(Por Christian Skrilec)
Le debemos a nuestros colegas de la revista La Tecla el hallazgo de una de las definiciones más inquietantes que haya dado la política de nuestra ciudad. En un reciente reportaje otorgado a la mencionada publicación, el Intendente Molina afirmó que “En Quilmes convivían todas las fuerzas del mal”, obviamente semejante declaración derivó en título.
La expresión “las fuerzas del mal” es más que una metáfora, es una idea que tiene un origen religioso y una indudable connotación esotérica. Nos remite a los miedos intrínsecos, a la lucha entre el bien y el mal, a la antinomia ancestral entre luz y oscuridad. Aplicada a la política, “las fuerzas del mal” es una idea que no podemos pasar por alto.
La frase textual que salió de los labios de Martiniano fue: “Era un caos, todas las fuerzas del mal convivían en este distrito”. El vuelo de la definición fue tan alto que a la entrevistadora se le escaparon las preguntas que exigían un reconocimiento tan traumático: ¿cuáles son o eran las fuerzas del mal?, ¿esas fuerzas del mal, se reconvirtieron al bien durante la actual gestión?, ¿fueron eliminadas o aún conviven con nosotros?
La posible respuesta que uno imagina es que las fuerzas del mal son los demontres metalúrgicos que invadieron el municipio durante los últimos ocho años, y que fueron exorcizados con el arribo de la bienaventuranza PRO, pero reducir a ellos la respuesta es darle demasiada entidad a un grupo de cuatreros que tomaron algunas áreas del municipio para llevar a cabo sus fechorías. El mal y sus fuerzas superan a las tropas de Gutiérrez.
Además, en ese ejército de demonios participó activamente Jorge Molina, primer presidente del Concejo Deliberante oficialista durante la gestión “barbista”. Pienso en el film Star Wars (Episodio VI) donde Luke Skywalker (el bueno de la saga para los que no la vieron), descubre que Darth Vader (el malo de la película) es su padre, a quien finalmente rescata del lado oscuro después de una ardua lucha contra El Emperador “del mal”. Digamos que Molina sería una especie de Intendente Jedi.
Pero las fuerzas del mal son complejas y su ejército cuantioso, y el problema de Martiniano es que varios de sus soldados provienen de la más profunda oscuridad. Porque si de fuerzas del mal hablamos es imposible omitir a La Cámpora, o los acólitos del ex intendente Villordo (representación del mal por naturaleza), y ni que hablar de un príncipe de las tinieblas políticas como Aníbal Fernández, hoy todos ellos con reconocidos integrantes de sus huestes dentro de la gestión oficialista.
Digamos que esos hombres y mujeres se convirtieron al bien o se disfrazaron de buenos, pero qué hacer con los aliados, aquellos que históricamente fueron más malos que la peste para la ciudad. En este grupo de malditos pueden encontrarse a muchos radicales, integrantes del partido FE, como así también a diabólicos peronistas. ¿Todos “cambiaron” para hacer el bien?, ¿se cansaron de su malicia política y sus perversidades administrativas?
Además están los actores o en este caso convivientes externos, como gestores, abogados, fuerzas de seguridad y proveedores que actuaron en concomitancia con la política de la ciudad durante años y hoy se perpetúan con Molina. Ni que hablar de los periodistas, el medio que difundió las actividades de las fuerzas del mal con devoción y ahínco hoy es el órgano de prensa favorito del Intendente.
La sospecha se hace certeza con sólo mirar con atención: “Las fuerzas del mal que convivían” en Quilmes no desaparecieron ni se evangelizaron al bien por obra del milagro o el arrepentimiento, las fuerzas del mal conviven con Martiniano, lo rodean e intentan seducirlo, y su perversión es tan grande que se ocultan y el Intendente no puede identificarlas.
El experimentado colega Rodolfo Mogensen afirma desde hace años que Quilmes está maldito. Ahora tenemos un Jefe Comunal que asegura que esa maldición podría haber sido cierta y perdurable por la existencia de “las fuerzas del mal”. Los religiosos que recen, los herejes consulten a una bruja que los limpie y los incrédulos persígnense, porque aquí no hay garantías, Martiniano lucha contra el mal pero está rodeado de demonios, y corre el riesgo de ser llevado al “lado oscuro”.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición Num. 845 del semanario “El Suburbano”.
Sr. Director muy buena su editorial, ademas es importante que los ciudadanos sepan que los «buenos» de Molina no dejan de cometer errores, irregularidades, y actos administrativos poco claros pasibles de una investigación penal. Como bien lo expreso la concejal Edith Llanos en la sesión de la rendición de cuentas. Algunos ejemplos: No le otorgaron la clave de Rafam a los Concejales para control tal lo estipula el Honorable Tribunal de Cuentas, festival de Compras Directas evadiendo Licitaciones, un proveedor (Giammarini Diego, legajo 6.107) que no tiene personal y fue contratado para repartir 21.210 cartas (como habra caminado)y ademas el mismo proveedor fue contratado para pulido de pisos (una persona completa).
Ejemplos como estos abundan en las fuerzas «buenas» de la gestión Molina, subejecuciones presupuestarias, firmas adulteradas (observación del Tribunal de Cuentas, proveedores que se repiten e irregularidades de todo tipo. La Auditora que estaba tan activa controlando la gestión Gutierrez (que dicho sea de paso no encontro ninguna irregularidad) parece que no se entera, tambien debe ser por su bondad.
La verdad que no dice Molina es que recibio una administración ordenada, con los fondos suficientes para pagar sueldos, aguinaldo con las obras licitadas, iniciadas y los fondos para realizarlas en las cuentas.
No me quiero extender, si agradecer que haya medios como El Termometro y periodistas como usted que mantienen su independencia y dignifican su profesión. Feliz dia del Periodista.
Cr. Guillermo Loyola
Ex Secretario de Hacienda gestión Francisco Gutierrez