Por Christian Skrilec
La cuestión no pasa por el escarnio en las redes sociales o la burla de la circunstancia. Tampoco es la vocación por el error de la diputada, ni los aprovechamientos de la política y sus derivados de mala fe periodística. El problema es más complejo y de cuidado, pero pongámonos en contexto.
Días atrás la diputada nacional por la provincia Buenos Aires, referente de la Tercera Sección Electoral, y laboriosa abogada, Mónica Frade, twitteó junto a la imagen de un billete de mil pesos: “¿La Patagonia es territorio chileno en nuestros billetes?”, para luego agregar “Tendrán que explicarlo”.
Las consecuencias del comentario de la diputada son conocidas. Una catarata de respuestas de todo tipo. La más sensata fue la explicación: el mapa que muestra el billete de mil se reduce a la república Argentina y no a una porción de Latinoamérica, y la superficie sombreada es la correspondiente al hábitat del hornero, ave nacional que identifica dicho papel moneda.
Más allá de la manifestación de ignorancia geográfica y desconocimiento zoológico de la diputada Frade, además de su precipitada caída en el ridículo, lo que hay que tratar de observar y entender son los por qué de este absurdo y sus consecuencias, pero fundamentalmente, considerar que la falla de esta denuncia, pueda ser un denominador común más que una excepción.
La primera explicación al disparate de Frade tiene un carácter sicológico donde cualquier profesional avezado podría iluminarnos: la visita del mandatario chileno y la charla entre los presidentes respecto a la existencia de un territorio mapuche compartido por las dos naciones dan el contexto. El protagonismo mediático creciente, el narcisismo, el arribo de una fama efímera pero fama al fin a una edad inesperada, el ego que potencia el protagonismo, son motores intrínsecos de la precipitación a la tontería.
En última instancia, la razón en lo de menos. Tampoco la consecuencia es grave en el asunto particular, más allá del ridículo propio. El tema pasó sin pena ni gloria y la diputada descubrió que cuando la metida de pata es tan profunda ningún medio puede protegerla. Algo similar ya le había ocurrido cuando afirmó alegremente que ingería dióxido de cloro para combatir el Covid-19.
El problema real
El problema real es el que plantean las siguientes preguntas: ¿Y si la torpe observación del billete no es un caso aislado?, ¿por qué aceptamos otras denuncias como si fueran rigurosos hallazgos de investigación?, ¿por qué nos conviene?, ¿por qué responden a nuestros intereses políticos o periodísticos?, ¿y si siempre nos compra el billete de Frade, o el de la Coalición Cívica?
¿Es justo recordar que la abogada Mónica Frade realizó media docena de denuncias contra la gestión de Martiniano Molina y todas ellas fueron desestimadas, incluso una muy publicitada contra el ex funcionario Cristian Ciari, que aún puede traerle más reveses en la propia Justicia si el damnificado lo desease?
¿Es válido decir que en la denuncia más seria contra el ex intendente Francisco Gutiérrez, sobre la administración de las cooperativas, causa que todavía puede acarrear graves consecuencias sobre él y varios de sus ex funcionarios, Frade no fue la denunciante principal y su participación entorpeció la causa?
¿No es menester pensar que la amenaza reciente de denunciar a la intendenta Mayra Mendoza por la utilización del Teatro Municipal con fines partidarios, carece de sentido cuando el PJ Quilmes solicitó formalmente el uso de las instalaciones, del mismo modo que lo hizo la UOM semanas atrás?, ¿y sólo tendría sentido una denuncia pública aunque no penal si el gobierno Municipal negase un solicitud similar a la oposición?
¿No es cierto que el concejal designado por la Coalición Cívica en la lista de Juntos por el Cambio en Quilmes, Walter «Coquito»Fernández, protagonizó una delación fallida en la Justicia, que era un soldado de Marcelo Mallo, y que sus antecedentes eran al menos poco felices? ¿No es lícito pensar que su consagración como edil es un pago por los servicios prestados?
Por mi parte, no más preguntas.
Conclusión
La participación política de la Doctora Frade es importante, del mismo modo lo es la actitud denunciadora y crítica de la Coalición Cívica. Para que una república funcione como tal, el control legislativo y judicial son fundamentales, y los sectores políticos que ponen el ojo en la transparencia son un salvavidas en el mar de corruptelas diarias.
Pero atención, no podemos darnos por pagados por el billete de Frade. La rigurosidad y la seriedad son claves para ser creíbles.
Lamentablemente, ante la próxima denuncia de la Diputada, por más relevante que sea, no podré evitar pensar en el hornero.
Gracias por leer.