Es cierto que uno de los principales objetivos y necesidades del gobernador de la provincia de Buenos Aires en esta elección legislativa, es revertir la relación de fuerzas en el Senado, y para eso tiene que hacer buenas elecciones en la Primera, Cuarta, Quinta y Séptima sección electoral que eligen representantes para la Cámara Alta. Pero lo que primero necesita Kicillof, es ganar. Y para eso precisa un contundente triunfo en la Tercera sección electoral que compense las derrotas en otras secciones y ciudades cabecera.
Para el contundente triunfo del Frente de Todos por 12 puntos en la provincia de Buenos Aires en 2019, la Tercera sección electoral aportó el 60% de los votos (y 30 puntos de diferencia sobre Juntos por el Cambio). Incluso en 2017, cuando el actual oficialismo perdió la provincia, la diferencia en la populosa sección y bastión del peronismo, aportó el 44% de los votos y una diferencia de 9 puntos con Cambiemos (en esa ocasión 1País, encabezado por Sergio Massa estuvo cerca del 10%).
Los resultados en esta elección parecen estar lejos de los del 2019, aunque para la mayoría de la dirigencia provincial, la reacción que tendrá el votante este domingo es una incógnita.
Públicamente, los intendentes de la región se muestran confiados. En diálogo con El Termómetro, el intendente de Berazategui, Juan José Mussi, dijo que en la sección ve al FdT “ganando cómodos” y que “va a ser otra vez la sección electoral que va a garantizar el triunfo en la provincia”.
En la misma línea se manifestó con este medio el intendente de Almirante Brown y primer precandidato a diputado en la sección, Mariano Cascallares. “Si uno mira las elecciones pasadas uno ve que el peso y el acompañamiento de los electores de la Tercera sección electoral fueron determinantes para el Frente de Todos para recuperar la provincia y el país”. Y agregó: “El peronismo de la Tercera sección electoral está muy fuerte, muchos intendentes venimos haciendo un esfuerzo muy fuerte y con una trayectoria muy importante. Las gestiones de intendentes e intendentas están haciendo un gran trabajo, estamos empujando muchísimo, creo que el peso de la Tercera va a ser muy importante”.
Los jefes y jefas comunales del peronismo saben que la Tercera es la clave del triunfo electoral. Con esos votos el oficialismo tendrá que compensar muy posibles derrotas en otras secciones y grandes ciudades cabecera como Mar del Plata, Bahía Blanca, Olavarría, La Plata y Junín, entre otras.
Sin embargo, en las últimas horas, en estricto off the record, importantes dirigentes de la sección e intendentes comienzan a dejar entrever algunas dificultades. ¿En la sección se va a ganar? Sí. La clave es por cuanto y si ese volumen, alcanza para inclinar la balanza de toda la provincia a favor.
En Lomas de Zamora, hay quienes hablan de una diferencia en el distrito de apenas algo más que cinco puntos; en La Matanza, insisten con que tienen mediciones con casi un 20% de indecisos; y en Quilmes temen una elección pareja, por citar algunos ejemplos. Si esos son los números, el triunfo del peronismo bonaerense está seriamente en duda. Para algunos no sería una sorpresa, un importante dirigente de la sección afirmó a este medio que los sondeos dan apenas una victoria por una diferencia de tan sólo de 3 puntos en la Provincia, los más entusiastas hablan de 6 o 7.
En la sección fueron los intendentes y las intendentas los que se pusieron al hombro la campaña, y lidiaron con los errores del presidente y los precandidatos a diputados nacionales. La dirigencia nacional y provincial, pese a que hubo presencias, actos y recorridas, no se centró en la región como en otras ocasiones, quizás demasiados confiados en la capacidad de los jefes comunales y la tradición peronista de la Tercera.
Seccionalmente, el objetivo del FdT es renovar los diez diputados; para llegar a ese objetivo con algo de holgura, necesita superar el 50% de los votos. Como ya contó este medio, desde Juntos, las aspiraciones son más modestas y buscarán estar lo más cerca posible del 35% de los votos en la sección, número al que llegaron en 2017, cuando Estaban Bullrich le ganó la elección a Cristina Kirchner.
La suerte esta echada y restan pocas horas para que los ciudadanos, apáticos, y atravesados por los dramas que trajo la pandemia vayan a las urnas, la expectativa de la política es grande, pero más grandes son las dudas sobre cómo se comportará el electorado.