(Por Christian Skrilec)
La elección en Quilmes no tiene ningún misterio. El resultado no modificará la cantidad de bancas que obtendrá cada sector político. El número es cinco, cinco, dos. Cinco bancas para CAMBIEMOS, cinco para Unidad Ciudadana, y dos para 1País. El valor del resultado entra en el terreno de lo simbólico, en la siembra de especulaciones futuras.
El ganador no está definido, pero el margen será escaso, entre uno y cinco puntos porcentuales de diferencia entre el primero y el segundo. Elección reñida, cabeza a cabeza, y nada más. En la práctica inmediata de la política post electoral, si el que gana es el oficialismo, la conducción del Concejo Deliberante no se modificará, si gana la oposición, la discusión por la presidencia entra en la agenda.
Esa es la primera señal que a esta altura, en Quilmes, el resultado tiene más valor simbólico que otra cosa. Es cierto que estas definiciones tajantes sobre el resultado exigirían algún tipo de explicación, aunque no me esforzaré demasiado:
Todos los votos que obtuvo la izquierda en Agosto no suman lo necesario para para obtener un concejal (8,33 por ciento), no hay garantías que los sectores minoritarios voten al FIT, y además la izquierda tiene votantes duros, que el día de la elección no se quedaron dormidos ni pasaron el fin de semana en el country.
La boleta de cumplir también quedó lejos del piso, y no hay una sola señal que Randazzo levante. Ni que el ex intendente Gutiérrez salga a caminar por los barrios en una campaña furiosa, ni nada que se le parezca o nos haga pensar en una remontada.
La especulación mayor pasa por 1País. Nadie, pero aseguro que nadie, cree que la gente de Massa pueda sacar más votos en octubre que en agosto. El cálculo reside en cuántos votos va a perder. Tanto desde el oficialismo como desde Unidad Ciudadana sueñan con que se caiga del piso y no ingrese concejales. Para ello, debería perder el 40 por ciento de los votos obtenidos, lo que a todas luces parece demasiado. Como viene la cosa no es imposible, pero sí muy poco probable.
El escenario se resume en dos protagonistas, y le guste a quien le guste, la polarización se cristalizó en las urnas. Ni CAMBIEMOS ni Unidad Ciudadana bajaran del 34 por ciento de los votos. En síntesis, 5 concejales para cada uno, y 2 para 1País. El resto es especulación, jugar a cara o seca.
Para el peronismo-kirchnerismo-pejotismo, que el año que viene volverá a girar en torno a la unidad imposible, al liderazgo local ausente, y a la disgregación, ganar o perder no le cambia el esquema. Ya el año pasado hablamos del “comienzo del fin del peronismo en Quilmes”, y hoy las señales son aún más complejas. El mapa de incertidumbre se marca en trazos firmes en toda la provincia de Buenos Aires. En el caso de un triunfo local, tendremos a Aníbal Fernández y a La Cámpora adjudicándose la victoria y soñando con un quimérico 2019, mientras se consolida el liderazgo de praxis de Juntos por Quilmes en el Concejo Deliberante.
Para Molina, un triunfo le allana el camino a la reelección, y una derrota lo llena de interrogantes transitorios: ¿la cúpula de Cambiemos pensará en otro candidato?, ¿le abrirán las chances de una futura interna?, ¿tendremos una sutil intervención política desde la Nación o la Provincia en el distrito?, ¿se verá obligado a cambiar medio gabinete? Demasiada especulación antes de contar los votos.
La nacionalización de la elección hace perder de vista la importancia de los gobiernos locales. Un análisis de las últimas cuatro elecciones de la región arrojará como resultado que la incidencia de gestión puede modificar la actitud del votante. Pero eso sólo viéndolo desde el punto de vista electoral, desde la óptica formal de lo que debe ser una gestión de gobierno, el rol de los intendentes se ha vuelto decisivo para la vida de los vecinos.
Una visión panorámica de la situación de los distritos de la región revisando lo que nos ha sucedido en este siglo muestra lo determinante que pueden ser las administraciones locales. Que el resultado este puesto, no es una invitación al vecino a abstenerse de ocuparse de votar a conciencia en el ámbito de su ciudad, sino una advertencia de como con su decisión va configurando el gobierno que le toca.
Gracias por leer.
Publicado en la edición Nro. 862 del semanario “El Suburbano”.
El análisis me ha parecido acertado. También es cierto que el municipio ha sido «premiado» por la gobernación. La realidad social nos muestra la crisis que se ha agudizado en todos los órdenes. El futuro próximo lo avizoro gris oscuro tirando a negro. Se puede mentir un tiempo, no todo el tiempo, y si no pregúntenle a Moreno al respecto.