Por Fernando Pérez (Diputado provincial y precandidato a intendente de Quilmes por Consenso Federal)
No recuerdo administraciones locales que hayan abordado los problemas que tienen los quilmeños con una visión estratégica. Ha habido respuestas parciales y algunas buenas intenciones que se diluyeron en el tiempo.
Pero las cuestiones de fondo no se solucionan, y lo que sí, parece caracterizar a Quilmes es la caída permanente frente a la mejora de municipios vecinos.
Sin dudas, no se ha logrado aunar inteligencia en la gestión con inclusión social, en tiempos en los que da la impresión que muchos llegan al gobierno local sin saber para qué, sin conocer la Ciudad ni sus carencias.
Por no planificar tenemos más de cien villas, inundaciones, sumideros tapados y arroyos con basura.
Por no proyectar, sufrimos las lluvias y los cortes de luz.
Por no pensar no aprovechamos la ribera ni el capital humano que nos ofrece nuestra población. No miramos a la Universidad como una usina intelectual ni valoramos nuestras PYMES. No hay propuestas de empleo ni de tecnología.
Estamos en el siglo XXI pero hacer trámites municipales es engorroso, para que te atiendan en el hospital hay que ir a las cuatro de la mañana, el tránsito es caótico y hay pibes en carros tirados por caballos.
Hay calles sin pavimentar y vecinos sin cloacas. Nos atemoriza la inseguridad y la falta de trabajo.
Es posible que la mayoría estemos de acuerdo con el diagnóstico, la diferencia fundamental es que sabemos cómo hacer lo necesario.
Los quilmeños merecemos que quienes lleguen al gobierno municipal tengan un plan que contemple la transformación de nuestro lugar. Ese plan tiene que ser local y autónomo: nos debemos una estrategia de desarrollo que incluya y perdure. Que haga foco en nosotros.
Necesitamos un gobierno que convoque a los mejores hombres y mujeres.
Es tiempo de que enfrentemos, de una vez por todas, el desafío de liderar Quilmes pensando en todos.
Es ahora el momento de recuperarnos, dejando de mirar hacia el pasado y empezar a construir un sueño propio, porque en definitiva somos nuestras ideas y nuestra capacidad de transformación.