(Por Christian Skrilec)
Es el tiempo de la canícula, diría el gran García Márquez, y esto está afectando al gobierno de Molina con una abulia preocupante. El éxito del entretenimiento para pocos, como las ferias de alimentos saludables y otros eventos veraniegos, no sosiega la incertidumbre de cómo se resolverán los problemas reales de la gestión que afectan a muchos.
Si bien es cierto que la política no se toma vacaciones, durante el verano los políticos holgazanean el mayor tiempo que pueden, sean oficialistas u opositores. Generalmente todo se deriva hasta el mes de marzo, hasta que marzo aparece como una ola inesperada y se los lleva puestos. Lo único que está claro por este tiempo en Quilmes, es que la política oficialista se ha transformado en un monorriel que termina sin escala en la estación Molina.
A pesar de lo que digan los agoreros del apocalipsis “macrista”, la imagen de Martiniano ante los vecinos sigue presentándose favorable, y aparece todavía como la única cara visible y bonita de Cambiemos en el ámbito local, descontando a la omnipresente gobernadora Vidal. Por otra parte, el rol decisivo de Tomás Molina en la gestión salió a la superficie de manera inocultable, su papel clave en la administración municipal siempre fue importante pero ahora es evidente para todos. Tanto es así, que ni siquiera el anuncio del Presidente de que sus funcionarios debían eyectar a los parientes de la función pública afectará las atribuciones del hermano del Intendente, sea continuando como Secretario General, o anexando o asumiendo la secretaría de Gobierno. Aquí no es cuestión de títulos, sino de ser el dueño de la birome (lapicera me suena tilingo), y la birome la tiene Martiniano y sólo se la presta a Tomás.
Si este monorriel político funciona adecuadamente, sólo se verá con el tiempo. Al vecino no le importa cuántos Molinas haya en el Municipio mientras el Municipio cumpla con sus funciones. El problema que si se observa de un tiempo a esta parte y que parece tener un crecimiento inevitable, es que esta construcción monolítica de poder carece de fusibles. El recorrido del monorriel termina en un solo lugar y no hay escalas disponibles. Los funcionarios, los políticos opositores, los empresarios, los comerciantes, y cualquier actor de mayor o menor peso en la ciudad, ya saben que hay una sola terminal donde ir a parar.
Usual e históricamente, todo termina en manos del Intendente, pero lo que llega a su evaluación y definición son los temas de mayor importancia, la gestión está dando la sensación que si no hay aval de los Molina, en esta ciudad no se puede ni extender un registro de conductor. Es un embudo peligroso, porque al menor taponamiento, la gestión se desborda. Podrán analizarse y discutirse los roles que en su momento tuvieron Jorge Molina (“El Padre”) como factótum externo de la gestión, el diputado Fernando Pérez como ex secretario de Gobierno, el novel diputado Guillermo Sánchez Sterli como Jefe de Gabinete, el ahora concejal raso Guillermo Galetto también al frente de Gobierno, y hasta el ya olvidado Roberto Reale como Secretario Privado del Intendente, pero todos tenían algo en común: su rol de fusibles. El Intendente podía ser exonerado de cualquier error, político o de gestión, a través de ellos. El monorriel no lo permite, si descarrila, la culpa es de Molina, de uno o de otro.
Cabe hacer la salvedad con el secretario de Servicios Públicos Sergio Chomyszyn, que en sus funciones humanamente inabarcables, parece ser el último escollo de responsabilidad en algunos manejos de gestión. Pero lo de “Chomy”, como se lo conoce en el ambiente, está tomando algunos ribetes difíciles de sostener, como las afirmaciones que vierte ante los auditorios más disímiles, entre las que se destacan que los problemas en la recolección de residuos están resueltos o que no se tienen mayores inconvenientes medio ambientales en la ciudad. El vuelco y la quema de residuos por parte del Municipio en el predio de la ex Massuh lo contradicen inapelablemente. Otro que recorre un camino similar en cuanto a la sumatoria de funciones es el secretario Juan Mendizábal, aunque hasta ahora con unos cuantos errores menos en su haber.
Veremos cómo funciona el carrito, todavía falta para marzo.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición Nro. 877 del semanario «El Suburbano».
Esté monorriel molinista que empezó como una ilusión para los quilmeños, está construido sobre un riel de puré de papas, donde cada día se hunde mas y mas… y empieza a descontrolarse, y seguramente termine como el monoriel de Sprinfield… destruido por el descontrol y la anarquia.