Timbrear, o cazar en el zoológico

(Por Christian Skrilec) En general la frase se escucha de algún integrante del Frente Renovador, cuando se refieren a alguna medida que en vez de acercarse al consenso, aparece mucho más ligada a una decisión unilateral del Presidente o la gobernadora: “el gobierno hace kirchnerismo prolijo”, puede escucharse.

Aunque en esto de los parecidos difiero, no es que el PRO se parezca al “Kirchnerismo”, lo que ocurre es que algunas metodologías utilizadas durante el gobierno anterior, se copian, se amplían, se perfeccionan. El tema de la utilización de las redes sociales para la formación de opinión y dar batalla informativa en la web, son un ejemplo excelente, el método lo iniciaron los K, lo perfeccionó y lo utiliza el gobierno PRO.

Las metodologías no deben preocuparnos, tal vez no éticas, pero al fin y al cabo lícitas en los tiempos que corren. A lo que si deberíamos prestar un poco más de atención es a lo conceptual. Creo que el PRO si comparte alguna patología instalada por el “kirchnerismo”, y es esa voluntad absurda y permanente de convencer a los convencidos, o como suele ejemplificarse con sencillez: cazar en el zoológico.

Desde los jóvenes de La Cámpora, cantándole a Cristina que ahí estaban los pibes para la liberación, al “sí se puede” pero no sabemos que es lo que se puede, y si tienen tiempo por favor avisen, hay un denominador común, que brutalmente podría calificarse de “autismo político”, o de manera más benevolente, adjetivarlo como ingenuidad, irracionalidad, y apasionamiento.

El discurso de los obsecuentes voceros de Cristina (Capitanich, Aníbal Fernández, Randazzo), era maravilloso para los convencidos, cuestionable para los dubitativos, y nauseabundo para los opositores. El discurso del PRO empieza a caer en el mismo vicio, y parece que todo el tiempo (Rozitchner, Marcos Peña, o Michetti), que le estuvieran hablando a una señora que vive en La recoleta, se sienta a leer una novela de Fernández Díaz cada vez que vuelve del banco, y los domingos por la noche se sienta ver a Majul comentando con elegancia que “todos los peronistas son chorros”.

Los ciudadanos comunes tenemos convencimientos más frívolos que la ideología, o la posición política, y muchas veces esos convencimientos cambian de acuerdo a las circunstancias. La política, o los políticos, son los que deben preocuparse de que los acompañemos en sus aventuras decisorias sobre el destino del país, la provincia o el municipio. Cosa que no se ocupó de hacer Cristina en sus segundos cuatro años de mandato, hablándole sólo a la tropa propia, y cosa que tampoco está haciendo Mauricio en estos primeros nueve meses de gestión, tocándole el timbre a la casa de sus propios votantes.

Ring Ring

El sábado por la mañana el Intendente Martiniano Molina y la Ministro Patricia Bullrich, salieron a la calle para acercarse a la gente, tocando el timbre en la zona ubicada entre el microcentro de Quilmes y La Barranca. En las mesas electorales correspondientes a ese sector del distrito, Martiniano Molina rompió records de hasta el 80 por ciento de los votos, y se convirtió en un remolcador de sufragios inesperados para Vidal y para Macri. En este marco, ¿tocar el timbre en una vivienda de clase media acomodada ubicada en Olavarría entre Paz y Príngles, no es cazar en el zoológico?

No está mal acercarse a la gente, y más cuando uno cuenta con un Intendente cuya mayor virtud política es un empatía fabulosa con los vecinos, que suelen recibirlo y despedirlo con una sonrisa. ¿Pero qué es lo que hay que hacer?, ¿guiñarles el ojo a los que te miran con simpatía, llamar la atención a los que te miran de reojo, o cambiarle el gesto a los que te ponen cara de odio?

Para gobernar hay que hacer las tres cosas, si hay algo que evidencio el “kirchnerismo”, fue demostrar que con el “núcleo duro” no alcanza. La presencia de la Ministro Bullrich hubiera sido dificultosa en La Cañada, donde los muertos se acumulan al ritmo de una inseguridad creciente, pero sin dudas que de haber caminado por allí  junto al Intendente, hubiéramos tenido un gesto de cambio, creído que sí se puede, y convencido a otro vecino.

Gracias por leer.