(Por Christian Skrilec)
El futuro de la política es incierto. Los efectos del “cuadernazo” no se pueden medir con exactitud. El avance judicial, sostenido a gusto o disgusto por el gobierno y el discurso de Cambiemos, todavía no estableció sus límites. La matriz del cohecho, de la coima, del retorno, es moneda de uso en la política argentina, y no distingue razas, credos, ni estamentos. Pese a que proliferan las encuestas que pretenden relativizar los hechos, el ciudadano de a pie está tomando una distancia peligrosa con la política
Observemos el contexto desalentador de la última semana, que pude dibujarse sin demasiadas objeciones. Las denuncias sobre los aportantes “truchos” para la campaña de Cambiemos en la Provincia de Buenos Aires tenía a mal traer a la gobernadora Vidal, que terminó de perder la compostura con la explosión en una escuela en la localidad de Moreno, producto de un escape de gas que se llevó la vida de una docente y un portero. La Gobernadora estuvo en Quilmes para acompañar a Macri en un acto insulso, que sólo le sirvió al Presidente para hablar de la corrupción mientras Vidal permanecía en silencio y con una leve sonrisa, como un adorno.
Es que a la Gobernadora las balas dejaron de rebotarle. La situación económica es crítica en el conurbano, la seguridad no mejora y por si fuera poco en los últimos días se cobró la vida de dos jóvenes mujeres policía, la disputa salarial con los empleados del estado en cualquiera de los rubros está lejísimo de un acuerdo, y todo esto sumado a la ya mencionada denuncia y a las muertes de Moreno. Vidal sigue siendo la carta más importante del oficialismo para juntar votos, sin María Eugenia no hay posibilidad de empatía con los sectores medios y bajos de la Provincia, y sin un porcentaje de acompañamiento de esos sectores la elección se pierde.
Pero la ventaja de esta degradación de imagen oficialista se apuntala con el naufragio opositor. Algunos dirán naufragio “kirchnerista”, pero lo cierto es que cuando cualquier encuestadora les pregunta a los vecinos quién es la oposición al gobierno, ocho de cada diez contestan “Cristina”. Mientras escribo estas líneas, trasladan al ex vicepresidente Amado Boudou a una celda en Ezeiza, condenado a cinco años y diez meses de prisión efectiva en una de las tantas causas que se tramitan en su contra. Aparecieron los cuadernos de un remisero con vocación literaria que describe el recorrido de la corrupción de secretarios y ministros del gobierno anterior. Hay filmaciones del mismo remisero que muestran el desembarco de bolsos con dinero en una vivienda de los Kirchner. Hay empresarios admitiendo que pagaron coimas, aportes de campaña, que entregaron plata en negro… Creer que todo esto no va a tener un efecto en el ciudadano, en el votante, es ilusorio.
El desarrollo de la acción judicial pone en jaque a la política. Pensar que la mecánica de la corrupción afecta exclusivamente a la ex presidenta y sus acólitos es de una ingenuidad pasmosa. Los empresarios de las provincias y los gobernadores, los empresarios regionales y municipales y los intendentes, tuvieron y tienen mecanismos de “favores mutuos” iguales a los que hoy se juzgan con esmero en el plano nacional.
Lo que ha definido las elecciones y la continuidad democrática de este siglo, no es el voto duro, sino el voto prestado, una masa de sufragios que ronda la mitad del total de los electores, que si bien pueden tener un componente ideológico o una afinidad emocional con un sector político no está comprometida con el mismo. Hoy, ese grupo de personas que no es un fervoroso creyente del gobierno de Cambiemos, ni defensor a ultranza del “kirchnerismo”, ni militante peronista, radical o de izquierda, empieza a mostrarse decepcionado, frustrado por la política y sus consecuencias.
Esa decepción se traduce en frases como “todos son iguales”, “el que no es chorro es inútil”, “cada vez estamos peor”, etcétera. Suele explicarse la crisis del 2001 por razones exclusivamente de política económica y pésimas decisiones de gobierno, olvidando que un par de meses antes de los sucesos trágicos de diciembre, hizo furor el voto en blanco y las fetas de salame adentro de los sobres. La decepción con la política es peligrosa.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición Nro. 898 del semanario “El Suburbano”.