(Por Christian Skrilec)
Los intendentes han dado una muestra inapelable de su poder electoral. Criticados, denostados y descalificados por la política nacional y sus voceros, el desdoblamiento electoral propuesto y ejecutado por el gobernador Axel Kicillof les permitió demostrar el nivel de apoyo que tienen entre sus vecinos.
La reciente elección sirvió para comenzar a desandar la histórica discusión entre la “tracción” y el “arrastre”, esto es, si los intendentes traccionaban o empujaban votos desde los distritos hacia la provincia y la nación, o si las listas nacionales y provinciales arrastraban las boletas de los intendentes.
Obviamente que cada elección es particular y depende de su tiempo y su contexto. Es probable que muchos intendentes del conurbano no hubieran sido electos ni reelectos sin el arrastre de Cristina o de Macri, y yendo más atrás, de De la Rúa o de Menem.
En esta ocasión no hubo debate. Los intendentes salieron a juntar sus votos y los consiguieron. La boleta de diputados provinciales arrastró poco y nada. La Libertad Avanza, que sólo apostó a su sello violeta y a las figuras de Maximiliano Bondarenko y Diego Valenzuela en el conurbano, fracasó estrepitosamente. Mientras los intendentes desandaban sus territorios en una campaña territorial y de cercanía, multiplicando encuentros y actos con los diferentes actores sociales, los opositores mencionados visitaban estudios de televisión amigos. La diferencia se vio en las urnas.
Tampoco tanto
Tampoco esta elección convierte a los jefes comunales en figuras impolutas y prístinas ni nada que se le parezca. En general caen todos en los mismos vicios que son un denominador común de cualquier poder territorial asentado: falta de transparencia y acceso a la información pública, conductas autocráticas, bajo ejercicio democrático. Cualquier periodista o político con conocimientos mínimos del conurbano sabe que los Concejos Escolares no son más que una oficina administrativa en extinción y los Concejos Deliberantes se transformaron, ya sin excepción, en oscuras escribanías.
Además, siguen contando con una ventaja sustancial a la hora de hacer política. No son responsables de los principales reclamos de la sociedad bonaerense: la economía y la inseguridad. Mientras la economía depende estrictamente del gobierno Nacional, la seguridad es un asunto que compete a la Provincia. Si bien las responsabilidades en el área de la seguridad han crecido distritalmente a partir de la creación de los centros de monitoreo y las patrullas urbanas, la política de seguridad, la policía y el servicio de Justicia, siguen dependiendo exclusivamente de los ministerios del gobierno bonaerense.
Lo mismo ocurre con otras necesidades o problemas de la vida cotidiana, como la educación, la salud o el transporte. En cualquier campaña, los intendentes pueden tirar la pelota a otra cancha cuando la jugada no les sirve.
Torpeza critica
Además, los intendentes también cuentan con la ventaja de opositores territoriales cuya única vocación es asomar la cabeza públicamente a cualquier costo, enfocándose en críticas circunstanciales y efectistas en vez de profundas y concretas. Un ejemplo obsceno de esto son los que motivan las tormentas. Parece que gozaran metiendo los pies en 40 centímetros de agua en una calle inundada acompañados de una cámara de TV, obviando si en ese barrio se hicieron cuarenta cuadras de asfalto, si hubo negligencia en obras de AySA, o desidia municipal en la limpieza de sumideros, o si esos mismos 40 centímetros se acumularon en la mitad de la provincia porque era inevitable. Esa imagen puede horrorizar a los periodistas en su estudio palermitano a los que nunca pisaron ese barrio, pero la realidad del conurbano es bastante más compleja que un anegamiento, un basural a cielo abierto o un hecho de inseguridad.
Esa complejidad es la que conocen los intendentes, la que bien llevada les da poder y votos.
Gracias por leer.





















