(Por Christian Skrilec)
La campaña está vacía. Es posible que sea el escenario de las primarias, pero ni siquiera aquellos que deben dirimir internas logran llenar un mensaje que valga la pena ser escuchado. Spots bien filmados, banners coloridos, posteos increíbles en redes sociales, afiches pulcros o pintadas tradicionales, nada motiva, nada se mueve.
Las frases publicitarias que repiten los candidatos podrían haber sido escritas por un sociólogo experto en comunicación de masas, una poetisa quinceañera o un vendedor del tren Roca.
“Vamos a salir”, o “Estamos empezando a salir”, ¿de dónde? Entiendo que de la pandemia, o de la pandemia y la crisis, o de la crisis que nos metieron además de la pandemia o de la crisis provocada por la pandemia, o salir del Frente de Todos e ir al pejotismo tradicional o al kirchnerismo duro, o salir de la cárcel o salir de este encierro que aceptamos con honestidad y el Presidente, el propio Presidente, burló innecesariamente para compartir una torta y un par de copas. “Salir de la melancolía” diría el maestro Charly García, o salir del país.
Lo de que la única salida es Ezeiza es un ironía nacional que tiene unos 60 años según los historiadores, el problema actual, es que según los últimos estudios, ocho de cada diez integrantes de la generación Z o “centennials” (los nacidos a partir de 1995), que tienen proyección académica (estudios terciarios), consideran para su futuro la posibilidad de irse del país. Lo que en una nación seria sería uno de los ejes indiscutibles del debate, acá, ni se conversa. Pero sigamos, saliendo, aunque no está claro en cómo salir.
“Dar el paso”, y uno tiende a creer que es hacia adelante y para avanzar, o al costado y correrse, o atrás y ocultarse. Dar el paso y caer del acantilado, dar el paso y tropezarse con la misma piedra. Manes, se te viene encima, pero tampoco dice mucho, repite su biografía que cada día que pasa parece menos interesante. Por otro lado está Santilli, Diego, “El Colo” forzado, que te va escuchar como si fuera un psicólogo principiante, y una vez que te escuche se va a olvidar de lo que le dijiste, porque si no le va a costar dormirse pensando en que jamás debió meterse en la Provincia.
Ni hablar de la izquierda con sus consignas proletarias para un proletariado que no existe. No pagar la deuda, no someternos a las exigencias del capital, distribuir la riqueza y otros conceptos invaluables que se guardaron en el museo del último cuarto del siglo pasado. Solo el simulacro con el aviso que rememora a la serie “Okupas” llamó la atención, aunque los protagonistas para la publicidad de candidatos bonaerenses fueran un grupo de “chetos” sin rumbo paseando por las veredas de CABA.
También está el fenómeno “libertario”, con sus consignas de reducir el estado y el gasto público, contándonos los beneficios de la libertad económica y los éxitos del capitalismo sin mencionar como afrontar ninguna de sus consecuencias negativas que multiplican desigualdades.
O Randazzo, Florencio Randazzo, cuyo mayor valor político parece haber sido negarse a aceptar la gobernación de la Provincia de Buenos Aires cuando se la ofreció Cristina Kirchner, lo que es poco explicable desde la política, la ambición y el compromiso.
En fin, hay más, pero la sumatoria de vacío sigue dando vacío como resultado.
Pedir propuestas es un exceso del pasado. Pero al menos sería bueno que los enunciados tuviesen algo de contenido. El oficialismo no puede limitarse a decir que hizo bien lo que hizo y la oposición decir que lo que se hizo se hizo mal. No se puede vivir rebotando en lo malo del pasado inmediato y lo bueno del pasado remoto. Tiene que haber algo más.
Mientras tanto el electorado sigue en la suya, en la diaria, en la pelea cotidiana contra una realidad que genera una expectativa negativa sobre el futuro que supera al 70 por ciento de los consultados. La política, que no le encuentra el rumbo a la campaña, tal vez porque hace años no le encuentra el rumbo al gobierno, percibe la apatía del ciudadano, del vecino, del tipo de a pie. El riesgo de un baja participación en la jornada electoral es latente y preocupa, del mismo modo que la abundancia del voto en blanco (recientemente en Salta se consagró como tercera fuerza).
A todas las crisis que sufrimos: sanitaria, económica, social, educativa, etcétera, sumarle una crisis de representatividad, es un lujo que no deberíamos darnos. Así que sería un buen momento para esforzarse en la campaña, llenarla con algo y evitar el vacío.
Gracias por leer.