(Por Christian Skrilec)
Las gestiones de gobierno no arrancan de un día para el otro. La inercia de la gestión anterior, sus metodologías, sus costumbres, persisten en una transición que comienza al día siguiente de las elecciones y termina semanas después de la asunción del nuevo gobierno.
Un ejemplo sencillo de esto es la modificación de la ordenanza Fiscal y Tributaria (aumento de tasas) que se aprobó días antes de que finalizara la gestión Molina en Quilmes, y la aprobación del presupuesto 2020 y la emergencia ambiental y sanitaria antes de que concluyera el 2019 durante la gestión Mendoza. Estas ordenanzas le otorgan a Mayra herramientas básicas para gobernar, aunque son claramente insuficientes, si como se piensa en el actual Ejecutivo, “venimos a cambiar Quilmes cueste lo que cueste”.
Para salir del camino de decadencia y frustración que arrastra Quilmes durante los últimos 30 años, el gobierno, en este caso en manos de Mayra Mendoza, necesita dar un golpe de timón e iniciar reformas estructurales, y posiblemente, la principal de ellas sea un cambio sustantivo en el sistema recaudatorio.
Sin recursos propios, y dependiendo exclusivamente de los favores nacionales o provinciales, no alcanza para sostener el desarrollo de un distrito. Si bien es importante aprovechar la ola para dar un salto de calidad (Molina aprovechó la explosión de la obra pública “macrista” en el 2017), es insuficiente para mantener el distrito en condiciones en tiempos de sequía.
Para recaudar adecuadamente se necesita una reforma tributaria acorde a la situación de Quilmes y a los objetivos políticos. El último en bosquejarla fue Alejandro Tozzola durante la primera gestión del intendente Gutiérrez, el por entonces secretario de Hacienda ató parcialmente el valor de la Tasa Municipal a la tasación fiscal de la propiedades. La idea madre era que paguen más aquellos que más tienen. El resultado fue insuficiente. Años después, el aumento de tasas de un 50 por ciento votado en diciembre, sigue siendo insuficiente.
Suele insistirse en el modelo de gestión de Avellaneda, modelo absurdo si los hay si se comparan las condiciones objetivas de cada distrito: la existencia del polo petroquímico, las grandes superficies, la actividad industrial, la cantidad de población, los bolsones de pobreza y periferia, etcétera. No obstante a ello, que Avellaneda tenga más del cuádruple del presupuesto propio por habitante que Quilmes, también se debe al ajuste de las tasas municipales.
Los ejemplos son contundentes. Un departamento de tres ambientes en las cercanías de plaza Conesa en Quilmes centro, con el aumento no llegará a pagar mil pesos mensuales en concepto de tasas. Un tres ambientes en los alrededores de plaza Alsina en Avellaneda centro pagará alrededor de 1800. La comparación con Bernal centro es más grave. Una cochera en el centro de Avellaneda tiene un costo de tasa que promedia los 1100 pesos mensuales, en Quilmes pagan un quinto de ese valor o directamente no pagan.
Está claro que los intendentes que pasaron quieren seguir caminando por Quilmes o Bernal centro, mientras que Jorge Ferraresi se resignó a ir al teatro Roma sólo en eventos especiales y rodeado de militantes. La decisión es política.
Si bien la industria y el comercio pueden tener regímenes excepcionales para su fomento y desarrollo, dichos regímenes deben tener un criterio de segmentación y ubicación. Las irregularidades del Parque Industrial de Quilmes, una especie de aguantadero para simuladores, no permite que se recaude adecuadamente. ¿Es posible que un local sobre la Avenida 844 en la zona comercial de Solano pague menos de dos mil pesos de tasa cuando su propietario lo alquila por 120 mil pesos mensuales? Si, y en ese esquema no puede haber un sistema de recaudación sensato.
La revisión debe ser profunda. ¿Cómo se le puede exigir a los supermercados que paguen una tasa adecuada cuando hay sucursales del hipermercado Coto que ni siquiera tienen habilitación municipal?, ¿por qué los innumerables complejos deportivos, léase canchitas de fútbol 5, 7, 11, que se instalaron en los últimos años no tengan un régimen adecuado a sus beneficios?, ¿hasta cuándo Nuevo Quilmes (barrio privado y nido de evasores) seguirá construyendo torres fuera de su proyecto original sin costo, ni multas, ni beneficios para el distrito?. Ni que hablar de las recaudaciones irrisorias por las multas que deberían generar la Agencia de Fiscalización y Control y el área de Tránsito, y los consecuentes fallos de la Justicia de Faltas.
Estas son las preguntas que debe hacerse la gestión para a su vez dar respuesta a los vecinos. Mientras que los ilusos aseguran que no se puede afinar la recaudación si no hay servicios que mostrar, está claro que no se puede dar servicios sin los recursos adecuados. Los problemas que tiene Mendoza con la recolección de residuos en estas semanas, están directamente relacionados a la falta de elementos e insumos, esto es, recursos, el ejemplo es claro.
Por último, cabe recordar a los profetas del recorte. Es cierto que el Municipio tiene gastos cuestionables, los salarios de algunos funcionarios y el gasto en personal (que supera la recaudación propia del Municipio), suelen estar en el debate para la generación y optimización de recursos. Es indiscutible que los egresos y los ingresos son las dos caras de una misma moneda para una adecuada administración, pero recortar el gasto como medida superadora antes de corregir y aumentar el nivel de ingresos, es la política que nos metió en este agujero.
Mayra Mendoza no ha cumplido un mes de gestión, y recién se está acomodando en la silla. La turbulencia política nacional y local la exponen a muchos desafíos, pero el de la recaudación es clave si pretende tener una buena gestión al frente del distrito.
Gracias por leer.
2.000$ de 120.000$ debe ser aumentado al doble ya!¡
Son 2 calzoncillos de los baratos!!!