El anunció del presidente Alberto Fernández respecto la posibilidad que adolescentes y niños acompañados de sus padres puedan salir una hora a la calle todos los días, cayó como una bomba en el conurbano bonaerense.
Si bien el presidente lo enmarcó en un contexto donde advirtió las complicaciones y los riesgos que esto implica en los grandes centros urbanos como el AMBA, y en las ciudades de más de 500 mil habitantes, donde la cuarentena continuará estricta, el mensaje fue confuso. La aclaración que el Jefe de Gobierno en el caso de CABA y el Gobernador en la Provincia de Buenos Aires tendrán la palabra final respecto a la aplicación de la medida, implica al menos, que tanto Kicillof como Larreta salgan a explicar, rebatir o limitar el anuncio, y lo más grave aún, aceptarla e intentar controlar una situación que el Ejecutivo Nacional no mensuró adecuadamente.
En los grandes distritos es imposible controlar las “salidas recreativas”, municipios como La Matanza, Lomas de Zamora, Almirante Brown, Quilmes o Lanús, podrían tener 100 mil adolescentes dando vueltas en las calles en un abrir y cerrar de ojos. Apelar a la responsabilidad individual o familiar para que se auto controle, es demasiado en el actual contexto de encierro y angustia, sumado a un marco económico y social alarmante, y más teniendo en cuenta que la circulación de vecinos en las calles del conurbano fue aumentando progresivamente en los últimos días.
El anuncio remite claramente a la apertura de los bancos, y aquel primer pago a jubilados y beneficiarios de planes sociales, que detonó al conurbano, obligando a los municipios a destinar una innumerable cantidad de personal y recursos a ordenar las interminables aglomeraciones en las instituciones bancarias. La corrección fue casi inmediata, pero hubo que pagar el costo.
Se espera que en estas horas el gobernador Kicillof en primer lugar, y los jefes comunales luego, comuniquen que harán con este anuncio que en primera instancia, sólo parece sumar complicaciones.