(Por Christian Skrilec)
La época y el contexto nacional imponen una vara lo suficientemente baja para que los Intendentes puedan sortearla con un mínimo esfuerzo y llevando adelante una gestión apenas aceptable. Pese a la descentralización que se viene imponiendo desde los gobiernos centrales hacia los municipios en los últimos años, los jefes comunales siguen teniendo la facultad de excusarse en la mayoría de los temas de fondo, y pueden hacer gala de buenos administradores con el mero hecho de juntar la basura o cambiar las lamparitas.
Cualquier sondeo de opinión arroja como resultado que las preocupaciones del vecino del conurbano se centran en alguna variante de la economía (inflación, nivel de ingresos, encontrar o mantener un empleo) y la inseguridad. Respecto a la economía, poco y nada puede hacerse desde un distrito, las medidas paliativas para enfrentar el conflicto económico son livianas ante un problema de peso, se pueden impulsar modelos de compra local, reducción de tasas a emprendedores, ordenanzas que regulen la contratación de mano de obra autóctona, etcétera. Pero el impacto de estas medidas tiene un alcance vago y sirven más como acumulación de capital político que otra cosa. Respecto a la seguridad, asunto sobre el que el gobierno anterior tuvo un empuje descentralizador a través de la policía comunal, las cámaras de seguridad y el control urbano, terminaron siendo una ventaja para los jefes comunales: si el delito disminuye, el esfuerzo local es valioso, si el crimen no cesa o aumenta, la ineficiencia es de la policía bonaerense, el Ministerio de Seguridad y la gobernación.
Esta es una parte de la verdad, y es la lectura que los intendentes aceptan y promueven, sean del mismo signo o el contrario de las autoridades provinciales y nacionales, por el simple hecho de reducir sus responsabilidades. Obviamente que no es lo mismo un Intendente que tiene la conducción de los comisarios que le tocan en suerte del que no la tiene, o el que tiene la capacidad de levantar el teléfono y presionar a un empresario para que no eche personal o evitar que se radique en el parque industrial de un distrito vecino.
Así las cosas, el futuro político del primer cordón del conurbano está cada vez más atado a la suerte administrativa y de gestión de los estamentos superiores, la creciente influencia de los medios y las redes sociales y el desarrollo urbano también empiezan a anudar esa suerte al segundo cordón. Reduciendo la hipótesis a la mínima expresión, digamos que si a Macri y a Vidal les va bien, los gobiernos de Grindetti (Lanús), Molina (Quilmes), Tagliaferro (Morón), o Valenzuela (3 de Febrero) entre otros, tienen que ser pésimos para poner en riesgo la continuidad del oficialismo en sus distritos. Por supuesto existe el caso contrario, un fracaso de Cambiemos a nivel nacional, difícilmente pueda ser esquivado por una gestión descollante. Respecto a los Intendentes opositores, veámoslo de este modo, intendentes de gestión imitable pero ubicados en el primer cordón como Ferraresi (Avellaneda) e Insaurralde (Lomas de Zamora), corren serios riesgos electorales ante un hipotético éxito general de Cambiemos. Mientras que una gestión deficitaria como la de Watson (Varela-segundo cordón), podría mantenerse a flote pese a los vientos amarillos.
Como se planteó en un principio, además de la época y el contexto, esta geografía política se acentúa porque el vecino pone la vara muy abajo. No se pide mucho. La simpatía con el gobierno local de los sectores altos y medios está regulada por el histórico ABL, alumbrado, barrido y limpieza, a lo que se sumó en los últimos tiempos la cuestión del tránsito y el estacionamiento. Los sectores bajos y periféricos, tiene como denominador común el reclamo de la asistencia social y la mejora del hábitat (que no necesariamente implica la construcción de viviendas). Respondiendo a estas demandas e impulsando un mínimo de obras de infraestructura (asfalto, mejorado, bacheo), la figura de los jefes comunales no se enaltece pero permanece a salvo y su destino atado a las suertes de los referentes nacionales. Lo único que tienen que hacer, es no tropezar con la vara.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición Nro. 883 del semanario “El Suburbano”.