(Por Christian Skrilec)
La tendencia nacional se repite en el distrito de manera exacerbada y preocupante. Así como en la Argentina cada gobierno que asume se propone transformador y fundacional, derribando la mayoría de las construcciones políticas, legales y simbólicas del anterior, en el municipio esto se agrava para para consolidar la decadencia.
La continuidad político estratégica en otros distritos permitió su desarrollo y evolución, aunque más no sea a los tropezones. Quilmes sufre la alternancia como un perjuicio. La discontinuidad se produce hasta cuando cuándo el control político de la nación y la provincia tienen una conducción consolidada. Durante los diez años de “menemismo” Quilmes tuvo tres intendentes: Eduardo Camaño, Aníbal Fernández y Federico Scarabino. Durante los 12 años de “kirchnerismo” pasaron dos intendentes, Sergio Villordo y Francisco Gutiérrez. Ninguno sostuvo lo bueno que hizo su predecesor, y el único que accedió a una reelección, Gutiérrez, en el segundo mandato agudizó los errores del primero en vez de intentar corregirlos.
Por otra parte, la pérdida de hegemonía peronista a nivel nacional, también trajo a Quilmes intendentes no peronistas. Eduardo Vides con Alfonsín, Fernando Geronés con De La Rúa y Martiniano Molina con Macri. Lo que significa que Quilmes sufre una doble discontinuidad, la que se produce por los cambios nacionales y la que se produce por los cambios locales producto de la interna vinculada a los sectores peronistas.
Hoy, la situación también se presenta en un esquema de ruptura. Pese a que Martiniano Molina mantiene su fe reeleccionista contra viento y marea, sus chances son escasas para una continuidad normal. La provincia de Buenos Aires quedará en manos del Frente de Todos pase lo que pase a nivel nacional o municipal, y eso está definido. La carrera electoral hacia la presidencia tampoco da signos de alterarse en el resultado. Imaginar cómo podría funcionar un intendente no peronista-kirchnerista en la tercera sección electoral de la provincia de Buenas Aires gobernada por Axel Kicillof, y un presidente de la Nación como Alberto Fernández, supera mi imaginación.
Por su parte, Mayra Mendoza, la candidata del Frente de Todos que puede reemplazar a Molina, deberá caer inevitablemente ante el esquema refundacional de la ciudad, y ni siquiera podrá rescatar lo mejor de Martiniano. Será refundacional porque la demanda de la castigada periferia de la ciudad exige nuevas políticas y consecuentes cambios en el abordaje municipal que en este tiempo apenas se avocó a resolver las necesidades de los centros como mejor pudo. Y tampoco podrá darle continuidad a una política de obras viales que tocó un record histórico en el año 2017 con repavimentación de avenidas e inauguración de bajo vías.
La lucha por afirmarse en el poder y ordenar una administración pública desmadrada en más de un sentido, son una tarea que impacta a cada intendente que asume condicionando su gestión. Pero eso no es excusa para la falta de políticas de estado que Quilmes necesita con urgencia.
Enumerar, ponderar, y poner en orden de prioridad las necesidades del distrito, ya es una tarea difícil, pero que sin duda ayudaría a evitar las improvisaciones y los fracasos que se producen en el inicio de cada mandato. El tiempo que se pierde es irrecuperable, y la demanda vecinal crece.
El marco actual de Quilmes impide soluciones rápidas y necesita políticas de estado municipal a largo plazo. El tamaño, la eficiencia y la calidad de la administración pública no se transforman de un día para el otro. La problemática arraigada en los barrios periféricos, en los arroyos y en los asentamientos, necesita proyectos a largo plazo y un urgente control de desarrollo. El distrito no tiene una política estratégica respecto de la industria y el comercio. Ni hablar de cuestiones esenciales como la salud, la educación y la seguridad, donde la falta de coherencia, recursos e inversión las hacen pender de un hilo demasiado fino.
Un diagnóstico serio nos daría la pauta que la voluntad o la intención que puedan tener un grupo político o un intendente no son suficientes para cambiar el panorama. Recuperar Quilmes para el futuro exige mucho más que eso.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición Nro. 947 del semanario “El Suburbano”.