(Por Christian Skrilec)
Hay un diluyente temible para la política, la gestión, y el relato “macrista”: la economía cotidiana.
No importa que el Presidente explique que se están creando nuevos puestos de trabajo desde hace un trimestre, ni que la Gobernadora diga que la obra pública en la provincia revolucionará la infraestructura bonaerense, ni que los intendentes de CAMBIEMOS se sumen con su avances localistas con espíritu nacional.
Tampoco será suficiente la andanada mediática oficialista agitando el fantasma de la corrupción y el despotismo “kirchnerista”, ni las estrategias de comunicación directa a través de las redes sociales.
¿Por qué?“The economy, stupid” (la economía, estúpido), diría el ex presidente norteamericano Bill Clinton en una afirmación sin eufemismos que liquidó a su competidor de entonces George W. Bush.
La economía del votante promedio no es el fabuloso negocio financiero, ni el histórico negocio agropecuario, ni el prometedor negocio de las energías renovables que como en una novela de tesoros y piratas se esconde en “Vaca Muerta”, la economía del votante promedio es el negocio de sobrevivir el día a día.
Escuchar las variaciones y especulaciones de cualquier analista económico en este país, opositor u oficialista o defienda los intereses que defienda, está teniendo el mismo rigor que las explicaciones de un tarotista. Es más, analizan los números duros como si interpretaran una carta del tarot, revelando parcialidades según la cara del cliente.
Para nosotros, la mayoría, limitados a los conocimientos empíricos del intercambio de billetes y la contabilidad hogareña, la economía se reduce a cosas simples: poder o no poder pagar, comprar o no comprar, darse o no darse determinados gustos, llegar o no llegar a fin de mes, irse un día, una semana, o quince días de vacaciones, y así infinidad de ejemplos. Las explicaciones de los tarotistas económicos no valen de nada, nuestra economía cotidiana es la que cuenta.
Mientras tanto leemos o escuchamos que el consumo cayó, que el empleo se pierde, que aumentarán las tarifas, que subirá el combustible, que baja el poder adquisitivo, que la inflación bajará con lentitud, pero que este año será mejor que el anterior…
Elecciones
En este marco, es donde próximamente la política saldrá a buscar a sus votantes con el habitual andamiaje de seducción e invocaciones al rechazo, cada cual con su librito, su estrategia y su agenda de temas insoslayables. La estrategia del oficialismo se desnuda rápidamente y no tiene grandes novedades, “kirchneristas, renovadores, peronistas”, todos son iguales o demasiado parecidos, nosotros somos el cambio, ellos son lo viejo y nosotros lo nuevo, heredamos un país destruido y lo estamos reconstruyendo, tengan confianza.
Aunque parezca limitada, la estrategia electoral no es mala, y lo descripto en el párrafo anterior es lo que baja con instructivo incluido desde las altas esferas del poder PRO. Respecto a la confianza, ahí está la clave, la llave del voto: No me está yendo bien, pero estoy confiado en que me va a ir mejor, te voto. Me está yendo mal, y estos tipos me van a hundir, no los voto. Simple pero real.
Por otra parte, una de las dificultades que acarrea esta estrategia, es la creencia de los dirigentes de CAMBIEMOS. Este escriba tuvo la oportunidad de conversar en el último tiempo con varios dirigentes oficialistas de peso en sus distritos y en la gobernación bonaerense, y el denominador común es la preocupación por la economía cotidiana de los votantes, si habrá mejoría este año, y si esa mejoría será suficiente para no perder sufragios. Para la mayoría, en off the record, la estrategia oficial no alcanza.
Por otra parte, adhiero a la teoría que sostiene que en los países en vías de desarrollo la economía suele no ser el factor principal de la decisión del votante. Aunque suene contradictorio con el contenido de esta nota, creo que nuestro renegado pero inevitable espíritu latinoamericanista, nos arrastra siempre a alguna pasión absurda y a dejarnos llevar por las revelaciones del pensamiento mágico.
Escribir no me va a sacar de pobre, pongo el punto y me voy a jugar al Loto.
Gracias por leer.
Publicado en la edición N 830 del semanario “El Suburbano”.