Por Ezequiel González
De cara a las generales de noviembre el Frente de Todos de Lanús tiene una nueva serie de objetivos que cumplir, como espacio, para mantenerse competitivo a nivel municipal. Tras la pelea interna en las Primaria, el peronismo lanusense tendrá como centro en la mira sostener los votos capturados en septiembre y, bajo expectativas reales, poder superar los 42 puntos para dejar un Concejo Deliberante parejo.
La victoria de la boleta municipal del Frente de Todos en Lanús fue un oasis en medio del desierto, que fue la derrota a nivel nacional y provincial del oficialismo, pero ahora deberán repetirlo en un terreno hostil para la fuerza, desde hace por lo menos 6 años.
Para empezar, conocidos los resultados finales del escrutinio, varios sectores están cayendo a tierra sobre lo conseguido y planteando expectativas realistas. La aspiración de una victoria no la dejan de lado, pero los principales actores del peronismo del distrito tienen otros dos temas en mente: sostener los votos y tratar de llegar al 42 por ciento.
El primer punto es entendible. Desde 2015 Néstor Grindetti o la boleta que representa a su sector perdió en las PASO y luego ganó en las generales. Cada elección tuvo su marco particular; el más significativo, sin dudas fue la de 2019, con victorias aplastantes del FdT a Presidente y Gobernador, en la de intendente, donde se había ganado por 14 puntos en las primarias, se perdió luego por 6 en la que realmente vale.
Juntos (por el Cambio o Cambiemos) tiene un trabajo consumado de corte de boleta que les permitió, en cada ocasión, mejorar su performance electoral. Sabe trabajar los distintos circuitos electorales con sus particularidades y tiene a su representante más ambicioso, diego Kravetz, trabajando en el corazón del voto peronista: Monte Chingolo. La diferencia será que esta vez no hay Macri a quien cortar y que Diego Santilli es “su” candidato. Habrá una campaña distinta a la de otros años.
Para no perder los votos el peronismo se deberá sostener unido, pero que los dirigentes lo hagan no quiere decir que las bases respondan. El Frente Renovador quedó muy lastimado tras la derrota que lo dejará sin ingresar concejales por primer vez desde su formación en 2013; sumado al poco ánimo del Partido Justicialista, de reconocidas diferencias con el candidato actual, Julián Álvarez (a pesar de lo que dijeron en un plenario el pasado viernes), muestra, en principio un escenario complicado para el hombre de La Cámpora.
La organización tampoco ayuda. Luego de una campaña muy dura contra el ex Intendente Darío Díaz Pérez (quien apoyó la lista de Omar Galdurralde) a las PASO, ahora le piden a sus militantes compromiso de acción. Si se repite el fracaso de las PASO en materia de organización electoral en la provincia, varios se quedarán en su casa el día de las generales.
En ese escenario, la realidad ya plantea otras cosas, en diálogo con El Termómetro, Alvarez ya habló de la posibilidad que la lista que encabece Damián Sala termine ganando la elección. Es por eso que el nuevo objetivo propuesto por la oposición municipal es llegar a los 42 puntos.
¿Por qué 42? Para conseguir seis bancas en el Concejo Deliberante se necesitan sacar más del 50 por ciento de los votos, como ese número parece difícil para cualquiera de las dos principales fuerzas, los restos (el porcentaje de voto por encima del 8,33 por banca) será clave para definir la elección. Ante una posible victoria de Juntos, para que la repartija de ediles sea 6 para el oficialismo y 6 para la oposición el Frente de Todos deberá cosechar más del 42 por ciento de los votos, por el que ingresa 5 concejales de forma directa y se quedaría con uno “por el resto”.
Un Concejo Deliberante parejo, sin «patrullas perdidas», la posibilidad de mediar el poder los próximos dos años solo se logra si la elección en noviembre es pareja. La tarea muy difícil que pondrá a prueba a los dirigentes locales, su conducción y la capacidad real de gobernabilidad con la que podrán ir a disputar la intendencia en 2023.