(Por Christian Skrilec) La presentación podría hacerla Donato De Santis con acento italiano, o Christof Krywonis, con acento francés, cualquiera de los dos diría algo así: “hoy van a tener que cocinar con alguien muy especial, no sólo es alguien que se ha destacado como chef, sino que además se ha destacado en la política”, las cámaras enfocan las caras de los participantes de la versión argentina del reality de cocina más famosos del mundo. Todos saben de quien se trata, interviene el chef argentino, el pelado Germán Martitegui, y dice: “hoy cocina con nosotros el intendente de Quilmes Martiniano Molina”.
Este evento, la participación de Martiniano en Master Chef, que puede suceder o no, es simplemente un ejemplo de una de las claves del gobierno del Intendente Molina, su instalación mediática y su imagen nacional. Cualquier intendente tiene acceso a los medios locales, a algún medio provincial, y tal vez a algún programa de cable político nacional, pero Molina, por su perfil, puede comunicar masivamente. En este tiempo que nos toca, eso es mucho.
Mauricio Macri sabe que su proyecto nacional tiene su columna vertebral a la provincia de Buenos Aires, si el frente bonaerense hocica, el gobierno nacional se puede caer de la montura. Por su parte, María Eugenia Vidal sabe también que el control de la Provincia depende de los populosos y conflictivos distritos del conurbano, ahí el espaldarazo económico de la gobernadora a los intendentes propios será esencial.
En este marco, Molina obtiene los beneficios circunstanciales de la construcción de poder que debe emprender el PRO, que también en este esquema de conducción nacional, provincial y distrital, sólo puede consolidarse con gestión de gobierno. Como siempre, y más con los sistemas impositivos y de coparticipación existentes, los municipios se han vuelto extremadamente dependientes de los estamentos superiores.
Quilmes puede ser uno de los distritos a mostrar, al igual que La Plata, Bahía Blanca, Lanús, y Mar del Plata, en todos ellos CAMBIEMOS se quedó con las intendencias, y tienen una mezcla ideal de potencialidad de crecimiento y peso electoral. Pero Quilmes tiene la diferencia que marcamos al principio, un intendente fácil de exponer hacia afuera.
Pero para mostrarse hacia afuera primero hay que gobernar para adentro, y la ciudad y sus habitantes siguen funcionando gobierne quien los gobierne, aunque obviamente ese gobierno, es el condicionante de dicho funcionamiento. La gestión Molina ya arrancó, no hay mañana. Tendrá el tiempo que le otorgará la herencia de la gestión saliente, que mantuvo la aprobación de apenas un tercio de los quilmeños.
Pero esa herencia se gasta rápido, la primera centena de días de gestión pueden justificarse los errores por la pesada carga recibida, después todo error ingresa en una sombra de duda, donde el vecino se pregunta si tal o cual problema todavía no lo pudo resolver, no lo quiere resolver, o lo que es peor, si no lo sabe resolver. A mitad del año próximo, la herencia se habrá agotado, y todos los problemas serán propios, hasta aquellos que llevan un cuarto de siglo sin resolverse.
Molina tiene margen, y debe aprovecharlo. También tiene un gabinete sin experiencia, y salvo excepciones, sin peso político. Respecto a la experiencia de los hombres llegados de Berazategui, en esta ciudad vale menos que un cortado americano. Son ciudades muy distintas, primer cordón/segundo cordón del conurbano, localista/regionalista, poder concentrado/ poder fragmentado, periferia con barrios privados/ periferia con villas y asentamientos, etcétera.
Respecto a la experiencia del radicalismo, o del peronismo PRO, digamos que hace al menos 12 años que están afuera de la administración pública, aunque hay cosas que no se olvidan, no es fácil reinsertarse. Por otra parte, el gabinete de Molina, cuenta con mucho funcionario novel desconocedor del funcionamiento administrativo y político de la ciudad, que tendrán que aprender rápido.
En síntesis, Molina y su gabinete tienen como primer objetivo funcionar correctamente, antes que las circunstancias cambien y que la herencia se les agote.
Gracias por leer.
Publicado en la edición 783 del semanario «El Suburbano».