(Por Christian Skrilec)
La diferencia fue tan grande, tan clara, que no se puede andar con eufemismos: la elección fue una paliza, y 48 horas después el oficialismo sigue atontado por el golpe de las urnas. La derrota en las primarias era esperada, pero nunca por esos números. Podría ensayar una retahíla de cuestionamientos sobre las encuestas y la vergüenza de las consultoras de opinión, pero si leíste la última “antitapa” publicada en este medio antes de las elecciones, titulada “Variaciones antes de las Paso”, hay unos párrafos explicando porque las encuestas son, en general, deficitarias.
Lamento tener que ser auto referencial, pero es necesario explicar por qué no se anunció una derrota tan contundente en todos los niveles electorales, y es ahí donde necesito citar esta misma columna y este mismo medio para tratar de entenderlo. No hubo que buscar demasiado.
A principios de noviembre del año pasado publicábamos una nota titulada “El peronismo se convence que vuelve a gobernar Quilmes”, y allí podías leer lo siguiente: “Las encuestas, cualquiera de ellas, indican que CFK promedia un mínimo de 46 puntos de intención de voto en la Tercera Sección electoral, con picos de más de 50 y un piso de 40. Si bien las encuestas no son definitivas, la tendencia es continua y se asienta en el tiempo. La crisis económica en el conurbano pega con intensidad. La recesión es un hecho y el humor social está erosionado por los malabares que hace la mayoría para llegar a fin de mes y sostener su estándar de vida.”
Tres semanas después, también a fines del 2018, en otra nota que se tituló “Rotos a piedrazos”, escribíamos: “El distanciamiento del gobierno Nacional respecto a la realidad cotidiana, al día a día del ciudadano de a pie, parece irremontable.”
Estoy citando publicaciones propias, lo que no es del todo justo pero me parece necesario, más cuando en marzo de este año, en una nota titulada “Vidal o la derrota del macrismo”, podías leer que: “Mientras tanto se desnuda una verdad compleja para los oficialismos bonaerenses, a los defensores del ‘macrismo’, no les importa quién gobierne las provincias o resignar las grandes intendencias siempre y cuando Macri se mantenga en la presidencia. Una mala estrategia de la Casa Rosada, puede convertir a Vidal en derrotada, y a una gran parte de intendentes de Cambiemos en desocupados”.
En otra nota publicada el pasado abril, denominada “La ciénaga electoral de Cambiemos” se lee: “La política nacional ha sumergido a los representantes de Cambiemos del conurbano en una ciénaga donde les cuesta mantenerse a flote. En la Tercera Sección electoral, donde los denominados ‘sin tierra’ tenían, hasta hace apenas un año, esperanzas de competir de igual a igual con los intendentes peronistas, hoy se resignan a poder ‘colar’ un par de concejales. Intendentes de grandes distritos como Martiniano Molina en Quilmes y Néstor Grindetti en Lanús, ven peligrar su relección al ritmo del desbarajuste de la economía.”
Para completar el cuadro, y previniendo la respuesta de los mediocres que hacen de la refutación su único argumento, a fines de mayo y a principio de junio publicábamos las correspondientes notas tituladas “Martiniano vive” y “Las razones del entusiasmo oficialista”, allí podía leerse lo siguiente respecto al intendente Molina: “Si bien es cierto que sus chances electorales fueron menguando al ritmo de una economía devastadora para los sectores medios, los trabajadores y los excluidos, todavía se está lejos de firmar su acta de defunción electoral.
También es lícito preguntarse en que sustentamos su supervivencia cuando deberá arrastrar a cuestas la candidatura presidencial de Mauricio Macri, esa compleja combinación de salvavidas de plomo, malas noticias y metáforas desacertadas. Sumado a que la armadura mediático-política de la gobernadora Vidal no sólo ha perdido brillo sino también invulnerabilidad.”
Creo finalmente que la justificación de la paliza está evidenciada, y que se fue construyendo a través del último año y medio, y sólo las dudas sobre la unidad en la construcción del espacio peronista-kirchnerista, fueron el argumento sólido para negarla. El mayor problema del oficialismo bonaerense no son Vidal ni los intendentes, sino el propio Mauricio Macri.
Gracias por leer,
*Publicada en la edición Nro. 942 del semanario «El Suburbano».