Por Diego Indycki (Presidente de la Unión de Clubes de Barrio de Quilmes)
Los clubes de barrio del país están pasando una situación crítica como resultado de la falta de políticas públicas para su sostenimiento y desarrollo. Una realidad que se ha agravado en los últimos dos años debido al brutal aumento de las tarifas que desde inicios de 2016 está castigando a la mayoría de las familias argentinas.
Lamentablemente, Quilmes no es la excepción, ya que al tarifazo y la falta de la reglamentación de la ley nacional 27.098 de clubes de barrio y de pueblo (una norma creada por los propios clubes para buscar una solución a los problemas comunes, como la normalización administrativa y el derecho a contar con una tarifa social en los servicios públicos) hay que sumarle el total desinterés del gobierno local por el deporte social, el desarrollo y crecimiento de ese espacio de encuentro y contención social que son los clubes de barrio.
Pero a pesar de la desidia y el abandono del gobierno local, los clubes no nos quedamos de brazos cruzados y estamos trabajando en la redacción de una ordenanza que contemple todas las necesidades de las instituciones y al mismo tiempo genere las herramientas necesarias para que todo lo referido a los clubes de barrio sea una política de Estado y no quede a merced de los caprichos o la voluntad del gobierno de turno. Creemos que hoy existe una necesidad de sintetizar en una sola norma las diferentes necesidades y realidades de los clubes de barrio, comenzando por un registro de entidades, ya que hoy no conocemos con certeza la cantidad de clubes y entidades barriales que existen en el distrito. La regularización de la documentación, los trámites de seguridad e higiene, la habilitación de las instalaciones, el otorgamiento de subsidios, el desarrollo de programas estatales que utilizan como sede a los clubes, el tema de las tarifas de los servicios públicos, son algunos de los temas que a nuestro criterio deberían estar contemplados en una sola ordenanza que nos permita sintetizar y avanzar de manera concreta y sin tanta demora en la resolución de estos problemas que son comunes a las entidades.
Los clubes de barrio cumplen una función social esencial para el desarrollo de nuestra comunidad. Son un espacio de encuentro, de contención, donde cientos de familias, grandes y chicos, tienen la posibilidad de realizar actividades fundamentales para su calidad de vida, al mismo tiempo que los mantiene alejados de flagelos de nuestro tiempo como la violencia, el delito y la droga. Una hora en el club, es una hora menos en la calle de cientos de jóvenes, y tampoco queremos que los clubes vuelvan a convertirse en merenderos ni en centros de trueque. Por eso trabajamos de manera organizada para hacer valer nuestros derechos. Es hora que las autoridades nacionales, provinciales y municipales tomen nota de la importancia de los clubes y si no les interesa llevar adelante acciones que los beneficien, al menos dejen de tomar medidas que los perjudican.