(Por Christian Skrilec)
Los números se leen fácil y se asimilan rápido. Dormí 7 horas, cumplí 38 años, me atrasé 15 minutos, cobré un cheque por 22.212 pesos. Las operaciones matemáticas ascienden a complejidades insondables, pero en lo que respecta a nuestros cálculos cotidianos es bastante simple. Muchas operaciones básicas de suma, resta, multiplicación y división, uno que otro porcentaje y tal vez alguna regla de tres simple, no más que eso. Números sencillos, a veces preocupantes otras alentadores, trágicos o azarosos.
Los números, para la política, pueden ser una plataforma para encumbrarse o un precipicio por donde caerse. Las encuestas, los índices de inflación y desocupación, las estadísticas de seguridad, los números de la pobreza o la deserción escolar, los guarismos de la balanza comercial, el precio de la soja o del kilo de puchero pueden incidir y condicionar a la política, a sus discursos y a sus campañas electorales.
La clave de estos números, es identificar cuales afectan a la mayoría de los votantes. Sin dudas que el número de la inflación, fundamentalmente el del precio de los alimentos, los números de los salarios, las jubilaciones y pensiones, y los de la asistencia social, tienen un efecto mayoritario. A estos habría que sumarles el precio del dólar, los índices de inseguridad y desempleo en un segundo escalón de impacto.
A todo a este paquete de cifras, se le ha sumado una cifra que aparece a toda hora y por todos los medios posibles de manera contundente: los números de la pandemia. Cantidad de contagiados, vacunados y fallecidos, forman una masa de información que abruma, atemoriza, o por reiterativa y rutinaria, genera una momentánea indiferencia.
Ahora bien, sea porque los números sobresalgan por si solos, porque los repitan hasta el cansancio los medios, o porque la oposición haga de ellos una bandera, serán un problema para el oficialismo. La razón es sencilla, los números son malos.
Números negativos
El gobierno llegará a las elecciones primarias de septiembre soportando la espantosa cifra de 100 mil personas fallecidas producto de la pandemia. Por supuesto es que todos deseamos que sean menos, pero hasta los modelos de cálculo más alentadores, que podrían plantearse con una baja del promedio de fallecidos de un 30 por ciento en cada mes, la cifra sigue rondando ese número siniestro.
Respecto a la economía, también los números muestran su peor cara. Cuando se conozca el porcentaje de inflación del mes de mayo, se especula que entre un 3 y cuatro por ciento, la inflación acumulada del año será de un 20 por ciento y la interanual de más de cuarenta. Los cálculos más alentadores pronostican un acumulado para septiembre de este año de un 30 por ciento y un interanual de 36. Ni que hablar del cálculo diseccionado sobre los precios de la canasta básica, los alquileres y otros servicios.
Presuntamente tampoco serán favorables los números de desocupación, cierre de pymes y comercios, e índices de inseguridad.
El combate de los números
La pregunta obvia es cómo se va a una elección con una carga insoportable de números negativos. La única forma es darle pelea con otros números.
El primer elemento es la vacuna. En las últimas semanas las dosis de vacunas contra el Covid 19 están llegando en volúmenes esperanzadores. Por ende, la cantidad de turnos que se asignan para dar aplicaciones crecen exponencialmente. De mantener el ritmo, el gobierno podría llegar a septiembre con 25 millones de personas vacunadas con al menos una dosis, de los cuales alrededor de 10 millones habrían recibido ambas dosis. Una cifra alentadora en un contexto complejo.
Si bien el gobierno es responsable por controlar los contagios y evitar las muertes, esa responsabilidad no se transforma directamente en culpa, si hace todo lo posible en su esfuerzo por combatir la pandemia. Las calidades de ese esfuerzo no pueden juzgarse exclusivamente por los números.
Respecto a los números de la economía, el gobierno podrá exhibir, si es que lo logra, cierta desaceleración inflacionaria, tarifas de servicios esenciales con aumentos reducidos, asistencias económicas a pymes y comercios, y refuerzos monetarios para planes sociales y subsidios. En este marco de crisis, no es poco aunque no alcance.
Por otra parte, el gobierno también podrá aferrarse a un hecho tan sólido como las matemáticas aplicadas. Los números de la gestión anterior terminaron arrojando resultados espantosamente malos y sin pandemia mediante.
Nosotros, mientras tanto, deberemos seguir haciendo cuentas hasta la hora de votar.
Gracias por leer.