(Por Christian Skrilec) La paradoja del peronismo es que ha hecho un culto a la lealtad pero sólo se avanza en el movimiento a fuerza de traiciones. La frase no es exacta ni mía, y son varios los que se la adjudican. No importa, es ilustrativa y certera. La cuestión de la lealtad y la traición en el peronismo se retrotrae sesenta años, en el esquema de orfandad que dejaron al movimiento el fallecimiento de Evita y el exilio de Perón. Otros tiempos, otro país, otra disputa.
Hoy, en la modernidad líquida, o en la era del vacío, o de cualquier teoría sociológica en boga, los conceptos de traición y lealtad se vuelven borrosos como la fidelidad a una pareja que ya te dijo que no te quiere: Cristina no lo quería a Massa. Massa se fue. ¿Massa es traidor, es desleal?
La traición en el peronismo, depende del “peronómetro” con que se mida, los peronistas anti-k solían argumentar que “traidores son ellos, que traicionaron los ideales de Perón”, y los K-peronistas respondían que los otros “traicionaban al pueblo”, y así sucesivamente, acusaciones y recusaciones sobre la lealtad y la traición, que para el grueso de los ciudadanos carecen de importancia. La religión peronista es el pragmatismo.
No obstante, algún observador perspicaz podrá decir que pragmáticos son los radicales, que hace diez años eran radicales-K y ahora son radicales-PRO. Aunque no me parece justo achacarles a los boinas blancas exceso de pragmatismo y falta de ideología cuando arrancaron este siglo sepultando a los argentinos en la peor crisis de las que tenga nuestra memoria. Hacen lo que pueden.
¿Será el pragmatismo peronista, esa virtud que siempre los transforma ideológica y éticamente para mantenerse o retornar al poder lo que esta vez los aleje del triunfo electoral?
Hoy, que la polarización renació con todas sus fuerzas es difícil decirlo. El gobierno que encabeza Mauricio Macri con su correlato bonaerense, apuestan a enfrentar a un peronismo encabezado o tutelado por la ex presidente Cristina Kirchner, dependerá del peronismo pagar la apuesta o retirarse y barajar y dar de nuevo. La discusión interna es voraz, ambiciosa, y siempre deja heridos.
Peronistas en Cambiemos
Está cada vez más claro que al peronismo clásico le cuesta cada vez más entender el juego político del PRO. El ejemplo más grosero es el de los Peronistas en Cambiemos, y lo vivió la pata peronista-gremial del PRO que ahora encarna el Momo Venegas. Era imposible pensar que la nuera ideal de las suegras bonaerenses, subiría a un escenario rodeada de tipos con cara de sospechosos, humo de choripán y clima de popular del ascenso. Vidal no fue al acto de la lealtad de Venegas con el PRO, en su lugar mandó al ministro Cristian Ritondo, un peronista porteño converso hace lustros.
Pero esa señal no les alcanza, como tampoco les alcanzó la evidencia en que los dejó la gobernadora Vidal en su armado político territorial. Los peronistas en Cambiemos, los Mercuri, los Scarabino, los Cacho Álvarez, que soñaban y sueñan con convertirse en el nexo entre las viejas estructuras bonaerenses y el actual gobierno ya fueron pasados a retiro, el mismo día en que la Gobernadora, bien apoyada por sus ministros con espíritu “duhaldista”, Salvai y López Medrano, decidió tratar en forma directa con los Intendentes y los principales referentes del PJ bonaerense.
Peronistas en Cambiemos anotíciense, el PRO no los quiere. Aunque lo más grave de todo para ustedes, es que hoy tampoco los necesita. ¿Cuántos funcionarios peronistas del viejo pejotismo hay en el gobierno bonaerense?, ¿cuántos hay en distritos del conurbano duro como Lanús, Quilmes o 3 de Febrero?
Obviamente que la apuesta de los que juran lealtad al PRO cantando la marcha, es que los necesiten en un futuro próximo. Pero para que ese futuro se configure, deberán desaparecer muchas ideas fuerza claves en el pensamiento PRO, principalmente las de cambio-continuidad y nueva política- vieja política, hoy más enraizadas que nunca polarización mediante.
Gracias por leer.
Publicado en la edición N° 819 del semanario “El Suburbano”.