(Por Christian Skrilec)
Sueñan con dejarlos terceros. Que ella quede tercera. Que un peronismo blanco, atildado y prolijo, enfrente en una segunda vuelta a un Macri desgastado por cuatro años de gestión y una economía difícil. Al gobierno no le molesta, colabora desde hace dos años por la conformación de un peronismo partido, fragmentado, y no ahorra esfuerzos en seguirle dando martillazos.
Es una idea repetida, reescrita, el fracaso en el 2015, la derrota de Cristina en el 2017 en una elección donde las listas de la oposición peronista no sólo fueron divididas en tres en la Provincia de Buenos Aires, sino que multiplicaron su ruptura en todo el país, dejaron esa gran masa opositora demasiado blanda.
La intervención del Partido Justicialista Nacional a manos del sindicalista Luis Barrionuevo, las reuniones cada vez más públicas entre Sergio Masa y Florencio Randazzo, los encuentros “kirchneristas” para afirmar que “Hay 2019”, la estigmatización de La Cámpora, siguen siendo señales inequívocas de que bajo el repetido discurso de unidad hay posiciones irreconciliables. El único cambio que se operó en los dirigentes peronistas, sean más pejotistas o kirchneristas, es la admisión pública que si no hay unidad será muy difícil dar pelea en el 2019.
Los que sueñan con ese recuento de votos que deje tercero al “kirchnerismo”, que apuntan a recuperar el gobierno nacional en un ballotage sorpresivo que termine con Macri y con Cristina en una sola votación, no se preocupan en entregar la Provincia de Buenos Aires y un buen número de intendencias. Un peronismo roto no sólo garantiza la continuidad de Cambiemos en los distritos bonaerenses, sino que además deja a las puertas del cadalso a varios pesos pesados del peronismo.
En el conurbano la encerrona es completa. La mejor candidata posible es la gobernadora María Eugenia Vidal, para la mayoría de los encuestadores y analistas imbatible en la próxima elección. La principal referente opositora con un piso de un tercio de los votos en la Provincia es Cristina Kirchner. Una hipotética tercera opción de un PJ nacional rearmado que incluya a Cumplir (Randazzo) y al Frente Renovador (Massa), que obtenga un arrastre general de alrededor de 15 puntos puede ser un contrapeso letal para enfrentar a Cambiemos según el distrito. El rearmado del PJ apuesta a la nacionalización, y Cristina se transformó en una candidata bonaerense.
El pragmatismo de los intendentes es un atributo reconocido, excepto algún caso excepcional no tienen restricciones ideológicas, su vocación será la de integrar la lista que más votos arrastre, no piensan en el 2023, ni en el Proyecto Nacional, ni en los destinos de la Provincia. Su objetivo principal e inmediato es mantenerse al comando de sus municipios. Martín Insaurralde es un buen ejemplo, nunca se sintió cerca del “kirchnerismo”, ni siquiera cuando encabezó la lista de diputados nacionales por la Provincia, en doce años de gobierno K tuvo que aguantar que las listas de diputados o senadores provinciales sea integrada por “kirchneristas” que buscaban arrebatarle el poder local, coqueteó con Massa, le cae simpático a Vidal, pero a la hora de los bifes no le quedará otra que someterse a Cristina si es la única que le garantiza la continuidad.
La salida para que de verdad el peronismo tenga un 2019, es la gran interna, el propio Jorge Capitanich, intendente de Resistencia y ex Jefe de Gabinete de Cristina lo admitió días atrás en Lanús, una “gran interna que nos contenga a todos”, incluso a los que minutos antes hablándole a la militancia había calificado como traidores. Al igual que el escenario de la unidad, el esquema de una gran interna o una primaria inclusiva hoy parecen muy poco probables.
En este marco es donde Cambiemos acelera los tiempos y agranda sus objetivos, Avellaneda, Almirante Brown, Florencio Varela, Esteban Echeverría, Lomas de Zamora y Tigre, son municipios en los que una marcada división del peronismo en el tiempo electoral puede darles el espaldarazo que necesitan para afianzarse territorialmente en la Provincia de Buenos Aires. Lo que hay que preguntarse es que salida pueden encontrarle los jefes peronistas de estos distritos a este condicionamiento electoral, hasta ahora, sólo trasciende la resignación.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición 885 del semanario “El suburbano”.