(Por Christian Skrilec)
La inseguridad es una constante que desvela a los bonaerenses desde hace décadas. Bucear en las encuestas de los últimos 20 años deja al descubierto que en los únicos momentos donde la inseguridad abandona el primer puesto entre las preocupaciones de los vecinos, es cuando las políticas económicas nos maltratan peor que los delincuentes. Allí la inflación o el desempleo, dos variables de la política económica, o la economía misma, pasan al primer puesto.
En este contexto es donde la inseguridad se vuelve un instrumento político. En momentos donde el estado de la economía era mucho menos crítico que en la actualidad se produjeron fenómenos como el de Carlos Ruckauf a principios de siglo, y su famoso “Hay que meterle bala a los delincuentes”, Francisco De Narváez en el 2009 y su muletilla electoral de “Yo tengo un plan”, y hasta el más reciente Sergio Massa, que hizo de las políticas de seguridad uno de las propuestas más difundidas de su Frente Renovador.
Así las cosas, mientras el gobierno de Cambiemos destrozaba la economía con yerros cada vez mayores, publicitaba su lucha contra el narcotráfico, el terrorismo, los delincuentes, y por supuesto, las mafias. Es fantástico observar como la ex gobernadora María Eugenia Vidal, se había tenido que mudar a una base militar para resguardarse de las mafias a las que estaba combatiendo, y apenas dos meses después, comía churros en tanga en una populosa playa bonaerense. Las mafias no son rencorosas.
Además de las estrategias de venta, que no sólo incluyeron el eslogan de la lucha contra las mafias, el secuestro de cantidades ingentes de drogas sin ningún detenido o la destrucción de bunkers vacíos, desde el entonces gobierno nacional si se modificó el paradigma. Patricia Bullrich y su doctrina Chocobar son un ejemplo de ello. Hay muchos más datos para anotar al respecto, pero el resumen es que Cambiemos bajó una línea de apoyo y sostenimiento de las prácticas de las fuerzas de seguridad a todo nivel.
Esta síntesis nos deposita en el presente, y en una polémica silenciada pero no saldada entre la ministra de Seguridad de la Nación, Sabrina Frederick, y su par bonaerense Sergio Berni. Sus visiones de cómo combatir el delito no son las mismas, lo que deriva en que el plan de acción para luchar en el día a día contra la inseguridad no esté claro.
Las declaraciones políticas de los mandatarios del Frente de Todos, desde el presidente Fernández hasta los intendentes, pasando por el gobernador Kicillof, suelen referirse a la relación del crecimiento del delito con la crisis económica y social, declaraciones acertadas desde mi punto de vista, pero que no redundan en una respuesta a la problemática cotidiana.
Mejor educación, inclusión social, igualdad de oportunidades, son sin duda la respuesta adecuada a la inseguridad para las próximas generaciones, el problema está en el mientras tanto. La señora que tiene miedo de esperar el colectivo a la madrugada en cualquier periferia del conurbano necesita una respuesta ahora, y es en ese ejemplo y en cualquiera que se nos ocurra, es donde los gobiernos Provincial o municipales deben activarse.
El filósofo Darío Sztajnszrajber, dice que reconoce en los sectores de izquierda y en el “kirchnerismo” (de los que se considera parte), una dificultad para abordar el problema de la inseguridad. La clave es que esa dificultad no se transforme en negación.
La falta de definiciones respecto a las políticas activas para combatir el delito, la incógnita sobre el nuevo paradigma que tendrá el gobierno en su relación con las fuerzas de seguridad, y el problema que menciona el filósofo, son un fertilizante para la inseguridad y un apalancamiento para la oposición política.
La inseguridad es real. Los foros de vecinos que multiplican su temor en redes sociales también. Existe una sensación de inacción policial en los últimos meses, a lo que debe sumarse una mayor difusión de hechos delictivos (lo que no quiere decir que hayan aumentado) que pone mayor tensión sobre los vecinos. Los distritos de Avellaneda, Quilmes y Almirante Brown son un ejemplo. Que la oposición trate de aprovecharlos es poco feliz pero lícito. Dar la respuesta adecuada está en manos del gobierno.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición Nro.960 del semanario “El Suburbano”.