palabras, pero en realidad, es en la frontera donde se inicia el delito e influye para que la inseguridad que vivimos y padecemos a diario sea más violenta. Desde perder miles de millones de dólares por el contrabando de mercaderías que se ven a simple vista, la frontera norte invita a que los mercaderes de la muerte trafiquen drogas, armas y personas, solo por mencionar algunos ejemplos dramáticos.
Tampoco necesitamos de una enorme tarea de investigación, con cientos de personas trabajando para detectar de dónde viene la droga. Con caminar un rato por la zona de la frontera, rápidamente, cualquiera puede saber la ruta que hacen los productos que vienen de China y el sudeste asiático que ingresan por la zona Franca de Iquique pasando a Bolivia y recalando en todo el territorio Nacional merced a la inacción del Estado en las fronteras.
La desidia y el abandono se puede graficar de una manera muy sencilla: a 500 metros del puesto de control, se acaban los efectivos de Gendarmería controlando, y la gente cruza por el río Quiaca caminando, o en camionetas, en autos, traspasando cualquier mercadería. Las cámaras puestas en el paso fronterizo desembocan sus imágenes en un lugar que nadie controla. Sumado a esto hay que decir, que Bullrich, avalando su desinterés por controlar el ingreso de droga al país, puso como responsable del área de fronteras a un oceanógrafo, cuyo único pergamino es ser presidente del partido político de la ministra en la Ciudad de Buenos Aires.
En definitiva, y para tratar de sintetizar esta alarmante situación, hay que decir que ninguna decisión de gestión política va a ayudar a bajar los delitos y los hechos de inseguridad que sufrimos porque no van acompañado de una política integral de luchas contra los narcos. Vengo diciendo lo mismo hace años, cuando ataquemos la ruta del dinero de los narcotraficantes, recién ahí podremos ver avances en dicha materia.
Lo que no entienden ni Macri ni Bullrich, ni Vidal, ni Cambiemos en general que cada delito que se comete en la frontera se multiplica geométricamente en todo el territorio nacional como una bola de nieve. Con cada día de brazos caídos, con cientos de muertos a manos de los delincuentes, cada vez que consienten el paso de estupefacientes es un hijo de la Argentina y quizás alguno de los propios que caen irremediablemente en las redes de la droga. Así nos roban la esperanza y sobre todo el futuro de nuestros hijos.