(Por Christian Skrilec)
Hay una tendencia a simplificar y sintetizar propia de este tiempo. También hay una predisposición a juzgar una situación por apenas uno o algunos hechos que la componen. Esto se traduce en hacer una crítica de una película por una escena, o lo que es peor, por una de sus fotografías.
El año político de la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, puede observarse desde varios ángulos y ver distintas cosas, el desafío es no quedarse con las fotos y tratar de entender la película.
Lo primero que debe destacarse es el rol de Mayra como figura de la política actual. Si bien sus antecedentes de militancia nacional y de figura preponderante dentro del “kirchnerismo” duro mientras ejerció como diputada, hacían presagiar que como Intendenta ese rol podía crecer, ese crecimiento fue mucho mayor a lo esperado.
Si lo escindimos por categoría, podríamos afirmar con bastante certeza que hoy Mayra es una de los figuras centrales de “La Cámpora”, bajo el liderazgo de Máximo Kirchner, se encuentra apenas por debajo del ministro del Interior Wado de Pedro, dejando en lo que tiene que ver con repercusión mediática y social bastante atrás al resto de los integrantes, incluso a figuras icónicas de la mencionada agrupación como “el cuervo” Larroque, actual ministro de Desarrollo Social de la Provincia.
Algo similar ocurre con su rol dentro del denominado “kirchnerismo duro”, el nombre de Mayra resuena con mucho más fuerza que los históricos Jorge Ferraresi y Mario Secco, pese a que el primero de ellos se haya convertido en Ministro de la Nación.
Consecuentemente y casi por una decantación natural, la Intendenta de Quilmes aparece como una de las figuras centrales del Frente de Todos, aunque aquí ya comparte el escenario con otros intendentes de peso como Fernando Espinoza y Martín Insaurralde, además de otras figuras nacionales.
Entonces, ¿cuál es el significado y la consecuencia de este vertiginosos crecimiento político? Obviamente, la respuesta tiene sus claroscuros. Lo primero que deberíamos suponer es que necesariamente este protagonismo traerá aparejado un importante paquete de beneficios para el distrito y para su gestión como Intendenta. Algunos de estos beneficios ya pueden observarse en el presupuesto municipal, donde los fondos derivados de la Provincia de Buenos Aires son significativos. Además de en un paquete de obra pública para el año próximo, que de llevarse a cabo tendrá un impacto insoslayable para la ciudad y sus vecinos.
El protagonismo político de Mayra le da ventajas para gobernar Quilmes, pero a su vez, eleva su nivel de compromiso de manera exponencial. Mayra no puede fracasar en su experiencia como Jefa Comunal, porque ese fracaso no sólo impactaría en la ciudad y sobre sí misma, sino también en su agrupación y su estructura política nacional. Mayra está expuesta.
En este sentido, las quejas sobre la gestión Mendoza deben ser evaluadas en el particular contexto que impone la pandemia. Se gestiona como se puede, y esto es casi un mantra que se repite en todos los estamentos. Las críticas a la administración municipal todavía no son para preocuparse, salvo en lo que se refiere a seguridad, donde los vecinos afectados no pueden tener la paciencia que exige la circunstancia y reflejan su disconformidad en donde pueden.
Por otra parte, y casi en tono de revelación, se repite la máxima de que nadie es profeta en su tierra. El oficialismo vernáculo está incómodo y molesto. Y aquí, cuando mencionamos al oficialismo incluimos desde peronistas ortodoxos hasta kirchneristas de paladar negro pasando por movimientos sociales y aliados circunstanciales, que con mayor o menor sutileza hacen trascender su disgusto con el gobierno. Además debe sumársele el descontento interno, que aunque trasciende a cuenta gotas, tanto funcionarios de jerarquía como concejales propios manifiestan no sentirse contenidos por la gestión. Todo esto es parte de la tradición del peronismo quilmeño, que cuando siente que el calor del poder no le es suficiente empieza a fastidiarse. La clave es que ese fastidio no se transforme en una negatividad militante.
Pero como hemos dejado por escrito en reiteradas oportunidades, está es la primera ocasión desde el retorno de la democracia, que un Intendente peronista no tiene en los propios a su peor enemigo. La única referencia que en la actualidad tiene el “peronismo-kirchnerismo” en la ciudad es la de la Intendenta, y por ahora no hay señales que esto cambie. Los díscolos no tienen a donde ir, salvo a la oposición.
Respecto a ello, el crecimiento político de Mayra también les ha resuelto el problema. Aquí no hay dobleces ni confusiones, la Intendenta representa al “kirchnerismo” con todas sus letras. Los opositores saben que el oficialismo local tiene consolidado el voto en la figura de Mayra, y por más que un sector del aparato oficialista se muestre renuente a militar para ella en la próxima elección, el votante promedio del Frente de Todos verá en la campaña a su fiel representante; pero también saben que aquellos que no comulgan ni con el peronismo ni con el kirchnerismo, difícilmente le entreguen su voto por más excelencia de gestión que se logre.
En síntesis, el año político de Mayra tiene un saldo positivo, con observaciones a atender con miras a un año desafiante desde la gestión, donde la crisis económica y social se sentirá en lo cotidiano, sumada a una pandemia que todavía tendrá muchas consecuencias sanitarias y a un año electoral condicionante. Recordando siempre que el capital político es siempre un capital de riesgo.
Gracias por leer.