(Por Christian Skrilec)
Me llamó la atención el breve video publicitario que divulgó la gente de Randazzo a través de las redes sociales. Allí se muestra un renovado tren eléctrico circulando a velocidad mientras puede leerse “Abran paso al futuro. Para que llegue el tren”. Otro, también sencillo, tiene la imagen fija de uno de los viejos trenes chinos adquiridos como nuevos para la Argentina, donde también es reclama por las Paso (Primarias Abiertas Simultaneas Obligatorias) y se agrega “Queremos elegir. No más candidatos a dedo” etcétera. La publicidad web tiene tres ejes para analizar: las PASO, el tren, y la candidatura de Florencio Randazzo.
En primer lugar, digamos que a pesar del esfuerzo de los grandes medios y las declaraciones imperturbables de Alberto Fernández, reconvertido ahora en jefe de campaña de Florencio, el “randazzismo” mantiene la sospecha que la cúpula partidaria impida las elecciones internas con alguna maniobra de las tantas a las que nos tiene acostumbrados el PJ. Un PJ que oscila entre volver a aferrarse a las faldas de la ex presidenta Cristina, independizarse, rearmarse, y otras tantas especulaciones que terminan cuando arriban a la verdad más inexpugnable del pensamiento del General Perón: el pragmatismo. Tanto es así que algunos intendentes peronistas de la tercera sección ya están ofreciendo su lista de concejales y consejeros escolares a ambos lados del mostrador, “yo mi distrito lo tengo ordenado, que haya listas para los cargos nacionales (senadores y diputados) y seccionales (diputados) y que la lista local vaya en las dos boletas”, los compañeros son de ideas simples y superadoras, digamos, por no rebajarlos a la simple categoría de pillos.
En síntesis, las actitudes cambiantes de los jefes del peronismo bonaerense terminan inquietando al “Flaco” Randazzo, que esta vez se siente confiado para la interna, siempre y cuando no tenga que enfrentar a Cristina, y su rival sea a lo sumo un Daniel Scioli rodeado de modelos embarazadas, gatos de raza, y viajes difíciles de explicar. Algunos me recordaran que también estaba confiado para dar pelea en una interna presidencial del 2015, pero hasta un puestero de un campo perdido en Chivilcoy sabía que perdía.
En fin, con Randazzo como precandidato excluyente de cara a las PASO, el asunto va tomando forma, y nadie sabe cómo puede desarrollarse una campaña que lo tendrá como protagonista. De la necesidad de los medios dependerán sus explicaciones públicas y las respuestas que deberá dar por su negativa a ser candidato a gobernador en el 2015 (para los que lo quieren un gesto de grandeza, para los otros el responsable primario de la derrota electoral); su desaparición voluntaria durante el primer año y medio del gobierno de Macri; y fundamentalmente, sobre la transparencia de los manejos en la reconversión del sistema ferroviario nacional, aunque por esto último sea tal vez al actual Ministro de Transporte Guillermo Dietrich quien lo exima de explicarlo, en virtud de necesidades propias y acuerdos preexistentes.
El otro dato que resulta interesante, es apuntar como Randazzo se apropió del tren, o mejor dicho, de la reconstrucción de los servicios del ferrocarril iniciada por el gobierno anterior después de la dolorosa e injustificable tragedia de Once, donde medio centenar de personas perdieron la vida. Si bien es cierto que se señala a Randazzo como un buen administrador de esa reconstrucción, la decisión política provino del gobierno al cual pertenecía, que después de la tragedia decidió cambiar subsidios por obras a modo de reparación culposa de sus desaciertos.
No obstante, Randazzo es el tren, y quienes lo valoran en exceso, suelen sumar a su gestión ferroviaria los exitosos planes documentarios, política que hoy continúa Cambiemos, que inició el “kirchnerismo”, y que tuvo su origen de aplicación en el ex ministro Aníbal Fernández, el hombre que se puso el traje de candidato tras la defección del “Flaco”. Paradojas interminables de nuestra política. Pensar que en el 2015 los barones del conurbano preferían de candidato a Scioli sobre Randazzo, entre otras cosas, porque este último era demasiado “cristinista”, y ahora es justo lo contrario.
Gracias por leer.
*Publicado en la edición Nro. 843 del semanario “El Suburbano”.